Bieito Rubido | 29 de diciembre de 2020
Más allá de su sectarismo rupturista, al interino de la Moncloa hay que reconocerle un halo de mala suerte. Con él llegaron todas las plagas.
Hoy habla Sánchez al mediodía, no esperen nada. El presidente ha faltado a la verdad tantas veces que, cuando diga una, no nos la vamos a creer. Hoy toca de nuevo dirigirse a la ciudadanía, que lo padece, aunque no lo haya votado más que un reducido porcentaje. Tal vez haga balance de este año que termina, que ha sido pésimo para el español medio. Todo va peor que hace ahora justamente 365 días. Más allá de su sectarismo rupturista, al actual interino de la Moncloa hay que reconocerle un halo de mala suerte. Con él llegaron todas las plagas: la extrema izquierda, se blanqueó a los filoterroristas, se quiere indultar a los golpistas, crece el paro, somos más pobres… y aparece la covid. No habrá oportunidad de cambiar de Gobierno hasta 2023, pero si el azar sigue jugando tan malas pasadas a la historia de los españoles nuestra resignación o desistimiento en el campo de las ideas puede ser inevitable, aunque sea un suicidio.
Angela Merkel, indiscutible líder alemana y europea, suele emplear entre cinco y diez minutos cada vez que se tiene que dirigir a sus compatriotas para explicar lo que ocurre con la pandemia. Sánchez, en el peor estilo castrochavista, supera sesenta minutos. No se percatan sus asesores de que cuanto más tiempo hable, peor. Hoy va a anunciar algo que espera sorprender a la opinión pública española. Mientras escribo este Astrolabio todavía se desconoce el contenido de ese anuncio, pero la secuencia de los últimos tiempos nos lleva a un acto de propaganda, parte del cual puede ser mentira.
Cuando alguien se tome el interés de escribir en un libro lo que Sánchez prometió o anunció, en la oposición y en el Gobierno, podremos decir con seguridad que la literatura española ya tiene su antología de las fake news.
La Corona está ante la peor de las trampas saduceas: sabe que necesita a los socialistas, pero estos se mantienen en esa media distancia en la que no se comprometen con la defensa de la Monarquía.
Nos faltan ansias de escalar cimas, de navegar por mares inexplorados, de llevar a nuestro país a lugares mejores.