Bieito Rubido | 10 de diciembre de 2020
La batalla cultural y propagandística de la izquierda rupturista que nos gobierna tiene a una parte de la sociedad española contra las cuerdas.
Por lo corto y por lo claro, la derecha política española ha perdido la batalla de la propaganda y encima persevera en el error de la división. La batalla cultural y propagandística de la izquierda rupturista que ahora mismo nos gobierna tiene a una parte de la sociedad española contra las cuerdas. Primero, Sánchez blanquea a los comunistas, incorporando a Podemos al Gobierno. Más tarde, da carta de naturaleza democrática a los herederos de ETA y a los golpistas de ERC. Como consecuencia de ello, se sienten envalentonados y se vuelven más sectarios e intolerantes. Frente a esto, paradójicamente, argumenta que la derecha es radical. Lo dicen quienes no admiten el diálogo de la oposición, cuando no la insultan y denigran. Todo ello con el mayor aparato mediático que se recuerda. Ni el franquismo llegó a tener semejante aparato propagandístico. Eso sí, los dueños de esos medios son, en su mayoría, capitalistas de derecha muy conservadora, pero no importa, al capitalismo más feroz le interesan poco las ideas y mucho los euros. Por eso la derecha sociológica, que tiene varias marcas para expresarse políticamente, está ahora mismo con un relato perdedor. O reacciona y comienza a ilusionar a la ciudadanía o el proyecto político de la concordia y los consensos democráticos tiene los días contados.
Muchos españoles de buena fe que votan a la izquierda rupturista ignoran gran parte de los planes que esos dirigentes tienen en mente o, peor aún, improvisan sobre la marcha. Al votarlos, aceptan sus propuestas, por delirantes que sean y se someten a los mandatos del partido de turno. Falta refinamiento democrático para votar incluso al partido contrario, si con ello se salva tu país y su democracia. Vivimos tiempos donde todo es propaganda, es decir, humo vacuo. El problema es que ese humo es indicio de que están ardiendo los valores que alentaron la democracia liberal, cuyo viga maestra es la libertad.
Sánchez ha logrado arrebatar a Zapatero el dudoso honor de ser el peor presidente de la reciente democracia española.
Aceptarán que hoy me detenga en la hermosa celebración de la Inmaculada Concepción y que lo haga sin ningún tipo de rubor ni vergüenza.