Chema Rubio | 18 de octubre de 2020
Su modelo de pago fomenta la ludopatía y ha sido prohibido en algunos países. Las licencias que le ha quitado Konami le hacen perder competiciones, equipos y jugadores.
El año 2020 será recordado por muchas cosas, la mayoría negativas, pero en el mundo de las videoconsolas y los videojuegos pasará a la historia como el año en el que se dio un salto de calidad. No demasiado alto, pero lo suficiente para aportar cosas nuevas a un consumidor cada vez más joven, más exigente y volátil. Las nuevas máquinas de Microsoft y de Sony ponen a prueba a los creadores de videojuegos.
El FIFA 21 podía mejorar al FIFA 20, pero ya nadie espera que estos juegos se mejoren de una temporada para otra. Más bien se lavan la cara y cambian en la foto de portada a Cristiano Ronaldo por Messi. Así ha pasado desde hace más de un lustro. Aunque en algunos países la foto del futbolista cambie para atraer a los consumidores locales, esos dos jugadores lo han sido todo para la imagen de este juego.
La llegada de los e-sport es un acontecimiento mundial que ha cambiado el paradigma del deporte. Un jugador de FIFA online es tratado como un profesional del videojuego y gana mucho dinero. Tanto, que muchos equipos de fútbol europeos ya cuentan con una división de e-sport, igual que la tienen de baloncesto o de fútbol femenino. El FIFA es el rey del juego online, concretamente en su versión para Xbox, aunque el líder de ventas es la versión de PlayStation. «Vendo un FIFA 21 para Xbox por cada 10 para PS», comentaba un vendedor de la tienda de videojuegos Game, el viernes en que se puso a la venta el juego.
Vendo un FIFA 21 para Xbox por cada 10 para PlayStationVendedor de Game
EA es la empresa californiana que distribuye el FIFA mediante su división EA Sport, con sede el Canadá. Es su juego de cabecera y el que le hace ganar buena parte de los más de 3.000 millones de dólares de beneficio neto en lo que va de 2020. Maneja el fútbol mundial en su versión digital desde 1993. Mejoraba cada año con las licencias de nuevas ligas que encandilaban a jugadores de países como Brasil o Japón, porque veían a sus equipos, sus estadios, sus camisetas, sus futbolistas… Todo tan real como la tecnología lo permite.
En 2019 tocaron la gloria con la licencia oficial de las competiciones que organiza UEFA, la Champions y la Europa League. El entorno que rodea a esos partidos es el mismo que el que se ve por la televisión. El problema es que perdieron a la Juventus de Cristiano Ronaldo. Y eso es un problema importante, porque el Piamonte Calcio no es la Juve. Es la primera vez que pasa algo así desde que, en los años 90, la famosa licencia de Ronaldo por su contrato con Nike provocara que en algunos juegos de fútbol su nombre, por defecto, fuera N9 en el Inter de Milán.
En el FIFA 21 siguen las fugas. La Roma tampoco está en el juego, pero tienen en exclusiva al Inter de Milán y al Milan. Konami es la responsable de esta situación. La empresa japonesa lleva años a la sombra de EA Sports con el Pro Evolution Soccer (PES). Los dos juegos llegaron a su pico de ventas en 2008, con casi nueve millones de copias cada uno, pero el FIFA empezaba a tener más licencias y a ser más entretenido a la hora de jugar. En 2015 llegó la máxima diferencia, con 15 millones de copias para FIFA y apenas un millón y medio para el PES. Aun así, Konami sabía que su juego tenía adeptos por todo el mundo. Jugadores cansados del FIFA que buscaban que otra inteligencia artificial los pusiera a prueba. Les hacía falta una nueva estrategia.
Equipos como Barça, Bayern, Juventus, Arsenal, Manchester United, Shalke 04, Roma o Celtic tienen licencia y colaboran con PES, aunque también sigan en el FIFA, porque sus ligas tienen vendidos los derechos a EA. Las ligas francesa e italiana en todas sus divisiones ya son de los japoneses, y es cuestión de tiempo (o de dinero) que desaparezcan del FIFA y rompan la banca. La batalla va a ser larga si Konami decide meterse en los e-sport y empezar a hacer ofertas por que sea el PES el juego oficial.
De momento, el FIFA 21 se adapta a los inquietos jugadores que quieren echarse un FIFA y lo quieren ya. Más rápido en el desarrollo y con el glorioso sistema de juego Frostbite, que permite un realismo casi total. A su realismo ayudarán las nueva Xbos Series X y la PS5. Su modo online sigue teniendo pocas opciones, pero los españoles estarán de enhorabuena cuando se enteren de que, por fin, tienen servidores en Madrid para evitar que se ralentice, se pare y acabe desesperando a muchos. El modo VOLTA es una copia barata de aquel FIFA 98 en el que jugaban al fútbol sala en una cancha con paredes de cristal. No sirve de mucho, pero entretiene. Su modo carrera es muy bueno, aunque hay demasiados factores fuera del alcance del jugador que lo acaban convirtiendo en demasiado irreal. Jugar una Champions con el Real Madrid o una Libertadores con River Plate es toda una experiencia. Los estadios, las gradas… La puesta en escena tienen un realismo extraordinario, aunque no sepas jugar.
Siguen los errores incomprensibles en los tiros de falta o en los penaltis. Modelos complejos que hacen imposible meter un gol de falta o lanzar un penalti decente con un jugador de nivel medio. En el modo online hay jugadores capaces de hacerlo, pero deben dedicar horas a conocer el método. Los entrenamientos no están conseguidos, porque han trabajado en los juegos de habilidad técnicos, que son muy amenos pero no ayudan en lo básico.
Ultimate Team es la patata caliente del FIFA 21 y de todos los anteriores desde 2015. EA Sports incluyó un caballo de Troya perfecto para seguir ganando dinero al margen de los 70 euros de media que cuesta el juego. Al más puro estilo de los paquetes de cromos, el usuario gana sobres con jugadores desconocidos para jugar partidos sin lustre. Si quiere sobres con jugadores y habilidades superiores, tiene que pagar dinero y eso abre una peligrosa puerta a la ludopatía en versión videojuego. Bélgica ya ha prohibido este sistema, porque esos sobres son aleatorios y consideran que infringe las normas de su Comisión del Juego. En 2020, EA reveló que sus beneficios por Ultimate Team fueron de 1.500 millones de dólares. Lo que no pudieron contar es cuánta gente ha entregado a esta causa hasta el último euro de su nómina por comprar sobres en los que también están viejas glorias como Beckham, Figo, Ronaldo o Di Stefano.
FIFA 21 no mejora al FIFA 20, pero sigue siendo el juego de fútbol por excelencia. Su modelo de microtransacciones es un peligro para el usuario y las leyes acabarán limitando el uso. Si antes no acaba devorado por Konami y su expansión por Europa.
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