Carlos Chiclana | 14 de marzo de 2021
No esperes que todo vuelva a ser como antes. Haz cosas nuevas, ten una estrategia de futuro, aprovecha la oportunidad que te brinda la realidad.
Frente a tanta adversidad y pérdidas, el ser humano sigue siendo fuerte: resiste, ataca y persevera. Precisamente por todo el sufrimiento tras un año muy difícil, la pandemia te sitúa en un escenario que puede ayudar a que tu identidad se haga más presente. No esperes que todo vuelva a ser como antes. Haz cosas nuevas, ten una estrategia de futuro, aprovecha la oportunidad que te brinda la realidad.
En tantas conversaciones con pacientes y familias, tutorías con alumnos y talleres variados, he detectado que muchos se han hecho más conscientes de su realidad personal y se han puesto al volante de su vida. Son los líderes fuertes y comprometidos que necesitan estos tiempos de valientes. Ellos me han hecho saber que:
Si estás leyendo esto es que el que virus no te ha matado. Suena fuerte, sí, y es así. Te vas a morir, así que vive y vive bien, lo que te vale realmente la pena, no te desgastes por tonterías. Todos somos supervivientes, pero no te conviertas en alguien victimizado, porque te infantilizas y te someten. Sé protagonista. Busca lo que te hace más tú, más bueno. Quítate lastres inútiles. Aparta lo que no aporta. La conciencia de la muerte te ayuda a aumentar tu presencia en la vida.
Necesitas horas de sueño, comer con orden, el sol, el contacto con la naturaleza, seguir los ciclos del día y de las estaciones, el ejercicio físico, el juego, las aficiones, los cambios ambientales. Las horas de encerramiento te lo han demostrado. Cuida más al «yo cuerpo» y tus otros yoes te lo agradecerán con estabilidad emocional, lucidez mental y mayor tolerancia al estrés.
Ya seas de los que atesoraron papel higiénico o de los negacionistas, unos por sometimiento y otros por rebeldía han respondido al miedo, a la vulnerabilidad. Si puedes desarrollar una nueva estrategia o una nueva capacidad es precisamente porque tienes miedo, te sientes vulnerable, te apabulla el mal, eres sensible, te ves indefenso, lo ves difícil, estás harta, te hacen daño, tienes inquietud, te sientes oprimido o la muerte te resulta dolorosa. Esta es la realidad de la persona y ahora que la conoces más de cerca es justo, en y a través de ella, como puede crecer y ser más auténtica.
La distancia y las limitaciones de reunión animan a considerar la necesidad de las relaciones humanas. Es tiempo de cultivarlas, mejorar la comunicación, decir lo que quieres, piensas y sientes. Eres relacional desde el primer instante de tu existencia. Establece un equilibrio sano entre darte y cuidarte, ayudar y ser ayudado. Exprésalo y no te engollipes emocionalmente.
¡Que paren el mundo que me bajo! Con este frenazo muchos se han dado cuenta de que corrían en una cinta de una cadena de montaje, alienados con sistemas, trabajos o modos de vida que no les interesaban. Una oportunidad para bajarse de los tiovivos que no te llevan a tu destino y solo marean. Haz poda, quita lo que sobra y ordena tus prioridades. Asóciate contigo. Camina ligero de equipaje.
Si te hubieran anticipado la pandemia, ¿esperarías de ti tanta capacidad de adaptación? Colegios transformados, teletrabajo implantado, Navidades diferentes, vacaciones sin vacaciones o Misas online. La aceptación es una las acciones más potentes de la voluntad, porque vence a la resignación y responsabiliza sobre la propia vida. Aceptación creativa que responde con personalidad propia.
Las iniciativas solidarias surgidas han puesto de manifiesto la bondad del ser humano. También la tuya, ¿verdad? Es tiempo de amar y sustituir la confrontación por escuchar, comprender, ayudar, respetar, validar, sugerir, confiar, esperar, perdonar, recuperar, dar la oportunidad, reconstruir, rehabilitar, unir en la diferencia, encontrarte con la libertad del otro, diversificar tus relaciones y, así, hacerte mejor.
La reflexión y la conexión con uno mismo ha llevado a muchos a descubrir que hay un templo en su interior y que el habitante no es el ego; que hay cuenta corriente en el cielo que no se llena con dinero, que los ángeles existen y que la respuesta de Dios viene también a través de ti. Todos en el mismo equipo.
Es tiempo para celebrar cualquier acontecimiento: una nueva flor en el bonsái, la sonrisa de tu pareja, unos que gritan en el bar, el nuevo piercing en la oreja de tu hijo. Tiempo para reforzar cualquier detalle que veamos y decir palabras de afirmación al otro. Para estar satisfechos por tanto que haces bien, por tanto que hacen bien los otros. Que te puedan llamar don Satisfecho.
Durante el confinamiento duro eras un privilegiado por tener acceso a una terraza o un pequeño jardín. ¡Cuántos lujos sencillos disfrutamos cada día! Agua corriente, parar en un bar, ir al parque, entrar y salir cuando quieras. Puedes valorar todas esas cuestiones que dabas por supuestas, que son un regalazo de la vida y disfrutarlas. Duérmete cada día con una sonrisa de agradecimiento. Da las gracias y las gracias te serán dadas.
La evolución del coronavirus en los distintos países ha dependido de cómo se tomaron las decisiones al inicio de la pandemia. Es posible que para final de año deje de ser una preocupación.
Las dos almas de Carlos Aganzo, la de poeta y la de periodista, se despliegan en esta entrevista con naturalidad, en un baile de ida y vuelta que no pierde comba.