Bieito Rubido | 11 de febrero de 2021
La televisión pública que pagamos con nuestros impuestos ha comenzado –bajo la hégira de Podemos- a enfrentar como nunca a una parte de España con otra.
¿Puede el amable lector, que cada día me acompaña en esta singladura del Astrolabio, darme una acción concreta, una sola, que haya hecho Pablo Manuel Iglesias Turrión como miembro del actual Gobierno de España? El líder de Podemos está más en la agitación que en la gestión. No sabemos si lo hace por manifiesta incompetencia o porque en realidad su ministerio está vacío de capacidades y de horizontes. Lo cierto es que los ministros de la extrema izquierda, cada día más radicalizada, son casi ministros de ficción, de dibujos animados. Su bajo perfil de gestión ya le viene bien al interino de la Moncloa, que así aparece como el político trabajador y moderado de la izquierda frente al ineficiente líder que se mira en el espejo ruso y que allá al fondo le gusta apreciar a los bolcheviques. Nada nuevo bajo el sol. Tan antiguo como el ser humano; caverna pura y dura de una ideología que solo trajo dolor y miseria. ¿Conoce el lector el número de muertos del genocidio del comunismo ruso? Ronda los cien millones, casi el doble que el del genocidio nazi. Por eso triunfaron entre los hombres de buena voluntad las democracias liberales.
La televisión pública que pagamos con nuestros impuestos ha comenzado –bajo la hégira de Podemos- a enfrentar como nunca a una parte de España con otra. Mientras hace millonarios a algunos periodistas de la izquierda caviar, arremeten contra la Familia Real por la decisión de enviar a su hija Leonor, como hacen tantas otras familias de España, a estudiar al extranjero. Hay un desprecio manifiesto a la capacidad de comprender en su globalidad el fenómeno de la educación de una futura Reina. Pero hay mucho más: hay un ataque a la convivencia, a la Constitución, a la unidad de España, a la concordia. Todo es odio, resentimiento. Lo hacen, mal que nos pese, con el dinero que usted y yo pagamos en impuestos. De nuevo una clase extractiva nos arruina, económica y moralmente. Parece un mal sueño del que no acabamos de despertarnos: los políticos más amorales y peor formados, gobernando en el momento de mayor dificultad. La tormenta perfecta. Da miedo. La peor de las ficciones.
Socialistas y extrema izquierda quieren despenalizar las injurias al Rey y los ataques al catolicismo, pero se ponen muy farrucos si alguien hace comentarios no correctos sobre inmigración o minorías religiosas.
España es una democracia plena, tan plena que ha logrado llegar a gobernar gente de tan escaso credo democrático como Iglesias y su pandilla.