Chema Rubio | 11 de octubre de 2020
El Banco Central Europeo valora poner en marcha en 2021 un euro digital para complementar el dinero en efectivo y terminar con la pequeña economía sumergida.
El Banco Central Europeo (BCE) plantea lanzar en 2021 un euro digital que «no viene a reemplazar al efectivo», como explica la propia entidad en su web. De momento todo son especulaciones, rumores, grupos de trabajo, consultas a expertos… No hay nada sobre el papel excepto un detalle. El sueño de todos los ministros de Economía se puede hacer realidad, controlar el flujo del dinero será posible. Saber qué se paga, dónde se paga y cuánto se paga. La economía sumergida representa el 22% del PIB en España y evita que se paguen hasta 50.000 millones de euros en impuestos.
(THREAD) As technological changes are transforming how we pay, a digital euro could offer a universally accepted, risk-free and trusted means of payment to complement cash. We’ve analysed its possible benefits and challenges in our report https://t.co/RiwOCers68 1/3 pic.twitter.com/FLv1eRAkBL
— European Central Bank (@ecb) October 2, 2020
En el mundo hay unos 2,4 billones de euros en dinero negro. Un flujo económico que no es declarado al fisco y que impide que se recauden impuestos con los que cada Estado gestiona la «cosa pública». Todos pensamos en el tráfico de drogas, de armas, prostitución, apuestas ilegales, contrabando, extorsión… como la procedencia y lugar donde se mueve el dinero negro. Pero hay más. Esos pequeños pagos en negocios locales por los que no recibimos ticket o en los que el dueño del negocio no declara. Dinero en efectivo que acaba en la caja y de ahí al bolsillo del empresario, en el mejor de los casos, o a pagar sueldos en B, en el peor escenario. Algo que ya generaría un segundo delito por la contratación ilegal. Una montaña rusa del fraude fiscal.
Esos pequeños pagos en negocios locales por los que no recibimos ticket o en los que el dueño del negocio no declara. Dinero en efectivo que acaba en la caja y de ahí al bolsillo del empresario
El BCE aprovecha que se han disparado los pagos con tarjeta para lanzar el globo sonda del dinero digital y ver qué pasa. Desde marzo, los pequeños comercios han visto cómo el poco dinero B que gestionaban casi ha desaparecido. Hasta el pan se paga con tarjeta, porque nos han contado que hay que evitar contactos. Que el coronavirus puede habitar en las monedas y en los billetes. Que hay que pagar con tarjeta y, de paso, ser transparentes con Hacienda.
Europa no va a montar una criptodivisa de la nada y esperar que todo el mundo la utilice. El euro ya funciona y tiene estabilidad financiera. Ese euro digital arrastraría a que parte del dinero en efectivo que circula y que puede acabar convirtiéndose en dinero negro quedase blanqueado y a la vista de los impuestos. Una puerta más al campo del blanqueo de capitales. España ya bajó el pago en efectivo a 2.500 euros y esta medida del BCE puede ayudar a recaudar más a Hacienda. Pero también puede hundir a muchos negocios que equilibran su modelo de negocio a final de mes con esta práctica. Y lo hacen porque la presión impositiva para muchos autónomos, bares, peluquerías… se lleva por delante casi el equivalente al sueldo de un trabajador. Hecha la ley, hecha la trampa.
El mundo ya es digital. Todo pasa por la tecnología. El dinero, también. Lo hace con las criptodivisas como Bitcoin, que va calando poco a poco. Con formas de pago alternativas, como Paypal o el controvertido Bizum, porque permiten pequeños pagos entre particulares… hasta que esos pequeños pagos podían ser por servicios y a empresas. Entonces Hacienda encendió las luces y sacó la lupa. Recuerden a Cristóbal Montoro intentando que las ventas que se hacían por Wallapop o ebay tributaran. Alguien le dijo que esos productos ya habían pagado impuestos en su primera venta y no estábamos para pagar dos veces impuestos cuando algunos no son capaces ni de pagarlos a la primera.
El mercado negro del dinero se mueve hacia las criptodivisas. En las series sobre drogas y armas ya se hacen pagos en divisas digitales. Ahora falta alejar de nuestros bolsillos el efectivo para controlar de una vez todo lo que hacemos. Y si alguien no pone coto al cruce de datos, nuestra vida puede quedar peligrosamente expuesta, por mucho que no tengamos nada que esconder. Ya saben: la muerte y los impuestos.
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