Bieito Rubido | 25 de enero de 2021
La ejemplaridad se ejerce de maneras muy variadas. Es excesiva la reacción por la vacunación de alcaldes, consejeros e incluso militares.
Vivimos en el país donde las anécdotas se convierten en categorías y se sobreactúa ante situaciones que apenas tienen trascendencia. Tal vez vaya contra corriente, pero me atrevo a decir que es excesiva la reacción por la vacunación de alcaldes, consejeros e incluso militares. Creo honestamente que, como en otras muchas situaciones que se dan en la España actual, estamos desviando el foco del análisis y no estamos contando toda la verdad. Seguro que hay muchas más autoridades que se han vacunado y no se cuenta y se pone siempre el acento hacia un lado. Además, me parece una buena pauta a seguir que personas que ocupan empleos de cierta notoriedad social den ejemplo, cuando sabemos que cerca del cuarenta por ciento de la población se muestra reticente a recibir la vacuna. En todo caso, estamos exagerando una vez más.
A mí, personalmente, no me parece mal que el Jefe de Estado Mayor de la Defensa se haya vacunado. Como me parecería igual de bien que lo hubiesen hecho Pedro Sánchez, Salvador Illa o Fernando Simón. O nos creemos de verdad el papel que juegan o rompemos la baraja. Ya sé que nos cuesta creer en la utilidad de la labor pública de algunos de estos personajes pero, sinceramente, pienso que hay determinadas personas que podrían vacunarse sin armar el escándalo que se ha armado. La ejemplaridad se ejerce de maneras muy variadas. Catalina II de Rusia –Catalina la Grande- fue la primera en vacunarse para dar un buen ejemplo a la ciudadanía.
Me sumo al alcalde de Madrid, tal vez uno de los políticos más sensatos del momento, y apoyo al general Miguel Ángel Villarroya. Es más, me gustaría que el presidente del Gobierno de mi país, se llame como se llame, se vacunase y lo hiciese público… si es que no lo hizo ya, mientras espero mi turno, en absoluto indignado.
Entre los valores que España necesita recuperar podría estar el de reconocer las evidencias. Por ejemplo, que el hospital Isabel Zendal ha sido y sigue siendo todo un éxito.
Le voy a explicar cómo se hace un médico en España, para que entienda la perversión y cortedad de miras de esa clase política a la que otorga su confianza cada cuatro años.