Ainhoa Uribe | 18 de mayo de 2017
Uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos las sociedades actuales es la desconfianza y la visión tan negativa que hay de la política, no solo en España, sino a nivel mundial. Para muestra, un botón: en el conjunto de la Unión Europea, según el Eurostat, el grado de satisfacción con el nivel de vida es alto (de notable, como media), mientras que los ciudadanos dan un suspenso al sistema político, un aprobado raso al sistema legal y salen algo mejor paradas la fuerzas y cuerpos de seguridad (esto es, la policía).
La desconfianza extralimita el campo de los jóvenes y afecta a todas las personas (y edades) en general: hombres, mujeres, empleados, desempleados, personas mayores, ricos o pobres, tanto en España como en Europa.
¿Qué provoca esta desafección? Podemos hablar de múltiples factores: la crisis económica, los casos de corrupción… y el papel de los medios de comunicación. De hecho, en los últimos quince años, se observa un incremento de las investigaciones empíricas que apuntan a los medios de comunicación como causantes de la desafección política. Pionero al respecto fue la publicación de La espiral del cinismo: La Prensa y el Bien Público (1997), por parte de los profesores americanos Joseph Cappella y Kathleen Jamieson, de la Universidad de Pensilvania.
Los estudios posteriores, publicados por profesores como Claes de Vreese (de la Universidad de Amsterdam) o Rosa Berganza (de la Universidad Rey Juan Carlos) coinciden en subrayar la tesis de Cappella y Jamieson: el descenso en la participación política ciudadana en las elecciones y sus evaluaciones negativas sobre la clase política y las instituciones se deben a la persistencia de la negatividad de las noticias políticas que ofrecen los medios, algo que se ha demostrado tanto en Estados Unidos como en Europa occidental.
Desde la crisis de 2008, se han incrementado los espacios televisivos en los que se habla de la política, ya sean tertulias, espacios informativos o incluso programas de humor
La cuestión es crucial porque nuestra sociedad no es la de ayer. Según Giovanni Sartori, afamado politólogo y Premio Príncipe de Asturias, hemos pasado de una sociedad de homo sapiens (en la que el hombre era producto de la cultura escrita) a una sociedad de homo videns (en la que el ciudadano se forma culturalmente a través de los medios audiovisuales). Según él, “la televisión está cambiando al hombre y está cambiando la política”. Es lo que él llama el “videopoder” o “poder de la imagen”.
La información basada en imágenes es breve, rápida, trivial; mientras que la información escrita va directamente ligada a la reflexión, a la maduración de las ideas. En el caso de los jóvenes, el videopoder no solo se refiere a la televisión, sino a los vídeos virales, las redes sociales y a internet en general, donde la información llega en unos pocos caracteres. ¿Es esto realmente información? Para Sartori, el hombre que lee es un “animal mental”, el hombre que mira, y solo se limita a mirar, es un “animal ocular”, lo que supone un empobrecimiento y amenaza funestos.
El acercamiento de la cultura al conjunto de la población a través de la televisión o internet hace más importante, si cabe, el papel de los medios como formador de la sociedad. Por ello, resulta muy preocupante que sea cada vez más creciente la negatividad de las noticias que se transmiten en referencia a la política, como ya se ha explicado.
En paralelo a la desafección, nos encontramos con un mayor interés por la política ahora que hace una década. La televisión ha hecho mucho por aumentar el interés en la política. Desde la crisis de 2008, se han incrementado exponencialmente los espacios televisivos en los que se habla de la política, ya sean tertulias, espacios informativos o incluso programas de humor, donde la política también tiene cabida.
La razón es muy sencilla: el medio informativo ante el que pasan más tiempo los españoles es la televisión. Por ello, si aumenta el tiempo dedicado a la política en la agenda mediática, también aumenta el espacio que ocupa la política en la agenda ciudadana. Hasta aquí, puede parecer positivo el cambio.
Sin embargo, la pregunta es si dichos medios forman e informan objetivamente a los ciudadanos o si, por el contrario, los medios desinforman, en lo que a política se refiere. Lo que está claro es que los medios están constantemente lanzando información negativa sobre los partidos políticos tradicionales y las élites de poder (el establishment).
La información basada en imágenes es breve, rápida, trivial; mientras que la información escrita va directamente ligada a la reflexión, a la maduración de las ideas
La consecuencia inmediata y directa que está teniendo este tipo de mensajes no solo es el aumento de la desafección política, sino también el voto a formaciones de corte populista, ya sean de extrema izquierda o extrema derecha, en el conjunto de la Unión Europea y también en Estados Unidos. Outsiders (o foráneos) de la política, ajenos al establishment (como Donald Trump o Pablo Iglesias), cobran un protagonismo mediático inusitado… que se refleja en un incremento más que notable de su apoyo electoral.
Volviendo a Sartori, podemos estar cerca de dar un paso en el futuro del homo sapiens al homo insipiens, el hombre que ya no piensa. ¿Estaremos cerca del Retorno de los Césares, como reza el título del libro del exministro de la UCD José Manuel Otero Novas?