Bieito Rubido | 24 de mayo de 2021
A los españoles se nos acumulan los problemas de todo tipo. Para esos parece no tener solución alguna esta izquierda que compra los trucos de los chamanes de la derecha.
España sufre, al igual que otros países de Europa, la crisis de la izquierda. La única diferencia es que esa crisis en Francia la atenúa Macron; en Italia, un independiente llamado Mario Draghi, mientras que Alemania y el Reino Unido han optado por liderazgos alejados de esa izquierda adanista e indocumentada que hoy nos azota a los españoles. Esa, y no otra, es la razón por la que el independentismo sigue cavando la zanja de la decadencia en Cataluña, o por la que Marruecos nos humilla en Ceuta por «un quítame allá un Polisario». Nos faltan gobernantes. En realidad, nos faltan hombres de Estado. Estamos rodeados de mediocridad, a lo que ha contribuido un sistema que expulsa a los buenos por culpa de una ley de incompatibilidades que penaliza el mérito y aúpa al insignificante, cuando no al banal. Que a estas alturas nos sorprendamos de los cuatro lugares comunes de una medianía apellidada Redondo, lo dice todo sobre lo que ahora mismo vivimos los españoles.
El último timo de este vendedor de crecepelos es una visión de la España de 2050. Con toda humildad y realismo, no creo que llegue hasta allá, pero quienes entonces vivan en España se carcajearán del aprovechamiento mediático de este profeta de la nada. Mientras, a los españoles se nos acumulan los problemas de todo tipo. Para esos parece no tener solución alguna esta izquierda que compra los trucos de los chamanes de la derecha. Nos gobierna un personaje que solo alcanzó 120 escaños del favor popular, y que concibe el juego democrático como una rendición de la oposición a la que no tolera ni una palabra y con la que, desde luego, no dialoga.
Se considera un líder providencial y no quiere mirar por la ventana para ver la realidad del país: estamos desgobernados, peor que nunca y en gran medida se debe a que la izquierda ya solo genera dirigentes como Sánchez, que tienen serios problemas para entender qué es una nación.
Sánchez ha abusado de los decretos leyes. Por lo visto, Iglesias Turrión sabía algo de espionaje y por eso lo metieron por la puerta de atrás de la covid.
Sánchez y su troupe tienden a la nada en la gestión, sobre todo en la acción de gobierno bienintencionada. Les gusta más la propaganda, la prosopopeya, invocar palabras nuevas…