Bieito Rubido | 31 de diciembre de 2020
Tenemos la esperanza de que Salvador Illa se haya dado un baño de realismo sobre la España fáctica, la real, y que desde esa experiencia reoriente a una sociedad que el independentismo ha enajenado.
Ojalá Salvador Illa acabe ganando las elecciones autonómicas catalanas y se convierta en presidente de la Generalitat. Espero que con él comience un tiempo nuevo para su tierra en el que recupere todo el terreno perdido en materia económica, pero sobre todo que ayude al alumbramiento de un tiempo donde el sentido común, sobre el que el catalán Balmes también teorizó y Jordi Pujol tradujo al seny, vuelva a alumbrar el camino de una sociedad un tanto desquiciada. Una sociedad que hace tiempo abandonó la inteligencia social por una mística que solo ha servido para desprestigiarla y empobrecerla. Ojalá Salvador Illa pueda contarles a sus paisanos lo mucho que aprendió en este año en el que fue ministro de Sanidad del Reino de España y cómo su viaje por la realidad, y no por la ensoñación, le ha permitido curar –y nunca mejor dicho— su fiebre nacionalista.
El viaje de Illa a Madrid estaba previsto como un trámite, pero el azar de la Historia, o tal vez la Providencia, lo convirtió en el personaje más activo y mediático del actual Gobierno. Sánchez quiso solo la porción de oropel de ese protagonismo y a Illa le dejó lo más gris. Hasta el punto que hubo momentos memorables en sus comparecencias en las que llegó a quedarse sin palabras. Ahora bien, todo esfuerzo tiene su recompensa: nada menos que ser el candidato en unas elecciones que pueden convertirlo en el presidente de su comunidad. Es la magia del viaje, cuando regresas a tus orígenes, todo ha cambiado, pero, sobre todo, has cambiado tú. Esa es la esperanza que todos tenemos, que Salvador Illa se haya dado un baño de realismo sobre la España fáctica, la real, y que desde esa experiencia reoriente a una sociedad que el independentismo ha enajenado.
Le deseo lo mejor a Salvador Illa, especialmente que sepa transformar la experiencia adquirida en sabiduría. Será mejor que este que hoy despedimos, porque si es peor, vamos apañados. Feliz despedida.
Pilar Cancela, una diputada gallega de notable indigencia intelectual, nos agravia diciendo que el Gobierno de Sánchez nos ha comprado las vacunas.
Más allá de su sectarismo rupturista, al interino de la Moncloa hay que reconocerle un halo de mala suerte. Con él llegaron todas las plagas.