Carmen Sánchez Maillo | 03 de octubre de 2017
Cada poco tiempo, nos llegan datos, encuestas y porcentajes de muy distintos temas, pero cuando se refieren al matrimonio y la familia los números reflejan un verdadero fracaso personal y social. Se acaba de publicar la última oleada de estadísticas del INE sobre divorcios, nulidades y separaciones. Revisando algunos datos: en 2016, hubo 96.824 divorcios, un 0,3% más que en el año anterior. Se produjo un total de 101.294 casos de nulidad, separación y divorcio, lo que supuso una tasa de 2,2 por cada 1.000 habitantes. invierno demográfico
Los matrimonios disueltos por cualquier causa tuvieron una duración media de entre 15 y 21,6 años. La franja de edad tanto en hombres como en mujeres se sitúa entre los 40 y los 49 años. De todos ellos, el 26,3% tenía un solo hijo (menor o mayor dependiente). invierno demográfico
Al conocer estas cifras, se me vino inmediatamente a la cabeza cruzar dichos datos con los también publicados por el INE el pasado año sobre la alarmante situación demográfica española: en España, por segundo año consecutivo, ya hay más muertes que nacimientos, las españolas en edad fértil disminuyen y tienen solo un hijo. Estamos ante una situación grave, ante un auténtico declinar demográfico, con una media de 1,33 hijos por mujer. Según Albert Sales, profesor de Sociología de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, el número de niños que cada mujer tendría que tener para que la población española no siguiera reduciéndose es de 2,1, pero, en la actualidad, estamos en 1,33. De hecho, en España existe el “Foro Stop Suicidio demográfico” que, junto con la Fundación Renacimiento Demográfico, está liderado por Alejandro Macarrón Larumbe, quien, en la página 25 de su libro El Suicidio Demográfico de España, nos explica: “En la España de toda la vida abundaban los niños y predominaban las familias numerosas. No éramos un país rico, pero vibrábamos de vida. Así fue hasta hace un cuarto de siglo o poco menos. Ahora vivimos en un país donde cada vez se peinan más canas y en el que la chiquillería brilla más y más por su ausencia. Como no tenemos ni siquiera los niños precisos para el reemplazo de la población (2,1 hijos por mujer), cada nueva generación de españoles es un 30%-40% menos numerosa que la anterior y eso es algo que tal vez no había sucedido nunca en nuestra Historia. Por primera vez desde tiempo inmemorial, por su demografía y por la edad promedio de su población, España tiene más presente y pasado que futuro”.
¿Quién va a pagar nuestras pensiones? El 'invierno demográfico' de España, en 5 gráficos https://t.co/s0gBxxckEL pic.twitter.com/lGTBAQ3Qnv
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Obvias son las conclusiones sobre el efecto del problema demográfico en la economía. Los especialistas coinciden en que “es inviable el sostenimiento de la Seguridad Social y las pensiones sin un aumento de la natalidad”.
No podemos olvidar tampoco los datos que ponen de manifiesto los niños no nacidos por causa del aborto provocado: mientras que en 1990 se practicaban 37.135 abortos, dos décadas después, esa cifra se ha disparado a los 118.359, un 68,62% más. Solo en los últimos diez años, los abortos que se practican en nuestro país han aumentado una media de 48.502 por año.
La #despoblación en una #Castilla que "sigue haciéndose Vieja". Por @pablo_casado #db https://t.co/TiuUkJckLB
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El Foro de la Familia ha entregado a los diversos partidos políticos un documento donde se recogen actualizadas “50 medidas de Política Familiar”, un conjunto de actuaciones que desde el Foro se consideran fundamentales para apoyar a ese pilar básico de la sociedad que es la familia. Incluye, desde medidas de tipo general (incorporar la perspectiva de familia a las actuaciones públicas), pasando por el apoyo a la maternidad y la lucha contra el problema demográfico (insistiendo en la estabilidad familiar y en los aspectos económico-fiscales y de conciliación) y la defensa del irrenunciable derecho de los padres a educar a sus hijos según sus propias convicciones. invierno demográfico
Bienvenidas sean todas la ayudas a la familia, incluida la racionalización de los horarios; sin embargo, estoy de acuerdo con Teresa López, directora de la Cátedra de Políticas de Familia de la Universidad Complutense, cuando plantea que no debería ser necesario “fomentar la natalidad por parte de la clase política. ¿O es que alguna persona en su sano juicio tendría hijos gracias a una política social?” Según esta economista, “la responsabilidad en el cambio de formas de convivencia o en la maternidad tardía no podemos achacársela solo a los políticos, el fondo del problema no está en la cuestión económica, sino en la concepción de la persona que tiene la sociedad actual”.
? "¿Por qué no se favorece social y políticamente a la #familia? Las respuestas de Elio Gallego en https://t.co/dddiyDAj1P pic.twitter.com/eHBhWk9qgo
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No estoy de acuerdo con quienes afirman que “lo que frena a las mujeres ante la maternidad no es el deseo de no tener hijos, sino el alto coste de tenerlos”. A mi juicio, la clave no son las políticas familiares, que son necesarias, no son las ayudas económicas, que por supuesto deben ofrecerse, ni siquiera la racionalización de horarios, ¡solo faltaría que no se hiciese! La clave está en lo que espera cada uno de la vida, en el proyecto vital que nos anima. Ciertamente, las personas que más estabilidad familiar logran y que más hijos tienen no son habitualmente las de recursos más altos, sino quienes saben que cuidar de la familia es un bien y que tener hijos es un regalo inmerecido. Benedicto XVI, leyendo con inteligencia el signo particular de los tiempos en esta cuestión, escribió: “Hoy existe una duda sobre la que la vida sea un bien y merezca la pena (…) y que tener hijos es un bien, que querer a alguien es un bien, ahora esto no está claro (…). Hay una crisis de confianza en la vida. El mayor regalo que podemos darle a nuestros hijos es una hipótesis de sentido, no simplemente la vida biológica”.
El invierno demográfico de España, en imágenes: ¿somos el país con peor futuro del mundo? https://t.co/5Acf5i04bq
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Sin esta hipótesis de sentido que el cristianismo ha aportado durante siglos, sostenido en la esperanza, cultivado en la caridad y que ha generado una civilización y una cultura, se puede hacer realidad la advertencia chestertoniana: “Este triángulo de verdades, padre, madre, niño no puede ser destruido, pero puede destruir a las civilizaciones que lo desprecian”.