Bieito Rubido | 18 de noviembre de 2020
Estamos en manos de una clase política infantil, indocumentada e insolidaria. Por eso España tiene tan mal pronóstico.
En estas horas del amanecer en que escribo el Astrolabio diario, antes de que el tardío sol perezoso del otoño despunte, me planteo, como cada mañana, el asunto sobre el que voy a escribir. Lo hago para mantenerme en contacto con usted, amigo lector. No podemos dejar de echar leña al fuego de la amistad, aunque sea a través de estas líneas, de su lectura y de los comentarios que pueda generar. Aquí sigo, y por eso le aseguro que, en este ejercicio cotidiano de reflexión sobre el hoy y su actualidad, intento buscar algún resquicio para la esperanza. Me gustaría que nuestro país estuviese mejor gobernado. También sería de agradecer que vislumbrásemos el futuro con más optimismo. Que los políticos trabajasen para unirnos y no para distanciarnos. Pero lamentablemente, estimados lectores, nada de eso ocurre. Estamos en manos de una clase política infantil, indocumentada e insolidaria. Por eso España tiene tan mal pronóstico. Y bien sabe Dios que quisiera estar equivocado. Bien sabe el Sumo Hacedor que mi voluntad es poderles levantar el ánimo bien de mañana. Dar buenas noticias y escribir comentarios serenos y optimistas. A mí me da lo mismo que gobierne el PP o el PSOE. Lo que ya no me da igual es que mi país sea gobernado por unos aventureros que con muy mala voluntad quieren quebrar la convivencia entre nosotros, mientras desde su soberbia se creen justamente lo que no son: muy listos.
Todos unidos somos mejores y más fuertes. Es un viejo lema del deporte en equipo. Ya me gustaría que el presidente del Gobierno de España trabajase en esa dirección. Pero él solo quiere que lo apoyen en acto de pleitesía, de manera ciega e incondicional.
La vida es fascinante y merece ser defendida. Por eso me preocupa que quien pudo hablar ayer haya quedado callado.
Nuestra libertad se expresa en toda su intensidad y extensión cuando asumimos la cuota de responsabilidad que nos corresponde.