Fernando Bonete | 06 de febrero de 2021
El diablo y el mar oscuro es la segunda obra del británico Stuart Turton. Una adictiva y original mezcla de novela policiaca, histórica, naval y de terror.
Esto lo sabía Poe y todos los que vinieron detrás de Poe: no es bueno que el detective ande solo. Todo detective necesita de un Watson que lo idolatre, que lo hagiografíe, y si puede y lo dejan, que ayude con la investigación. No para resolverla, eso nunca, sino para confundir un poco más al lector.
El diablo y el mar oscuro
Stuart Turton
Ático de los Libros
512 págs.
19,90€
El Watson del Samuel Pipps que nos presenta Stuart Turton en El diablo y el mar oscuro se llama Arent Hayes, y hace todo eso que manda el arquetipo y esperamos del buen compañero de investigación, y además ¡protagoniza la novela! Me explico.
Estamos a principios del XVII, en un buque de la Compañía Unida de las Islas Orientales camino a Ámsterdam, cargado de dinero en forma de especias y otras maravillas, y lleno de holandeses de verdad, de los que odian (y temen) a los españoles.
Se va a producir una serie de crímenes y acontecimientos misteriosos, y el detective Samuel Pipps, aquel que debería aplicar su ingenio para resolver el caso en dos segundos, va engrilletado y encerrado en la parte más profunda, oscura y pestilente del barco. ¿Por qué? Nadie lo sabe, pero el caso es que Pipps no puede estar más alejado de los hechos. Pipps no podrá ayudar esta vez. Los únicos que tienen la posibilidad de maniobrar para investigar son su ayudante, el tal Hayes, y una pasajera motivada, Sara Wessel. He aquí un Watson que asume el rol de Holmes y recibe quinientas páginas de atención.
No es el único detalle que me ha gustado. Abrir el libro y encontrar una lista de pasajeros… Podría ser el Taurus o el Orient Express, pero no es un tren, ni es invierno, ni Alepo, ni Estambul, sino un barco, el Saardam, en medio de las aguas de Indonesia; allí, excepto por las lluvias, siempre es verano y abunda la humedad. Pero ya lo dijo Poirot: «¡Los viajes en tren son tan peligrosos como los viajes por mar!».
El realismo naval también se agradece: la tripulación la forman delincuentes, los nobles se hospedan en sucios y apretados camarotes, el barco huele a orines, y todo el mundo es consciente de que lo normal en una travesía de ocho meses es morir. Y luego está el elemento sobrenatural, la presencia de ciertas fuerzas místicas que llevan el relato hacia el terror, la metáfora del mal que atenaza a la sociedad, desajustes que el detective tiene la responsabilidad (narrativa) de resolver.
Nadie echará en falta ninguno de los ingredientes de una buena novela policiaca, pero todos y cada uno de ellos se acompañan de un aditivo que enriquece la receta. El diablo y el mar oscuro es novela policiaca, histórica, naval y de terror. Como si Arthur Conan Doyle, Agatha Christie y Edgar Allan Poe hubieran embarcado en los buques de Patrick O’Brian.
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