Bieito Rubido | 11 de mayo de 2021
Detrás del traspaso de la competencia de prisiones al País Vasco está el pago a un apoyo a la moción de censura y la ignominia de querer hacer la vida agradable a una banda asesinos.
Una de las claves de la moción de censura que desalojó a Mariano Rajoy de la Moncloa y colocó en su lugar a uno de los políticos más impostores que recordamos fue la promesa del PSOE al PNV de traspasarle la competencia de prisiones. Pocos territorios en toda Europa como el vasco para entender lo que eso supone. Ni más ni menos que la infamia de dejar libres por la puerta de atrás a centenares de asesinos. Cuando eso ocurre, la sociedad que lo permite está enferma. La narcotización mediática que padecemos hace que ya nadie se escandalice por ello.
A esa ignominia que se esconde detrás de la enésima traición de Sánchez al conjunto de los españoles, se une la ceguera de una generación política que no se da cuenta de que la presencia del Estado en determinados territorios se convierte en un elemento de igualdad y que su desaparición de los mismos ahonda la brecha entre autonomías. A esa brecha está dedicado en cuerpo y alma el partido sanchista, que hace años dejó de ser socialista.
Cuando la Guardia Civil deja de patrullar por las carreteras de una determinada región, la lengua castellana desaparece de los servicios públicos y las cárceles ya solo las administran los gobiernos autonómicos, el Estado desaparece. Fue un error cometido por todos los presidentes del Gobierno, a excepción de Leopoldo Calvo Sotelo. Nuestro país, España, se está poniendo en cuestión permanentemente. Unas minorías vociferantes imponen su relato al resto de los españoles. La mayoría piensa exactamente lo contrario, pero parece que nada va con ellos. Por eso ha pasado sin apenas escándalo esta cesión vergonzosa del Sanchismo al desleal nacionalismo vasco. Detrás de ello está el pago a un apoyo a la moción de censura y la ignominia de querer hacer la vida agradable a una banda asesinos. Aunque unos más que otros, sin duda, estamos enfermos.
Estamos en el día de reflexión de una campaña ciertamente atractiva que extendió su interés al resto de España. No se equivoquen, mañana no solo se vota el Gobierno de Madrid, mañana se le envía un mensaje muy claro a Sánchez: o vuelves al centro, a la moderación, a la socialdemocracia, o los votantes te echarán.
Ahora toca la ‘epidemia’ de las amenazas a políticos. Los medios tenemos una gran cuota de responsabilidad en todo ello, pero más todavía los políticos que quieren hacer un aprovechamiento perverso.