Bieito Rubido | 03 de diciembre de 2020
A partir de 2023, tal vez ya no nos gobiernen estos adanes a los que el azar de la historia ha permitido jugar con nuestra libertad.
Vendrán más Navidades. Estas no serán las primeras en las que algunas familias no podrán reunirse, aun tratándose de noches tan señaladas, ni serán las últimas. Los caminos de la vida siempre nos sorprenden, tortuosos a veces, como los renglones torcidos de Dios. Pero podemos estar tranquilos: vendrán más Navidades y volveremos a disfrutar de todo aquello que hacíamos cuando la vida nos parecía normal y en ocasiones hasta vulgar y prosaica. Volveremos a estar juntos, a regresar a la casa del pueblo, a besar a los abuelos que todavía viven, a cantar muy juntos los villancicos de nuestra infancia, a brindar por la salud y la felicidad, a bailar en Fin de Año y a desvelarnos en la noche de Reyes, mientras percibimos la ilusión que se dibuja en la mirada de los más pequeños de la casa. Nos os preocupéis. No tengáis ansiedad. No os obsesionéis. No va a ocurrir nada malo por quedarse un año con una celebración a medias o más íntima de lo habitual. Seamos responsables y abandonemos esa pulsión al botellón que parece alentarnos desde lo más profundo de ese sentido de la fiesta que acompaña a los españoles desde el día mismo que pisamos la Tierra. Habrá más Navidades, sobre todo si sabemos actuar con la serenidad y la madurez de un pueblo civilizado.
Siempre quedará una remota esperanza en lo más recóndito de nuestro inconsciente: en las siguientes Navidades, sobre todo a partir de 2023, tal vez ya no nos gobiernen estos adanes a los que el azar de la historia les ha permitido jugar con nuestra libertad, que al fin y al cabo es jugar con nuestras vidas. Tal vez para entonces, las Navidades vuelvan a ser como antes: íntimas, entrañables, rebosantes de fiesta y jolgorio; familiares y expansivas. Ojalá que la Navidad recupere el color que estos han mudado al blanco y negro; más negro que blanco. Ojalá.
El actual dirigente de los socialistas, conocido como «su sanchidad», está colaborando como nadie con Pablo Casado.
Una de las dos Españas te helará el corazón. La de la extrema izquierda nos lo está congelando con el rigor de la Antártida.