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En este extraño 2020, donde no pudo haber butaca y cine, hubo sofá y series. Ha sido un año realmente bueno para las series españolas, quizá el mejor, con Antidisturbios, El desafío: ETA o Patria encabezando lo mejor de esta temporada. Hemos disfrutado de la mejor ciencia ficción con Raised by Wolves y Devs; nos hemos quedado boquiabiertos con las nuevas aventuras del mandaloriano; y hasta el deporte ha tenido entradas destacadas con The Last Dance y Gambito de dama. En su mayoría son miniseries, nuevo formato de éxito. Me quedo con estas cinco.

Antidisturbios no es solo una de las series del año, es «la» serie del año y una de las mejores series españolas de nuestra historia. Quizá «la» mejor serie española de la historia. No recuerdo nada que me haya gustado más desde Crematorio (2011). Antidisturbios es la realización pasmosa, es la tensión narrativa estirada al límite, es las actuaciones soberbias, es el guion intachable, es el retrato de la corrupción y de la violencia, es el retrato de España, de sus instituciones, de sus cloacas. No sé si es el mejor trabajo de Sorogoyen hasta la fecha, porque El reino (2018) persiste en el recuerdo, pero sigue en la senda de la excelencia y cada vez más cerca de la perfección.

Patria es una inmejorable adaptación de la novela de Aramburu, hasta el punto de que me pareció haber imaginado a sus personajes tal cual quedaban representados después en la serie. Pero Patria faltó al respeto de las víctimas durante su promoción, y eso la desmerece frente a otra miniserie que sí hace justicia al sufrimiento de las víctimas, pone en evidencia la ceguera de la violencia abertzale, y logra contar cincuenta años de terror con rigor y toda fidelidad a la verdad. También es, en lo formal, una serie de primera. El desafío: ETA recorre la cronología de horrores de la banda terrorista a través de las declaraciones de quienes los vivieron. No hay ni una sola voz en off en este documental. Las imágenes y las palabras hablan por sí mismas.

Raised by Wolves es de lo poco que ofrece el recién estrenado catálogo del recién estrenado servicio premium de HBO. De momento se puede disfrutar en Movistar+. Aaron Guzikowski es el creador, pero Ridley Scott está detrás, y se nota. Se dan cita todas sus obsesiones sobre la Creación, la teodicea, y la fuerza histórica y las motivaciones sociales de la religión. Un fondo que recuperó con fuerza en Prometheus (2012) y que se despliega en Raised by Wolves sin concesiones desde el minuto uno, para deleite de quienes ven en la ciencia ficción el género idóneo para la exploración y comprensión de la naturaleza humana, y desesperación de quienes creen, directamente, que Scott se ha vuelto loco.

Es verdad que la primera temporada toma la senda de la ciencia ficción dura a partir de su meridiano, y que la trama adquiere para entonces niveles de complejidad excesivos. No es para todos los públicos, pero, desde su misma intro, es una joya del género. Ha sido renovada para una segunda temporada.

Su primer episodio es un homenaje al western. El segundo, un homenaje al cine de terror. El tercero, un homenaje al cine de piratas. Y todos ellos, y los que siguen, son un constante y fastuoso homenaje al universo Star Wars. The Mandalorian «es» el verdadero Star Wars, ese que la nueva trilogía nos robó. Es más, creo que en el devenir de esta segunda temporada muchos se van a plantear si no están ante el mejor Star Wars de la historia.

Maestras de ajedrez las hubo en la historia, ahí está el triple ejemplo de las hermanas Polgár. Sin embargo, no ha sido hasta hoy, en plena pandemia, confinamiento y alza del juego, cuando hemos podido disfrutar de un verdadero referente audiovisual femenino de los escaques. La huérfana Beth Harmon, niña prodigio y genio del ajedrez, protagoniza esta ficción ambientada en los tiempos donde toda buena producción sobre el juego debe ambientarse: la Guerra Fría.

No me gusta la romantización de la enfermedad mental, ni la sexualización de la protagonistas en sus momentos más bajos –tomarse un bote de pastillas o zumbarse una botella entera de whisky no es sexy–, pero hay una historia bien contada detrás, personajes auténticos, un respeto contagioso por el ajedrez y su tradición, y una emoción nunca antes vivida en cada apertura, desarrollo y final.

Imagen destacada: Fotograma de The Mandalorian. | Disney+