Bieito Rubido | 19 de marzo de 2021
La izquierda no invierte ni un minuto en eso que denominamos «el interés general», el bien común, la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos.
La escena que relato a continuación se registró en un céntrico y exitoso restaurante madrileño en el eje de la Castellana. Un camarero se acerca a la mesa de dos clientes habituales y en voz alta le anuncia a uno de ellos: «Todos los camareros de Madrid votaremos a Ayuso, fue la única que defendió nuestros puestos de trabajo». Aunque no deja de ser una simple anécdota, es bastante reveladora, ya no del posible apoyo de un estrato social no muy elevado a la líder del PP en Madrid, sino de cómo se han trastocado los valores de la política en España. Es la derecha, es el PP, quien defiende a los trabajadores y, por supuesto, a los empresarios, mientras Sánchez, desde su distanciamiento y soberbia, desprecia a un colectivo que ha sufrido como pocos las consecuencias de esta pandemia.
La izquierda se ha instalado en nuestro país en lo de predicar. En eso son habilidosos, mayormente con el respaldo mediático de todos los canales de televisión. Pero ya se sabe que una cosa es predicar y otra dar trigo. Y resulta que cuando se gobierna, los que antes te escucharon predicar te piden ahora el trigo. En los tiempos que vivimos, la producción de cereales y garbanzos se traduce en empleo, en dignidad en el trabajo, en estabilidad para que se genere riqueza…
Algo hemos aprendido los españoles en los últimos tiempos. La corriente política que ahora se hace llamar en España «izquierda» ya no tiene valores de izquierda. De hecho, el supuesto cerebro gris de la Moncloa trabajaba hasta antes de ayer para la derecha, ya se pueden imaginar qué firmes son sus convicciones. La denominada izquierda está anclada en ayudar a las empresas de sus amigos mientras se destruye empleo, o en el plan antisistema de los populistas. Pero en eso que denominamos «el interés general», el bien común, la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos, en eso -es decir, en dar trigo- no invierten ni un minuto. Por eso los camareros de todo Madrid van a votar a Ayuso: ya vieron el verdadero rostro de los predicadores de la izquierda.
Ni Sánchez es un socialdemócrata ni Iglesias es un izquierdista clásico. Son dos narcisos que ansían la púrpura, pero que no van a transformar la sociedad para bien.
La coherencia y la fidelidad a unos principios ya no existe. Por eso Ciudadanos se deshace como un azucarillo y al PSOE actual no le sirven los valores de la izquierda tradicional.