Ignacio Álvarez O´Dogherty | 07 de julio de 2017
Baby Driver (**)
Reino Unido, 2017
Director: Edgar Wright
Guion: Edgar Wright
Reparto: Ansel Elgort, Lily James, Jamie Foxx, Jon Hamm, Kevin Spacey, Eiza González, Jon Bernthal, Ben VanderMey, Thurman Sewell, Allison King, Lance Palmer, Keith Hudson, Patrick R. Walker, Hudson Meek, Troy FarukBaby driver nos presenta la historia de Baby (Ansel Elgort), un joven amante de la música forzado a trabajar como el conductor encargado de lograr que los atracos a mano armada de la banda orquestada por Doc (Kevin Spacey) puedan darse a la fuga con éxito. La peculiaridad de Baby es que está continuamente enchufado a la banda sonora particular de su ipod, sirviéndose de ella para acompañar cada instante de su peligrosa vida.
Para quien no lo conozca, Edgar Wright es uno de esos directores interesantes que destacan en el panorama fílmico actual, con un gusto evidente por la comedia, una capacidad creativa notable y una planificación excelente en todas sus películas. Tanto es así que vimos cómo su personalidad arrolladora como artista entró excesivamente en conflicto con los productores de Marvel durante la creación de Ant-Man (2105), apartándolo de la dirección de la cinta después de haber sido el principal valedor de la misma.
La trayectoria de este director inglés es muy recomendable, especialmente por su conocida trilogía formada por Zombies Party (2004), Arma fatal (2007) y Bienvenidos al fin del mundo (2013). Es bien sabido lo difícil que es hacer comedia y tiene bastante mérito que Wright haya sabido mantener siempre esa comicidad en cada uno de sus trabajos, saliendo más que airoso en cada uno de sus intentos.Pues bien, a pesar de todos estos buenos elementos y de contar con el que probablemente sea uno de los mejores directores del momento, Baby driver no funciona. Y no es que le falten buenas escenas de acción, ingeniosos diálogos o buena música, pero es como si la historia avanzase sin terminar de cuajar. Puede ser que la trama no tenga la profundidad adecuada o que algunos personajes importantes, como el interpretado por Lily James, sean más bien anecdóticos. En Scott Pilgrim contra el mundo (2010), Wright supo hacer algo verdaderamente memorable, a pesar de ser una historia muy normalita, pero este no es el caso. Baby driver no consigue ser redonda y eso acaba notándolo el espectador, que puede salir algo encogido de hombros al abandonar la sala.
No sé si la razón de todo está en posibles diferencias de opinión con los productores o tal vez porque la vida de un chico a través de sus auriculares pueda no ser tan interesante después de todo, especialmente si la falta de un trasfondo creíble o más humano de los protagonistas deja a la narración flotando en un subjetivismo caprichoso, algo intrascendente.
A esta estupenda obra le fallan un poco los cimientos y da rabia, porque es de esas ocasiones en las que uno piensa que podríamos haber estado ante una película de mucha más categoría. Aun así, no deja de ser una de las opciones recomendables para quien busque salir de casa para una tarde de palomitas y entretenimiento con amiguetes en este caluroso mes de julio.