Juan Orellana | 04 de diciembre de 2020
Nuestra memoria más reciente se asoma a las pantallas. Uno de los temas más y mejor abordados últimamente se refiere a la organización terrorista ETA. Tras la desaparición de la banda, directores y productores se han atrevido por fin a hablar del asunto libre y desinhibidamente.
Siempre nos hemos quejado de la carencia de revisiones históricas en el cine español. Y con razón. Pero también es cierto que en los últimos años parece que se ha perdido el miedo a mirar nuestro pasado y plasmarlo en celuloide. Al menos nuestro pasado reciente. Aún las gestas históricas de la España imperial, por poner un ejemplo, siguen casi inéditas, censuradas por nuestros complejos y bajo la sombra de las leyendas negras. Pero nuestra memoria más reciente sí se ha asomado a las pantallas. Recordemos El hombre de las mil caras (Alberto Rodríguez, 2016), Mientras dure la guerra (Alejandro Amenábar, 2019) o La trinchera infinita (Jon Garaño, Aitor Arregi y José Mari Goenaga, 2019), por citar solo tres casos recientes.
Uno de los temas más y mejor abordados últimamente se refiere a la organización terrorista ETA (1958-2018). Toda una generación hemos pasado prácticamente nuestra vida entera tristemente acompañados por los atentados de ETA. La política española ha estado muy condicionada por esta banda desde la Transición. Incluso el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 tuvo en los «años de plomo» de ETA una de sus principales motivaciones. La sociedad vasca se vio durante décadas absolutamente envenenada por la actividad de la banda, polarizando la vida política y sobre todo social, inundando de odio las ciudades y pueblos vascos y, sobre todo, imponiendo el miedo a una gran parte de la población. Tras la desaparición de la banda, gracias a la implacable profesionalidad de los cuerpos de seguridad del Estado, sobre todo de la Guardia Civil, directores y productores se han atrevido por fin a hablar del asunto libre y desinhibidamente.
Sin duda, el mejor producto audiovisual sobre la organización terrorista es la serie El desafío: ETA, dirigida por el madrileño Hugo Stuven en 2020 y escrita por David Zurdo, a partir del libro Historia de un desafío: cinco décadas de lucha sin cuartel de la Guardia Civil contra ETA, escrito por el coronel Manuel Sánchez Corbí y la cabo 1º Manuela Simón. La serie, estrenada en Amazon Prime, cuenta en 8 episodios la historia de la lucha antiterrorista a base de testimonios de primer orden y de impactantes imágenes de archivo. En la serie intervienen políticos (Felipe González, Aznar, Zapatero, Ardanza, Garaicoechea, Atutxa, Rafael Vera…), periodistas (Gabilondo, Zarzalejos, Landáburu…), el juez Garzón, y numerosos guardias civiles, así como víctimas de ETA y colaboradores de la banda.
El documental ofrece un trabajo periodístico de primer orden envuelto en un planteamiento estético moderno e impecable. Una serie imprescindible para quien quiera recorrer de un plumazo los hitos de esa historia de terror, una historia estéril que no sirvió para nada más que para acumular cadáveres y dolor. Desde el punto de vista de superación del trauma, prácticamente solo Irene Villa aporta una mirada más alta, a la altura de un perdón que vence al odio.
En el ámbito del documental es muy interesante la miniserie de 7 capítulos ETA: El final del silencio, producida por Movistar+, estrenada en 2019 en el canal #0 y dirigida por los periodistas Jon Sistiaga y Alfonso Cortés-Cavanillas. Se trata de episodios monográficos e impresiona el diálogo que en el primero mantienen Meixabel Lasa, viuda de Juan María Jáuregui, e Ibon Etxezarreta, uno de los etarras que participaron en el atentado de su marido. Un testimonio de encuentro en clave de perdón realmente emocionante. En esta serie tienen especial protagonismo las víctimas del terrorismo.
En 2020 se ha estrenado también la miniserie de ficción Patria, adaptación bastante fiel de la magnífica novela homónima de Fernando Aramburu, editada por Tusquets en 2016. La serie, compuesta de 8 episodios, se ha presentado en HBO, dirigida por Félix Viscarret y Óscar Pedraza a partir de un guion de Aitor Gabilondo. Se trata de una ficción que representa muy bien el drama del terrorismo desde la perspectiva humana de dos familias enfrentadas: la de la víctima y la del verdugo. Aquí sí que brilla con fuerza y luz propia la posibilidad del reencuentro, la búsqueda del perdón y, a la vez que plantea también el camino de la «justicia reparativa», obliga a parte del clero vasco a un profundo examen de conciencia.
Más convencional, pero no poco interesante y rodeada de polémica, es la miniserie de 6 episodios La línea invisible, producida por Movistar+ en 2020, a partir de una idea original de Abel García Roure, escrita por Michel Gaztambide y Alejandro Hernández, y dirigida por Mariano Barroso. En este caso se nos narra el comienzo de ETA, en 1958, desde su escisión entre la facción más obrerista antifranquista y la más vasquista nacionalista, que es la que finalmente se impuso. Nos cuenta el primer asesinato, no proyectado, del guardia civil Pardines en 1968, y la posterior muerte en un tiroteo de su autor, Txabi Echevarrieta. La banda respondió con el asesinato del inspector de policía Melitón Manzanas, jefe de la Brigada Político-Social de Guipúzcoa. Esta serie adopta el punto de vista de los terroristas, buscando humanizarlos. Aunque no pretenda justificarlos, es inevitable un tono más ambiguo en su perspectiva moral, ya que los protagonistas son los etarras y su antagonista es la represión franquista. También pone el foco en la colaboración de parte del clero con los inicios de la organización.
En conjunto, se puede decir que estas series son un buen ejercicio de revisión histórica que pone los acuerdos del Gobierno con Bildu en un contexto de memoria colectiva que no se debe obviar.
El partido de Arnaldo Otegi pide «normalidad» ante la oleada de recibimientos heroicos en el País Vasco a terroristas y asesinos.
El País Vasco, la comunidad autónoma española que ha sufrido un terrorismo nacionalista demencial. La locura terrorista de ETA y sus consecuencias calamitosas para la sociedad vasca son el argumento general de la obra Patria.