David Reyero | 04 de octubre de 2017
Recientemente, los editores de libros de texto se han quejado del excesivo número de versiones que deben realizar para una misma asignatura. Tantas versiones y tantos libros no solo pueden achacarse a la necesidad de adecuarse a los distintos contenidos específicos que cada comunidad autónoma puede incluir, que también. Además, los libros de texto se editan en la lengua propia de la comunidad que la tiene, o en inglés, pues ya son muchos los centros bilingües. Tampoco podemos olvidar las importantes aportaciones de los políticos locales a la hora de proponer nuevas materias. La consecuencia de todo esto son tiradas más cortas y precios más altos.
En teoría, con la LOMCE íbamos a lograr homogeneizar los contenidos por la vía de las reválidas. No ha sido así. Son efectos colaterales de la descentralización educativa. Hemos dado un juguete caro y peligroso a los distintos parlamentos regionales y ninguno va a renunciar a utilizar el poder recibido. ¿Es inevitable? ¿Es por el bien de los niños?
? "La reflexión y la búsqueda de la verdad son la mejor receta contra este tipo de intenciones políticas" @davreyerohttps://t.co/Fi1BHccApv
— El Debate de Hoy (@eldebatedehoy) June 5, 2017
En otros ámbitos de la actividad empresarial, las distintas compañías suelen buscar un estándar para mejorar los servicios y abaratar costes. Así surgió, por ejemplo, el USB que encontramos en todos los ordenadores, sean del fabricante que sean. Cualquiera que tenga ya algunos años recordará las antiguas conexiones de la impresora al ordenador. O de los ratones y los teclados. Sin duda, la aparición del USB que incluía el iMac G3 supuso una pequeña revolución que se acabaría convirtiendo en estándar e imponiéndose solo por la fuerza de la mejoría. En efecto, no hubo órdenes gubernamentales ni amenazas de sanción a quien no pusiese puertos USB en sus ordenadores. El mercado se encargaría de expulsar a los díscolos, a no ser que ofrecieran algo mejor. Así se crea un estándar en el mercado. ¿Hay posibilidades de buscar un estándar para la educación?
Si la educación está descentralizada y el control está en manos de las distintas comunidades autónomas, la posibilidad de alcanzar un estándar para los libros de texto es cercana a cero. Supondría que dichas comunidades iban a renunciar a poder fijar un porcentaje de las enseñanzas, cosa que no van a hacer motu propio. Además, está el asunto de la consideración del aparato educativo como órgano del poder para la transmisión de ideología. Sobran los ejemplos y más en estos días.
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— El Debate de Hoy (@eldebatedehoy) September 29, 2017
Hay, desde luego, Estados mucho más centralistas cuyas normas tienen un alcance más general, lo que sin duda facilita la movilidad y los traslados de los estudiantes dentro del país. Es una solución, pero también con inconvenientes. El localismo sigue siendo la guía del currículum, aunque quizás hemos ganado un local más grande, no podemos decir que hemos encontrado un estándar mejor (como le pasaba al USB).
Visto que no podemos confiar en los Estados, quizás la solución pueda venir de la iniciativa privada. Resulta que sí existen iniciativas que buscan facilitar la movilidad y la vida de los estudiantes y que, buscando lo común y un reconocimiento más amplio, prefieren profundizar en lo esencial y ofertar títulos con valor en prácticamente todas las universidades del mundo. Entre estas iniciativas, destaca el Bachillerato Internacional. En ese Bachillerato podemos encontrar el mismo manual utilizado por estudiantes de Madrid, Barcelona, Santiago de Chile o Buenos Aires. No parece que los estudiantes de Bachillerato Internacional tengan importantes lagunas frente a sus colegas de otras partes del mundo, más bien al revés. Su formación parece mejor que la local. Es exigente con los alumnos y también con los profesores. Aunque en sus comienzos solo ofrecía la posibilidad de cursar Bachillerato, actualmente también tiene programas de Primaria y Secundaria. En España puede hacerse tanto en colegios privados como en algunos institutos públicos. Es posible pensar la educación más allá de los estrechos límites de los Estados y gobiernos locales. Esto sí es un asunto de libertad.