Juan Orellana | 20 de octubre de 2017
Género: Drama
Sitio webLa Segunda Guerra Mundial, más de setenta años después, sigue siendo una fuente inagotable de argumentos cinematográficos. Por razones obvias, el cine español ha sido casi siempre ajeno a esa temática. Pero hoy estamos ante una excepción, cuyo responsable es el cineasta Pablo Moreno, de sobra conocido por sus películas históricas Un Dios Prohibido, Poveda o la reciente Luz de Soledad, un director que ha hecho de Ciudad Rodrigo una ciudad de cine. Ahora ha vuelto a ponerse tras las cámaras para recrear la historia real de una santa, no una santa de altar, reconocida como tal por la Iglesia, ni tampoco de un personaje español, como en las anteriores ocasiones. La protagonista es Helena Studler (1891-1944), una religiosa francesa Hija de la Caridad que en la Segunda Guerra Mundial trabajó para mejorar las condiciones de vida de los presos de guerra en la ciudad de Metz y alrededores, llegando incluso a salvar a más de dos mil de ellos.
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La elegida para encarnar a esta heroica religiosa es la gran actriz española Assumpta Serna, que da vida al personaje con mucha potencia interpretativa y que tan pronto es capaz de transmitir a raudales la alegría de vivir, como su enfado y angustia ante la injusticia. La actriz encarna con mucha frescura y autenticidad a Helena Studler, que fue capaz de enfrentarse a los nazis únicamente por la fuerza de su fe y de su entrega a los más necesitados. No solo expuso su vida, sino que dejó de lado su precaria salud para dedicarse por entero a las víctimas de la guerra. A pesar del indiscutible protagonismo del personaje de sor Helena en el film, esta está acompañada de un reparto coral, en el que destaca la superiora sor Luisa, interpretada por Luisa Gavasa (premio Goya por La Novia), o el colaborador de Caja de clavos (Roberto Chapu), entre otros muchos.
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— Assumpta Serna (@AssumptaSerna) October 17, 2017
El director Pablo Moreno vuelve a demostrar lo que es capaz de hacer con presupuestos muy ajustados para lo que son películas de época. Además, en este caso, tratándose de una película ambientada en la Segunda Guerra Mundial, y dado el nivel de producción al que estamos acostumbrados los espectadores para ese tipo de películas, puede surgir con facilidad la tentación de la injusta comparación. Por poner un ejemplo clarificador, La casa de la esperanza (Niki Caro, 2017), que tocaba un tema parecido y cuya historia precisaba un entorno de producción similar, costó 20 millones de dólares, mientras que la producción de Red de libertad no ha podido superar el medio millón. Y aunque eso se pueda notar principalmente en un diseño de producción mucho más limitado y austero, no le impide al director contar lo que quiere contar. Habrá menos adornos y efectos especiales, pero no menos verdad.
Cartel de la película Red de libertad
Por otra parte, Red de libertad conecta de forma muy natural con los acentos que señala el papa Francisco. El partido de sor Helena es el partido de los que sufren, de los que se han quedado en los márgenes de la historia, independientemente de sus nacionalidades, ideas políticas o convicciones religiosas. En este sentido, más allá de la peripecia argumental, Red de libertad es una película muy actual, pues señala la vocación de los cristianos en un mundo que deja innumerables “daños humanos colaterales”. El guion subraya la falta de conciencia heroica de la protagonista: ella hace lo que tiene que hacer, lo que “no” tiene más remedio que hacer. Un hermoso testimonio para un mundo que tanto valora poner medallas. Probablemente, esta no sea la mejor película de Pablo Moreno, pero lo confirma como un gran director que merece ser llamado ya a afrontar producciones de primer nivel.