Luis Miguel Pedrero | 27 de noviembre de 2020
Las cadenas de televisión aprovechan el auge de los códigos QR a raíz de la pandemia para impulsar el tráfico hacia sus contenidos complementarios en sus páginas web.
Hace años que la normalización de Internet y la omnipresencia de los dispositivos conectados le robaron al televisor su histórico protagonismo en el acceso al ocio y entretenimiento audiovisual. Pese a las constantes innovaciones en su diseño, tamaño y estética, el receptor catódico se va convirtiendo poco a poco en un electrodoméstico prescindible: ya en 2013, Nielsen constató que en Estados Unidos había más de cinco millones de hogares con «cero televisión», una significativa evidencia de la penetración de ordenadores, tabletas y smarpthones como terminales para ver los canales lineales y, sobre todo, de las plataformas de vídeo bajo demanda.
No obstante, el tiempo dedicado a la programación televisiva tradicional sigue siendo dominante en España. Los informes de la consultora Barlovento, que cada mes compara el consumo entre TV e Internet, reflejan que en octubre de 2020 los espectadores se expusieron, de media, a 4 horas y 15 minutos diarios de contenido televisivo, mientras que el tiempo dedicado a la red no superó las 2 horas y 25 minutos. En el primer caso, el dato se calcula sobre 37,2 millones de individuos mayores de 18 años, es decir, sobre el 96’5% de la población; en cuanto a Internet, ya alcanza 32,2 millones de habitantes únicos, lo que significa que el 83,6% de la población de 18 y más años navegó en algún momento del día.
Aunque parezca excluyente, la relación entre los dos consumos resulta cada vez más complementaria. De entrada, los contenidos de las propias televisiones constituyen uno de los destinos principales de los internautas: Atresmedia se situó en octubre de 2020 en el quinto lugar del ranking de vídeo en Internet, con más de 13 millones de visitantes únicos, solo por detrás de las páginas de Google; el portal norteamericano de noticias y cultura popular UPROXX; los servicios de vídeo bajo demanda (Netflix, HBO…) y la plataforma de vídeos musicales VEVO. Mediaset aparece en el décimo lugar, con 8,4 millones de visitantes, y RTVE, dos puestos detrás con 6,4 millones.
La TV se beneficia también la navegación online a través de las redes sociales: el uso sincrónico de Twitter mientras se ve la programación ha permitido acuñar el término ‘segunda pantalla’ para referirse a la popular herramienta de microblogging y, sobre todo, para sustentar un nuevo método con el que identificar el alcance de las emisiones televisivas. Los operadores ya no solo valoran, sino que además comercializan la ‘audiencia social’, que permite entender qué motiva al espectador a compartir, comentar e incluso sintonizar un contenido.
Según Kantar Media, más de tres millones de españoles comentaron programas televisivos en Twitter a lo largo de 2019, en más de ¡cien millones de mensajes! Y aunque estos indicadores no sustituyen –todavía– los datos de audimetría, sí aportan claves de interpretación muy relevantes para tomar decisiones sobre argumentos, dinámicas y hasta escenografías en todo tipo de formatos de ficción y entretenimiento.
La convivencia de ambas ofertas se materializa también a través de las denominadas second screen apps, una ilustrativa y contundente muestra de la convergencia digital multimedia que aporta información adicional y experiencias sociales virtuales en torno a series y programas de entretenimiento. Aquí se inscriben las apps +TVE y Atresmedia Conecta (Ant 3.0), desde las que ambas cadenas posibilitan al espectador sumergirse en datos y en material complementario o participar en el desarrollo de títulos como Águila Roja, Isabel o Masterchef en RTVE y Gran Hotel, Tu cara me suena o Top Chef en Antena 3, entre muchos otros.
Sin embargo, la experiencia más reciente y llamativa es la que ha impulsado en los últimos meses La Sexta, a partir de una tecnología aparentemente vetusta que, sin embargo, ha resurgido impulsada por los protocolos de seguridad a raíz de la COVID-19. Se trata de los códigos QR, que se incrustan en momentos puntuales de espacios habitualmente informativos (Al Rojo Vivo o La Sexta Noche) para ampliar determinadas noticias y generar así mayor tráfico en la web. La iniciativa se ha extendido también a La Hora de La 1, y promete ampliarse a nuevos espacios y con cada vez más utilidades.
La simplicidad del recurso –las cámaras de los móviles ya reconocen ese interfaz sin necesidad de una app específica– abre posibilidades estratégicas muy atractivas para programadores y departamentos comerciales: no solo se multiplica la interacción del espectador con la televisión, sino que se refuerza la convivencia de las dos pantallas, la de siempre y la de ahora, una alianza que se vislumbra tan perdurable en el tiempo como provechosa para operadores, anunciantes y, sobre todo, espectadores.
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