Bieito Rubido | 15 de enero de 2021
Entre la covid, la tormenta Filomena y la mala jugada de Illa, a Sánchez solo le salen bien sus asuntos particulares.
Parafraseando a Madame Roland: democracia, ¡cuántas arbitrariedades se cometen en tu nombre! Un buen ejemplo de ello es lo que acaba de decir el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, al invocar la democracia para no suspender las elecciones autonómicas de Cataluña del próximo 14 de febrero. Todo porque a la estrategia del interino de la Moncloa le viene mal, ya que su cartucho electoral, llamado Salvador Illa, se va convirtiendo en pólvora mojada a medida que pasan los días. La jugada de Illa, al que nosotros siempre deseamos buena ventura por lo mucho que nos va en ello, se está convirtiendo en un búmeran para Sánchez. Empieza a cundir la especie de que el actual presidente del Gobierno es gafe. Entre la covid, la tormenta Filomena y la mala jugada de Illa, a Sánchez solo le salen bien sus asuntos particulares.
Las dos cabezas tractoras de este Gobierno rupturista –Sánchez e Iglesias– solo están a lo suyo: uno, al postureo ocupando la silla y el otro, a la revolución desde el sofá de casa. Pero mientras hacen eso, el pueblo, la gente, la ciudadanía, empieza a pasarlo mal de verdad. Es posible que haya llegado la hora de decirles a muchos votantes que esa alianza solidaria con los actuales gobernantes comienza a ser una vergüenza y una ruina. En las próximas elecciones habrá que votar pensando más en lo conveniente que en la ideología o el rencor.
La democracia nació para gobernarnos, sirve básicamente para ello; no para ajustar cuentas ni para hacerle la vida imposible al vecino. La democracia de verdad aconseja que se aplacen las elecciones catalanas como ya se hizo en Galicia y en el País Vasco. No solo la democracia lo aconseja, sino también la covid y el sentido común. Que no la utilicen más en vano.
La ministra de Defensa ha dado toda una lección a sus compañeros de gabinete. Una vez más, ha estado por encima de la mezquindad reinante.
La naturaleza, todavía hoy, es más fuerte y sabia que el ser humano. Nos ha vuelto a demostrar lo vulnerables que somos.