Aquilino Cayuela | 18 de julio de 2021
La vieja lucha de clases se transfigura en arco iris de lucha de géneros y su única razón es imponer leyes y pautas que, a través de la coerción legal y la penalización, obliguen a todos a callar y no disentir de su corrupto argumentario.
Las ideologías totalitarias (socialismo-comunismo; fascismo; nacionalsocialismo) han sido un producto propiamente europeo: pensado, creado y desarrollado en Europa a través de organizaciones transnacionales europeas. El socialismo-comunismo aprovechó los movimientos de masas de la convulsa Europa que salía de la primera Gran Guerra para triunfar en Rusia, intentarlo en Alemania y expandirse a través de la tercera Internacional (o Comintern). El fascismo surgió de las mismas cenizas y creado por un socialista desencantado (Mussolini) embaucó a la Italia de entreguerras y triunfó. Con mayor pureza ideológica el nacionalsocialismo se apoderó de Alemania y desde ella inició una guerra total imponiéndose en todos los territorios anexionados y ocupados por el tercer Reich a través del terror y la propaganda. Ahora estamos una nueva oleada ideológica, una versión 2.0: el Generismo o ideología de género que se alza también a nivel transnacional gracias a las políticas de la Unión Europea.
La imposición ideológica «generista» se asemeja mucho a la «nazificación» o a la «sovietización» europea. Un ejemplo reciente lo tenemos cuando la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, amenazó gravemente al Gobierno húngaro de Viktor Orbán para forzarle a modificar su reciente ley sobre de protección de la infancia que limitaba la propaganda generista. Del mismo modo se ha presionado al gobierno de Polonia anteriormente. Si atendemos a la ley húngara, no solo es una ley legítima de un estado nacional, que debe ser respetado por el conjunto de Unión Europea, sino que su objeto es la protección del menor frente a delitos como la pedofilia, tomando medidas que van dirigidas a controlar el acceso de los menores de edad a contenidos de pornografía de cualquier tipo y de temática LGTBI, impidiendo, así mismo, la propaganda «generista» en las escuelas, así como la difusión de contenidos sexuales en horario infantil.
Como contrapunto estos días, en Berlín, encontraba un cartel de la Central Federal para la Formación Sanitaria (Bundeszentrale für gesundheitliche Aufklärung -BZgA-) con la siguiente información:
Recomendación de estándares para la formación sexual con la profundización en los siguientes temas:
De 0 a 4 años: masturbación en la niñez temprana.
De 4 a 6 años: autosatisfacción, homosexualidad.
De 6 a 9 años: transito de género, prevención y lujuria.
De 9 a 12 años: orientación de genero.
De 12 a 15 años: todo sobre el tema «sexo».
Esto debe ser lo que Úrsula Von der Leyen, destacada política de la derecha liberal alemana (CDU), considera «valores europeos» sin percibir que tales recomendaciones no son más que imposiciones de la «nazificación o sovietización generista», que crece, se propagan y se impone como la epidemia, bajo su amparo.
Es sorprendente que la derecha demo liberal no perciba el peligro totalitario del Generismo, quien ha suplido el vacío dejado por el hundimiento de la ideología marxista. Hoy el arcoíris y el lila son «rojos por dentro» con estrella de cinco puntas y hoz y martillo incorporados pues, vaciada la utopía marxista y sus dogmas, se ha reciclado y remachado en el Generismo. Toda una ideología cargada de cientifismo (opuesto radicalmente a la ciencia natural misma, sobre todo, a la biología). Ahora, la vieja lucha de clases se transfigura en arco iris de lucha de géneros y su única razón (de ahí que insista en la «nazificación») es imponer leyes y pautas que, a través de la coerción legal y la penalización, obliguen a todos a callar y no disentir de su corrupto argumentario irracional e ideológico. Solo a través de la propaganda, el cambio de lenguaje y la represión se puede silenciar a la razón y al buen sentido.
Nunca las leyes y las políticas se habían atrevido a tanto inmiscuyéndose en la intimidad y privacidad de los niños y los jóvenes de esta manera
Todo esto nos muestra que antes de que sea demasiado tarde (tal vez ya lo sea) aquellos a quienes nos quede algo de «buen sentido» debemos sostener nuestra perplejidad, nuestra preocupación y, más allá, nuestra indignación en confrontación con la ideología.
¿Acaso la Unión Europea tiene vocación de se la nueva «tercera Internacional» o el nuevo «tercer Reich» que impone y amplifica la progresión ideológica del totalitarismo «generista» con su adoctrinamiento de los niños y bajo un fanatismo pansexualista?
Lo peor de esta política neo-totalitaria (cierto que no hay aquí ni racismo, ni lucha de clases) es que hay un elemento mucho mas siniestro y peligroso: Una auténtica nazificación o sovietización ideológica de la vida íntima, de lo más privado y personal de un sujeto desde la infancia (su mundo afectivo- sexual) y, de paso, usurpa a los padres la potestad de formar en conciencia a sus hijos, arranca el principio y el derecho de subsidiariedad a los padres y a la sociedad entera.
Nunca las leyes y las políticas se habían atrevido a tanto inmiscuyéndose en la intimidad y privacidad de los niños y los jóvenes de esta manera. Legislar y alcanzar «poder» sobre lo que afecta a la intimidad es radicalmente totalitario. Además, se toma la sexualidad por ídolo y punto de conflicto para imponer su «distopía», se desnaturaliza el sexo, se extirpa de su mundo propio, que es el ámbito afectivo, psicológico y moral, para politizarlo. Pero no nos engañemos como toda propuesta ideológica el rojo que se oculta tras el colorín es la esclavitud y la servidumbre: la manipulación y el dominio de las conciencias.
Los signos de la corporalidad no valen como signos de la construcción personal. La frustración por el fracaso del comunismo se ha sustituido por no querer reconocer lo que se nace.
Esa violencia desatada en menores y jóvenes, que incrementa año tras año las estadísticas criminales, parece responder al tributo que exige el falso ídolo del sexo.