crubio | 30 de mayo de 2017
«No se puede medir la maldad, ni sus consecuencias«. El viejo Canal+ se puso el mono de trabajo hace poco más de un año para convertirse en #0. Una televisión social, de calidad y cara. Sobre todo, cara. Pero se lo pueden permitir y el resultado de eso son reportajes como los de Jon Sistiaga. Aquel reportero que vio morir a José Couso en la guerra presenta ahora una terna de episodios donde ya se ha acercado a la pedofilia, a la muerte y ahora se adentra en la maldad.
No le faltan gotas de sensacionalismo pero la puesta en escena, la realización, incluso el guión que firma el propio Sistiaga, elevan el ritmo y la calidad de los documentales a un nivel muy alto en una televisión habituada a hacer del reportaje sesgado su medio de vida.
La cabecera de Tabú: ¿De qué esta hecho un malo? tiene toda la intención. Quien haya seguido CSI o haya visto una serie del montón que se llama Wayward Pines entenderá de qué se trata. La representación de la realidad en forma de muñecos diminutos que copian situaciones. En este caso, la pregunta que lanza Sisitaga atrapa al espectador, ¿Mataría a una persona si eso salvara la vida de otras cinco?. Una vía de tren. Un tren que silba en su camino. Cinco obreros a lo largo del raíl y la posibilidad de que, empujando a una persona entre el tren y los obreros, la máquina se pare, salve la vida de aquellos y se pierda otra.
Así comienza #TabúMaldad, con un dilema moral, ¿tú qué harías? pic.twitter.com/dJMVHY7hLP
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La charla con Arturo González Panero, ex alcalde de Boadilla e imputado en la trama Gürtel, es la de un periodista hablando con un político. Sin más. Uno de esos políticos que hace suyas las resoluciones judiciales a modo de argumentos repetitivos. Su nueva vida es curiosa para un hombre al que le piden 40 años de cárcel pero más curiosa es la pregunta de Jon Sistiaga al final de la conversación, «¿Me has metido durante esta entrevista?«.
La Gürtel es la maldad política por excelencia en este país en los últimos años. Ana Garrido es la técnico del ayuntamiento de Boadilla del Monte que convivió con más ángeles que demonios. Un día decidió escarbar en el estercolero político que la rodeaba y el coste de la honestidad fue lapidario. «Volvería a hacer lo mismo, no se ser de otra manera», la declaración de Garrido encierra un dilema moral del que supo salir y que le ha dejado la secuela de no volver a ser feliz.
Psicólogos, psiquiatras, expertos en perfiles criminales… No se pueden poner limites a la maldad, ni marcar patrones. Ataca a los valores más básicos del ser humano y forma una nueva persona. «La psicopatía de cuello blanco es la de aquellos que atrapan las flaquezas de los demás en su propio beneficio«, asegura un catedrático en psicología. «Los narcisistas perversos dicen ‘lo siento’ o ‘perdón’ si eso les sirve para algo», apunta una psicóloga. Declaraciones que el espectador llevará a su vida diaria y que, sin quererlo, intentará encajar en la personalidad de alguien cercano.
https://twitter.com/cero/status/867839447546515457Pero hay una frase trascendental, una que se dice entre cuadros de Escher, entre el cielo y el infierno, entre los círculos de Dante. «La gente no se ha vuelto más buena, lo que pasa es que hay más vigilancia». Un martillo golpea las conciencias antes de entrar en la mente del asesino.
La incultura popular ha conseguido sumergir en los infiernos a la profesión de abogado defensor de un asesino. Barbara Royo es la letrada que recurrió ante el Tribunal Supremo la sentencia de José Bretón. El cordobés acusado y condenado por matar y quemar a sus dos hijos. Sistiaga consigue llevar el objeto de su reportaje más allá de lo esperado mientras charla con ella.
«Es imposible ganar un recurso de un juicio mediático (…) el juez no se atreve a cambiar la condena (…)». Son frases de Bárbara Royo que, por primera vez desde que el caso cayó en sus manos, ha podido explicar públicamente que ella no defendió la inocencia de Bretón, «defendí la vulneración de derechos para conseguir condenas». Ahogada en un conflicto moral, se agarró a la razón para intentar hacer justicia. El reportaje tiene su pico de interés aquí, cuando Royo pone en duda el sistema penal español en un caso como este. Asegura que si esta practica se generaliza, no podremos estar seguros con nuestras propias leyes.
Convivir con el mal. Tener dos hijos. Y acabar diciendo «Me quiso (…) y yo le quise». La entrevista con Ruth Ortíz, la mujer de José Bretón y madre de los dos niños asesinados, es desoladora. Única en el contexto televisivo pero con tintes sensacionalistas que no vienen al caso. Saber qué ocurrió la tarde de autos, cómo fue la llamada de su marido… acaban creando alguna contradicción en la protagonista que solventa su drama personal en apenas 30 segundos. Mientras Sistiaga se pregunta si, emocionalmente, esta invadiendo zonas de Ruth, la venganza asoma la cabeza en la frase «merece ser quemado» mientras el remordimiento la apacigua expresando no saber qué hacer si le viera de nuevo.
¿Cómo era José Bretón a los ojos de su mujer, Ruth Ortiz? #TabúMaldad pic.twitter.com/znMYeU3J7b
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