Chema Rubio | 09 de abril de 2021
La compañía surcoreana abandona el segmento de los smartphones tras 11 años de pérdidas. El modelo Nexus 5 fue pionero en fusionar materiales de baja calidad en el exterior con unas propiedades muy interesantes por dentro.
Ya han cortado las barbas de LG. Es el momento de poner a remojo las divisiones de telefonía móvil de otras empresas tecnológicas. El mercado está saturado y no hay nada nuevo en las presentaciones de los nuevos smartphones. Apple y Samsung copan las ventas de móviles y el resto disputa una carrera para ofrecer más por menos a los incautos compradores que se dejan llevar por unas prestaciones muy dudosas.
LG es una de las pocas compañías del mundo que tiene un nombre de dos letras. Quizá pase desapercibido, pero en las campañas de publicidad de cualquiera de sus productos es muy importante grabar a fuego en la memoria de los clientes potenciales esas dos letras. Desde 1958, la empresa con sede en Seúl se ha dedicado al segmento de las televisiones, los electrodomésticos, los monitores, la climatización… Su matriz LG Display es la segunda comercializadora mundial de pantallas LCD, por detrás de Samsung.
Todo iba bien hasta que en 2010 decidieron entrar en el campo de batalla de los smartphones. Su beneficio neto pasó de los 2.209 millones de dólares, en 2009, a 1.205, en 2010, y a un negativo de 407 millones de dólares, en 2011, que a duras penas pudo remontar el resto de años. En 2014, logró cerrar con un saldo positivo de 471 millones de dólares, muy lejos de sus cifras previas a la venta de móviles.
LG apostó por móviles con un diseño muy cuidado. Era su punto fuerte para intentar diferenciarse del resto. Terminales con líneas atractivas que se ganasen los ojos de los compradores en un escaparate con una abrumadora competencia en el fondo y en la forma.
En el recuerdo no nos queda casi ningún móvil de LG. Ninguno ha roto los esquemas del mercado y ha sometido a la competencia. Todo lo que hacían ya estaba en el mercado o era tan innovador que nadie se atrevía a apostar por ello. A sus diseños añadieron pantallas de alta calidad para presumir de división de LCD, pero eso tampoco convenció al gran público, que seguía con la mirada en Samsung.
LG nunca estuvo fino con la nomenclatura de terminales como el K22, K61, V60, V600, Q60, K420N… Solo al final recapacitó con el LG Wing o el Velvet
La nomenclatura tampoco ayudó. Todos los smartphones tienen números y letras en sus nombres reales que ayudan a los servicios técnicos a identificar la fecha de la compra para posteriores arreglos. Hasta Apple tiene estos números, pero el marketing de Cupertino se ha ocupado de no quede rastro para que el comprador se centre en sus iPhone 10, 11 o 12 nada más. Samsung disimula mejor estos números en su gama premium y LG nunca estuvo fino con terminales como el K22, K61, V60, V600, Q60, K420N… Solo al final recapacitó con el LG Wing o el Velvet.
Y eso que la experiencia de 2013 con Google fue muy buena cuando pusieron a la venta un móvil muy especial, el Nexus 5. En realidad, era el LG G2, pero alguien se dio cuenta de que con ese nombre no podían competir. Un buen procesador, una RAM de 2Gb, una cámara de 8Mpx, una pantalla de 5 pulgadas FullHD… El primer móvil feo por fuera y potente por dentro que encendió la bombilla de Huawei o Xiaomi para terminar de destrozar el mercado móvil con sus modelos buenos, bonitos y baratos.
El margen de beneficio de LG en 2017 fue del 0,3%. Una tecnológica a la que le cuesta tanto ganar cada dólar que entra en sus arcas no merece seguir sosteniendo la venta de móviles. El 31 de julio de 2021 dejará de vender terminales, aunque seguirá dando soporte a los modelos vendidos hasta el momento. Por ejemplo, el innovador LG Wing y sus dos pantallas necesitarán un servicio técnico que impida que el comprador se sienta engañado por pagar casi mil euros por un móvil de una empresa que ya no fábrica móviles.
LG gana dinero fabricando lavadoras. Ese es su verdadero negocio, los electrodomésticos. Fueron los primeros en colgar de las paredes de las casas aires acondicionados que parecían cuadros
LG gana dinero fabricando lavadoras. Ese es su verdadero negocio, los electrodomésticos. Fueron los primeros en colgar de las paredes de las casas aires acondicionados que parecían cuadros. No hacían ruido y se mimetizaban con el entorno. LG Signature es su línea premium con tecnología útil y unas líneas de diseño únicas. No lo han hecho mal con las teles inteligentes. Su bandera de negros puros con el astronauta español Miguel López Alegría sí que impactó fuerte en el mercado y obligó al resto a trabajar en mejores resoluciones y gamas cromáticas.
LG se baja del barco de los móviles. Una decisión inteligente para evitar el descalabro del resto de segmentos de la marca. Han entendido que es mejor no estar en la guerra de los móviles que perder todas las batallas por el mero hecho de estar en ellas. Que se peguen otros y que sean Apple y Samsung los que se defiendan de los ataques de los móviles chinos. Aunque la salida de LG no será la única. No dedicarse casi en exclusiva a fabricar un producto o no tener otros en el mercado que faciliten su llegada es una muerte segura.
España vive su segunda Semana Santa en pandemia. El Vaticano aprobó aplazar las procesiones para respetar las medidas sanitarias, pero las cofradías españolas recurren a la tecnología para hacer más llevadera su Estación de Penitencia.
Ryuk es el nombre del ransomware que destrozó al Servicio Público de Empleo Estatal. Entró en ell sistema por un mail y encriptó los datos de millones de españoles a cambio de un rescate que nunca llegó.