José Carlos Rodríguez | 20 de abril de 2017
Eduardo Mangada, consejero de Política Territorial, Obras Públicas, Transporte y Urbanismo de la Comunidad de Madrid con Joaquín Leguina, explicó a los madrileños que el capitalismo había llegado al culmen de sus contradicciones y su inexorable fin, pronto ya, aconsejaba no poner los recursos públicos al servicio de un mayor desarrollo económico. Mangada estaba aplicando la ortodoxia del libro, que seguramente no sería El Capital, sino alguno de sus guías para intelectuales de urgencia, como el Marta Harnecker. A Mangada, como a tantos otros, se le cayó el muro de Berlín sin que él se cayese del guindo.
Y el capitalismo fructificó, creció y nos ha hecho en conjunto mucho más prósperos. Ante esa afrenta de las sociedades libres, muchos marxistas desahuciados por la historia se han agarrado a un marxista menos mecanicista y que conmina más a la acción. Un marxista que rechaza el economicismo del maestro y mira a la cultura como motor de la acción: Antonio Gramsci. Según el filósofo, las fuerzas materiales descritas en El Capital no se desencadenan porque hay una “hegemonía” cultural impuesta por los explotadores y la labor del revolucionario consiste en acaparar no las fábricas, sino las áreas de influencia social. Por eso, en lugar de esperar pacientemente a que la lógica del capitalismo lleve a su destrucción, ahora adoptan una actitud activa para imponer su mensaje con todos los medios que estén a su alcance.
Gramsci, o por ser más preciso, su imagen, es lo que utiliza Juan Carlos Monedero para tapar la capitalista manzana de Steve Jobs en su portátil Apple. Tiene mucho de declaración de intenciones. Como aquella intención de convertirse en alcalde de Madrid. Aquello no salió por un pequeño problema con Hacienda: no había declarado 425.150 euros por un informe sobre cómo crear una nueva moneda, elaborado por él, que de monedas solo sabe cómo guardarlas. Pero en su partido ya le saludaban llamándolo “alcalde”.
A Mangada, como a tantos otros, se le cayó el muro de Berlín sin que él se cayese del guindo
Todos sabemos que no fue Monedero el alcaldable, sino la juez Manuela Carmena. Carmena se ha hecho con el gobierno de la villa y corte gracias al apoyo de la plataforma Ahora Madrid y al apoyo del Partido Socialista, en un intercambio muy interesante: Los socialistas aportan los votos y Ahora Madrid, las ideas. Entre ellas están las de Antonio Gramsci, deglutidas y regurgitadas en decisiones políticas. Como, por ejemplo, la de crear un blog que critica las informaciones que no aprueban sobre el propio Ayuntamiento. O nada menos que toda una emisora de radio donde dar a conocer su mensaje. O dedicar nada menos que 9,42 millones de euros a publicidad y propaganda. Un euro de los madrileños gastado en explicar por qué Ahora Madrid merece una segunda oportunidad y el resto de los partidos no, es un euro bien gastado. Al fin y al cabo, se trata de imponer una nueva hegemonía.
El diario La Razón dio a conocer recientemente los datos dedicados por el Ayuntamiento, en los nuevos presupuestos, a “publicidad y propaganda”. En 2015, en las últimas cuentas responsabilidad de los populares, estos presupuestaron 2,8 millones de euros a esa partida. Una cantidad difícil de justificar, pero que el nuevo Ayuntamiento ha dejado en polvo de la historia, con 9.417.886 euros previstos.
Hay partidas que se multiplican casi por diez, como el departamento de Participación Ciudadana, Transparencia y Gobierno Abierto (2.105.351 euros). Es una partida importante para este consistorio, porque prevé realizar varios plebiscitos. El objetivo es que sus partidarios, más activos e implicados en sus propuestas, superen en número a la inmensa mayoría de ciudadanos madrileños que les da la espalda. Pero como solo se cuentan los votos emitidos, ellos publicitan sus acciones, las “ganan” en estas consultas y se legitiman para llevarlas a cabo si es que hay alguna otra institución (la Comunidad de Madrid, el Gobierno), que muestra su oposición. Gracias a este caro juego, las instituciones democráticas se convierten en antidemocráticas porque se oponen a las iniciativas del Ayuntamiento carmenita y a sus consultas.
Otra área en la que multiplica la rúbrica es la de Medio Ambiente y Movilidad. Es muy duro arbitrar cuándo y cómo podemos perder el tiempo los madrileños en nuestro diario esfuerzo por ganarnos la vida y explicar, al mismo tiempo, que todo lo hacen por nuestro bien. Pero con 231.256 euros de propaganda resulta más fácil, menos ingrato. La portavocía del gobierno municipal, 1,4 millones. Y así una partida tras otra. Aquí no cabe el austericidio.
Hemos accedido, de forma independiente, al detalle de cada una de las partidas. Y hay ejemplos llamativos. Algunos muy interesantes, como el aumento en 97.000 euros de la partida destinada a bibliotecas públicas.
Hay otros cuya utilidad no está del todo clara, como el destinado a la publicidad de los “planes de barrio”. En el Distrito Centro se van a gastar en esta partida 8 millones de euros. Esos “planes” pasan por realizar actuaciones y eventos en las calles. En la sección Cultura y Deportes hay un nuevo programa de “actividades culturales” que compromete el gasto de 250.000 euros. Se crea otra partida, dentro del programa de gestión ambiental y urbana, en la que se dedica medio millón de euros a explicar las actuaciones del gobierno local. Y hay partidas nuevas de “actividades culturales” en el distrito de Centro, Arganzuela, Retiro, Chamberí… todos con 30.000 euros.
Podríamos seguir detallando el presupuesto, pero no es tan relevante como plantearse si realmente el intento de Ahora Madrid de crear una nueva “hegemonía” al servicio de sus intereses es tan necesaria para el conjunto de los madrileños como para dedicarle más de nueve millones de euros.
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