Mario Crespo | 13 de febrero de 2021
Hay espías que son casi superhéroes; los hay complejos y atormentados; eruditos y matones de cuarta; seductores (o seductoras) de corazón frío; bon vivants y ascetas. En esta selección de novelas y películas encontrarás lo mejor de cada casa.
Mi primera novela de espías fue El factor humano, de Graham Greene, que ya recomendé hace unos meses en esta sección. Me la prestó mi padre, buen aficionado al género, un verano de adolescencia, y me entusiasmó. Luego pasé a John Le Carré, y después vinieron muchos otros. La literatura y el cine de espías nos gustan y nos inquietan, casi a partes iguales, porque nos muestran una parte oscura del hombre contemporáneo: la capacidad de ocultar, mentir y fingir, que, puesta al servicio de los buenos, puede llegar a ser una acción paradójicamente virtuosa. Hay espías que son casi superhéroes; los hay complejos y atormentados; eruditos y matones de cuarta; seductores (o seductoras) de corazón frío; bon vivants y ascetas. Escribió Carlos Pujol que, mientras que la novela de detectives huele siempre un poco a cuarto cerrado, la de espías nos abruma por su dimensión: su escenario es el mundo y su campo de acción nos incluye a todos. Este mes, en la primera de dos entregas sobre el tema, os presento a algunos de mis espías favoritos.
Para algunos es la mejor novela de espías de todos los tiempos. Si no lo es, se queda cerca. Alimentada por el clima paranoico que los «Cinco de Cambridge» provocaron en los servicios secretos británicos, condensa como ninguna el clima, el color y hasta la temperatura de la Guerra Fría. El disfrute, además, puede ser triple: tanto la serie británica de 1979 (Tinker, Tailor, Soldier, Spy) como la película de 2011 (El topo) son estupendas adaptaciones.
El topo
John Le Carré
Booket
496 páginas
2016
10,95€
Si Quevedo hubiera sido un personaje literario, es probable que el autor lo hubiera descartado por excesivo e inverosímil. Juan Antonio de Blas parte de una de sus facetas más curiosas –la de agente secreto del duque de Osuna en Venecia- para construir una novela a caballo entre el género de espías y el de capa y espada, aunque lejos del folletín: es sólida, bien documentada y de cierta complejidad. El título, por cierto, es todo un hallazgo. Publicada por Diábolo Ediciones.
Soportal de los malos pensamientos
Juan Antonio de Blas
Diábolo Edicioness
210 páginas
2020
16,95€
Protagonizada por un aterrador Donald Sutherland y basada en una novela de Ken Follet, sustituye los habituales escenarios urbanos del género por una recóndita isla escocesa. Allí llega «la Aguja», un espía alemán famoso por su maestría con el estilete, que custodia un secreto de vital importancia para el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Se puede ver en Filmin.
Cuentan que en una ocasión, cuando Debronka –su nombre real era Ernest Maurice Charles Tessier– se puso a firmar libros en el Waldorf-Astoria de Nueva York, la cola de sus admiradores alcanzó los seis kilómetros. Esta novela, famosísima en su tiempo, ha sido definida como un cruce entre Ian Fleming y P.G. Wodehouse. En ella se concentran muchos de los ingredientes de las grandes historias de espías: un tren -el Orient Express-, un viaje a contrarreloj, un fascinante personaje femenino -Lady Diana Wyndham- y grandes dosis de cosmopolitismo y sofisticación.
De las dos grandes corrientes del género, la más juguetona –que desemboca en Bond– y la seria y reflexiva –que culmina con Smiley-, Debroka fue el gran impulsor, si no el creador, de la primera. Y lo hizo a lo grande. Editado por Impedimenta.
La madona de los coches cama
Maurice Dekobra
Impedimenta
304 páginas
2018
22,50€
Con un buen despliegue de testimonios y aportaciones de historiadores, Gonzalo Altozano relata las actividades clandestinas de su padre, Hermenegildo, espía en el Madrid fantasmagórico que había pasado de Corte a checa. Está en Ivoox.
De las varias incursiones de Hitchcock en el género de espionaje, las más redondas son, seguramente, Encadenados (1946) y Con la muerte en los talones (1966). Menos apreciada por la crítica, que reprochó en su día la escasa química entre Paul Newman y Julie Andrews, Cortina rasgada tiene unas cuantas virtudes: el asesinato más engorroso de la historia del cine, una persecución angustiosa en un museo, secundarios memorables (el científico chiflado, la aristócrata polaca…) y, sobre todo, la secuencia del autobús.
Está feo hablar de estas cosas en tiempos de epidemia, pero es posible que el éxito de James Bond se deba a una gripe. Era 1954 y el griposo era John Fitzgerald Kennedy, por entonces senador por Massachusetts, que se aburría como una ostra en la cama. Su amiga Oatsie Leiter, una socialité sureña, quien le envió una copia de Casino Royale, novela de un autor inglés poco conocido en EE.UU., para que se entretuviera. Le gustó tanto que no tardó en mandar una nota de respuesta: «Si consigues otra como esta, házmela llegar». Pocos años después, siendo ya presidente, envió a la revista Life una lista de sus diez libros favoritos e incluyó uno de Ian Fleming, lo que disparó las ventas en Estados Unidos y convirtió al espía británico en un fenómeno global.
La fórmula de Fleming era tan sencilla como inspirada: un protagonista carismático, mucha acción, paisajes exóticos, una generosa dosis de humor y un erotismo que, para la época, resultaba muy subido de tono. Todas sus novelas, es cierto, se parecen. La quinta de la serie, Desde Rusia con amor, es mi preferida.
Desde Rusia con amor
Ian Fleming
ECC Libros
240 páginas
2016
18,95€
Dirigida por Joseph Mankiewicz, esta película –que en inglés se tituló Cinco dedos– funciona como un mecanismo de precisión. Nada sobra, nada falta. Inspirada en un hecho real, de concepción sobria, llena de diálogos brillantes, es, sin duda, una de las joyas del género.
El tren como escenario de romances, asesinatos o como metáfora de la libertad. Vagones, raíles y estaciones protagonizan las recomendaciones de este mes.
Nos adelantamos a los centros comerciales y su «terrorífica» decoración de Halloween para proponer novelas, películas y hasta versos que hacen de los fantasmas algo más intenso y menos lucrativo.