Pilar Fernández | 20 de julio de 2017
La noticia de que la Real Academia Española tiene intención de aceptar la forma «iros» con valor de imperativo ha suscitado todo tipo de controversias. La decisión no es repentina ni descabellada, como algunos insinúan, sino que obedece a la necesidad de normativizar los usos habituales de los hablantes.
Hace tan solo unos días, el novelista y académico Arturo Pérez-Reverte adelantaba una decisión que todavía no ha hecho pública la Real Academia Española, en torno a la utilización del imperativo de la forma correspondiente al verbo ir cuando este va unido a un pronombre enclítico: en definitiva, ¿debemos decir iros o idos?
Aclarando. Lo correcto sigue siendo "idos". Pero se registrará "iros" como de uso habitual. La RAE es notario de cómo hablamos, no policía.
— Arturo Pérez-Reverte (@perezreverte) July 17, 2017
La RAE, hasta la fecha, nos daba una norma muy clara de cómo debía ser la forma del imperativo de los verbos en español y alertaba de la incorrección que supone utilizar el infinitivo con valor de imperativo: no es correcto decir “callar” en lugar de “callad”, o “amar” en lugar de “amad”, o “ir” en lugar de “id”.
Así mismo, se no explicaba que, cuando a estas formas verbales les unimos uno o varios pronombres enclíticos, la forma del imperativo pierde la –d final: decimos “callaos”, “amaos” o “estaos quietos”.
Esta norma, aplicable a todos los verbos de nuestra lengua española, presentaba una excepción que atañía al verbo “ir”. Este era el único verbo que no perdía la –d final del tiempo imperativo al añadir el pronombre enclítico, ya que si lo hiciera, el cuerpo fónico del verbo quedaba reducida a una vocal: “i”; es decir, el imperativo del verbo ir es id, pero si sumo un pronombre a esta forma, el resultado no será *íos (perdiendo la -d, como en el resto de los verbos), sino idos.
Cuando, a lo largo de los años, en mis clases de Lengua Española, yo explicaba estas cuestiones a mis alumnos, siempre producía una gran extrañeza que la forma apropiada fuera idos, y no iros, ya que, esta era la forma utilizada habitualmente por todos ellos.
Los académicos han sido, y son, muy conscientes de este uso habitual entre los hablantes, pues ya en su Nueva Gramática de la Lengua Española, del año 2009, escribían: “Como se vio en las páginas precedentes, la forma idos constituye una excepción en el sistema verbal español, ya que es el único caso en que se mantiene el segmento –d ante el pronombre enclítico os, lo que puede atribuirse al escaso cuerpo fónico a que queda reducida la forma –íos. El predominio de la forma iros en la lengua oral es el resultado de un proceso de rotacismo. Pudo verse influido por la tendencia general que se percibe en el español europeo a insertar un /r/ epentética en la 2ª persona del plural de los imperativos: marcharos por marchaos, callaros por callaos, etc.” (RAE (2009) Nueva Gramática de la Lengua Española. Madrid. Espasa Libros, 249-250).
#RAEconsultas Nota sobre la aceptación de «iros» como forma de imperativo de 2.ª pers. plural. https://t.co/8yKcYrKIFG pic.twitter.com/En4ANi76ah
— RAE (@RAEinforma) July 17, 2017
Ahora, ocho años después de que se escribiera este texto, nuestros académicos, movidos no solo por el uso oral de los hablantes de español, sino también por la petición de los novelistas a quienes les resultaba forzado escribir la forma “idos”- tal y como señalaba el director de la RAE, Darío Villanueva, tras participar en un curso de verano Universidad Internacional Menéndez Pelayo -, han decidido plantear la validez de la forma iros, sin negar la forma culta asentada durante siglos en nuestra lengua culta, idos: «Fue un asunto que en la Academia se trató desde hace ya años en el que han tenido mucho protagonismo los escritores, sobre todo los novelistas. Se ha impuesto en el habla y la Academia lo ha acabado reconociendo». Pero, como él mismo añadía posteriormente: «Este cambio no tiene más trascendencia que ese caso concreto. No significa que se cambie el paradigma de los verbos«.
Esta decisión académica, pues, no es algo tan repentino como algunos quieren insinuar, ni tan descabellado como en ciertos medios se ha querido ver. Como casi siempre que la Real Academia Española saca a la luz alguna novedad, esta decisión ha suscitado todo tipo de controversias, controversias que, por otro lado, llaman mucho la atención, pues pudiera parecer que todos los hablantes de español estuviésemos acostumbrados a decir idos en nuestras conversaciones coloquiales, cuando no hay nada más lejos de la realidad.
Es evidente que, una vez más, la Academia trata de recoger y normativizar los usos habituales de los hablantes de esta maravillosa lengua que se nos ha dado, y lo hace, consciente de que la lengua es algo vivo, y siguiendo el criterio que ha mantenido desde su fundación: “La Academia solo pretende en esta Gramática instruir a nuestra juventud en los principios de su lengua, para que hablándola con propiedad y corrección, se prepare a usarla con dignidad y elocuencia” (Primera Gramática de la Real Academia Española, 1771).