Bieito Rubido | 18 de diciembre de 2020
El irrefrenable orgullo del mundo desarrollado quiere homogeneizar todo y convertir la Navidad en simples «fiestas» despojadas de la esencia que les dio origen.
Mi buen amigo Siro López, el artista y dibujante –además de intelectual gallego y, sobre todo, buenísima persona-, me escribió ayer después de leer mi «Astrolabio» sobre los villancicos. Me comentaba que había sido jurado de un concurso de dibujo infantil sobre la Navidad. Estaba asombrado de lo acontecido: de ciento dos participantes, ni un solo dibujo del portal de Belén ni de los Reyes Magos. En más de noventa de ellos aparecía el árbol, y en unos ochenta, Papá Noel. «Estamos colonizados hasta en las tradiciones religiosas», me decía con pena. Por eso es tan trascendente el ejemplo que damos. En este caso puede parecer una anécdota, pero nuestros hijos, nuestra progenie, harán lo que han visto y lo que han escuchado. Cuando nos planteamos el mundo que viene, tan poderoso y orgulloso de sí mismo por el avance tecnológico y el progreso material, casi nunca nos reprochamos lo poco que hemos puesto de nuestra parte para que todo vaya mejor.
Ahora estamos empeñados en demostrar que ya no necesitamos ni mitos ni ritos. Pero es mentira. Ese irrefrenable orgullo del mundo desarrollado quiere homogeneizarlo todo y convertir la Navidad en unas simples «fiestas» despojadas de la esencia que les dio origen. Por eso tanta gente ya solo felicita «las fiestas» y coloca un árbol, cuyas luces acaban siendo reutilizadas en Carnaval. La pandemia de la covid ya nos ha demostrado que ese orgullo es espuma de cerveza y que, aunque el progreso tecnológico es evidente, nuestra vulnerabilidad nos vuelve a colocar ante preguntas de difícil respuesta y ante misterios todavía irresolubles. Esa humanidad temerosa y desencantada volverá a preguntarse la razón por la que estamos aquí, por la que un Niño nacido hace más de dos mil años sigue pautando el calendario del mundo entero. Espero que hayan puesto su belén en casa. Disfruten de la familia. Feliz fin de semana prenavideño.
A través de estos cánticos aprehendemos la trascendencia y el sentido familiar de la Navidad, aunque algunos quieran llenarla de vulgaridad mercantil.
Hace tiempo que la izquierda prefirió excitarse con el nacionalismo retrógrado y abandonar la cohesión de los distintos territorios de España.