Aquilino Cayuela | 11 de julio de 2021
La iglesia alemana padece la mayor crisis de su historia: no hay vocaciones, solo un 5% de católicos son practicantes y encontramos que más de un 70% del clero reconocen que no se confiesan más que una vez al año o nunca.
El pasado 10 de mayo algo más de 80 presbíteros en Alemania, se confabularon para admitir en sus parroquias bendiciones a parejas homosexuales de distinto signo. En muchos casos las bendiciones no las impartieron estos curas y las dejaron en manos de diáconos laicos o animadores de la parroquia, normalmente mujeres, para no poder ser amonestados, se cumplió eso de “lanzar la piedra y esconder la mano”. En otros casos los propios curas acudieron con su propia pareja gay para ser también bendecidos y agrandar su actitud desafiante y casi pueril. Hubo un tercer caso donde sí impartieron personalmente estas bendiciones. El acto reivindicativo se hizo en repuesta al “Responsum” de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 15 de marzo de 2021.
Los “sinodales” en su reacción nacionalista y anti romana hacen suyos todos los tópicos del relativismo demo-liberal y de la nueva izquierda. Desde adviento de 2019 en un ambiente donde las cartas estaban ya marcadas y las propuestas eran peticiones de principio que coinciden exactamente con las conclusiones a las que se el Camino sinodal va llegando a su fin. Nada nuevo bajo el sol, pero por ilustrar brevemente al lector español señalo unas pocas características:
Sobre el poder prevalece una idea, propia de la dialéctica de la nueva izquierda: todas las estructuras de la sociedad civil no son más que formas de dominación donde siempre hay oculta hay una estructura de poder, al fondo un poder capitalista, que genera desigualdad y que es preciso revertir. En este caso para superar la desigualdad de la Iglesia Católica debe democratizarse radicalmente, partiendo de una igualación del estatus de hombres y mujeres y buscando eliminar cualquier desigualdad (siempre en una dirección ya determinada): Primar el estatus de la mujer (también de otros “géneros”) en las estructuras eclesiales y que estas alcancen empoderamiento, esto incluso si supone discriminación positiva.
Este aspecto queda ya explicado en el anterior punto, solo que se lleva al plano dialéctico hombre-mujer, por eso siguiendo la vía del feminismo radical y de las perspectivas de género, un objetivo final de lograr el sacerdocio femenino a través, primero, de alcanzar un diaconado permanente para las mujeres. Subyace la lógica de estructuras de poder corruptas donde la mujer debe alcanzar el mismo estatus que los hombres en la Iglesia.
En sí mismo, este foro, pretende cambiar (o deconstruir) la disciplina de los sacramentos; para los sinodales los sacramentos al fondo tienen el mismo valor que les daba Lutero (yo diría que incluso menos), son mero “signo y consuelo” (pero no realidad trascendental y sobrenatural), de modo que como “signo y consuelo” son un derecho, no un bien y una realidad superior a proteger como lo son verdaderamente para un católico. De este modo quien administra los sacramentos no es más que un funcionario, un animador cultural o un activista de ONG que a través de estos signos-consuelo-derecho aporta socialmente un ayuda emocional a la gente.
En el foro de discusión acerca de moral sexual del camino sinodal promueven una ruptura tanto con la tradición, como con el reciente magisterio de la Iglesia: Se presupone que la Iglesia está muy alejada de los cambios sociales y los avances de las ciencias (particularmente la sociología) lo que ha dejado a la Iglesia desfasada y distante de los fieles, incluso dicho distanciamiento y sus estructuras de poder están detrás de los abusos a menores por parte de tantos clérigos. Por esto se hace necesario una ruptura, dicen ellos “CENSURA”, con la Iglesia tradicional (a la que describen como anacrónica e ignorante) y se ha de entrar en un nuevo momento para la Iglesia alemana (al menos y esta como una LUZ (Ilustración) a otras iglesias católicas locales en otros sitios). Una moral relativista y parcial donde bastan algunos aspectos de “bien” en los actos humanos para que estos sean dados por “buenos”.
Además, en su pastoral impera un nacionalismo fuerte por lo que quieren acabar con las misiones de lengua extranjera, ajenas a este Camino sinodal, y en profunda comunión con Roma. Así las misiones de lengua española, polaca, croata, italiana, etc., quienes acogen y dan servicio a centenares de fieles católicos. Por eso quieren “absorberlos y asimilarlos” en las parroquias alemanas, acabando así con los pocos bastiones de catolicidad y fidelidad a Roma existentes.
La iglesia alemana, sin embargo, padece la mayor crisis de su historia: no hay vocaciones, solo un 5% de católicos son practicantes, en un país ya de suyo de pocos católicos, y encontramos que más de un 70% del clero reconocen que no se confiesan más que una vez al año o nunca. Sin embargo, tienen la arrogancia de proponerse como modelo universal de Iglesia. Estamos ante una profunda secularización interior que, con este sínodo, pretende alcanzar su consumación.
El Círculo de Kreisau se opuso al nazismo desde frentes ideológicos diversos, pero unidos por el cristianismo. Algunos de sus miembros fueron asesinados, otros siguieron trabajando tras la caída de Hitler.