Ignacio Álvarez O´Dogherty | 31 de marzo de 2017
La vida de Samuel (Omar Sy) va a cambiar una mañana cuando Cristine (Clémence Poésy), una antigua amante, se presenta de repente con la que dice ser su hija. Sin más, Samuel se queda solo y se ve obligado a emprender un largo viaje con su hija en busca de explicaciones de su madre.
Hay que comenzar diciendo que Mañana empieza todo es un calco de la mexicana No se admiten devoluciones (2013). Tanto es así que uno de los dos guionistas de la película es Eugenio Derbez, el propio guionista y protagonista de la versión original. No hay prácticamente diferencia alguna con respecto a la anterior, salvo que aquí hay más presupuesto, el actor principal es Omar Sy (Intocable) y se trata de una producción francesa.
Mañana empieza todo es todo un culebrón que va explorando distintas problemáticas suscitadas por diversas situaciones dentro de lo que algunos denominan como nuevas formas de familia, con la cuota aparentemente obligatoria a la mentalidad del colectivo LGTB y un acento algo más pronunciado en la cuestión de la paternidad.
Se trata, sin duda, de una historia simpática, pero Mañana empieza todo choca por el contraste con el que aborda temas serios y dolorosos con demasiada ingenuidad o fantasía. Inevitablemente, uno se acuerda de ese “exceso de positividad” del que habla el surcoreano Byung-Chul Han, como una tendencia social arraigada y característica de este film. Un síntoma que no hace sino enfatizar esa incapacidad nuestra para dar una respuesta verdadera ante el límite del mal.
En mi opinión, la cinta es una expresión de ese extraño miedo generalizado hoy en los adultos de que los niños, tantas veces, se eduquen al margen de la realidad o permanezcan protegidos de ella. Una vez más… como si la realidad ya no sirviera para algo, ni siquiera para la magia.
A pesar de su éxito en taquilla en Francia, para mí, perfectamente prescindible viendo los estrenos de este fin de semana.