José Luis Orella | 08 de febrero de 2018
La Princesa Leonor es la última de una larga lista de monarcas y otras personalidades que han recibido el Toisón de Oro. La historia de la gran condecoración de la Casa Real española se remonta al siglo XV y al dominio en Europa.
El Toisón de Oro es la máxima condecoración de la monarquía española y corresponde al Rey el otorgarla. El origen de esta orden de caballería, que es lo que era en su origen, proviene de Felipe III el Bueno, duque de Borgoña, quien la fundó en 1429, con el lema Ante ferit quam flamma micet («Hiere antes de que se vea la llama”), a semejanza de la orden de la Jarretera, que había sido creada por Eduardo III, Rey de Inglaterra, quien era un apasionado de la leyenda artúrica y quiso reunir a los caballeros veteranos de la Guerra de los Cien Años, fieles a su persona y a su hijo, el célebre Príncipe Negro. En el caso del Toisón de Oro, la orden sería confirmada y aprobadas sus constituciones en 1433 por el papa Eugenio IV.
Acto de imposición del Collar de la insigne Orden del Toisón de Oro a Su Alteza Real la Princesa de Asturias https://t.co/ee3yRuLDaf pic.twitter.com/voZfNuj9v1
— Casa de S.M. el Rey (@CasaReal) January 30, 2018
Felipe III el Bueno, quien pasará a la historia por ser quien en 1430 capturó a Juana de Arco y la entregó a los ingleses, le dio un origen mítico al relacionarla con Jasón y los Argonautas y la leyenda del vellocino de oro. El Ducado de Borgoña en aquella época agrupaba el territorio solariego de Borgoña, pero bajo el mandato de Felipe incluyó a gran parte de los condados y señoríos que formarán posteriormente los Países Bajos. Aquel nuevo dominio marítimo se caracterizaba por su civilización urbana, comercial y textil, que contrastaba con la agrícola del resto de Europa. Las ciudades flamencas eran el centro de redistribución en la Europa occidental de los productos procedentes del Báltico (madera, ámbar, hierro y trigo) y de la Península Ibérica (sal y especias portuguesas y la lana merina española). El valor de aquella lana para sus textiles le daba la línea de continuidad con la leyenda de Jasón en la Cólquida.
El hijo de Felipe, Carlos el Temerario, será quien introduzca el boato y protocolo en la ceremonia de entrega del Toisón de Oro, que luego prosiguió en la monarquía universal de los Habsburgo. Alfonso V el Magnánimo, Rey de Aragón, enemigo de Francia y amigo, por tanto, de Borgoña, será el primer extranjero en recibirla. Tras el fallecimiento en combate en 1477 del duque Carlos, su yerno, el emperador Maximiliano de Habsburgo, casado con su hija María, fue quien heredó la orden, de quien luego pasaría con Carlos I de España y V de Alemania a nuestro país. Con el emperador y sus descendientes, prosiguió siendo una orden de caballería católica otorgada a sus hombres flamencos de confianza; después, a principales españoles, como los duques de Frías, Alba o Infantado, y monarcas principales, como los cuñados de Carlos V, Cristian II de Dinamarca y Luis II de Hungría, o los soberanos de Polonia, como Segismundo el Viejo.
Tras la Guerra de Sucesión, que trajo la dinastía Borbón a España, la orden del Toisón de Oro prosiguió bajo el maestrazgo de los monarcas borbónicos españoles, pero con la particularidad de que el pretendiente, Carlos de Habsburgo, no renunció a la Corona española y prosiguió nombrando caballeros, creando un capítulo austriaco que se mantuvo hasta el final del Imperio danubiano en 1918, aunque posteriormente la república de Austria concedió legalidad jurídica a la orden y reconoció al archiduque heredero, Otto de Habsburgo, la categoría de Gran Maestre de la línea austriaca de la orden, que heredó luego su hijo.
En cuanto a la rama primigenia española, perdió su carácter caballeresco católico y se convirtió en la máxima distinción que los monarcas otorgaban principalmente al Príncipe heredero y a otros soberanos, en su mayor parte en correspondencia a la recibida por ese país. Fernando VII, tras la liberación de España del dominio napoleónico, la otorgó al británico duque de Wellington, convirtiéndose en el primer anglicano en recibirla. Posteriormente también se otorgó a varios grandes duques de Rusia, que eran ortodoxos. Durante el reinado de Isabel II, fue cuestionada por la rama carlista de la familia, que siguió nombrando caballeros de la orden. Incluso Amadeo de Saboya, como había sucedido con José Bonaparte, se adjudicaron su propiedad, como jefes de Estado, cuando es una dignidad que no pertenece al jefe del Estado, sino al Rey de España.
Con el reinado de Juan Carlos I, la distinción fue entregada a los soberanos europeos, como Balduino de Bélgica o Harald de Noruega, pero también a las Reinas Beatriz de Holanda, Margarita de Dinamarca e Isabel II de Inglaterra, entrando por primera vez un número significativo de damas en la orden. Del mismo modo, los monarcas que guardan estrechas relaciones con España, de lejanos confines como Tailandia y Japón, o los Reyes Saudí y jordano del Próximo Oriente, forman parte de la orden. Pero también algunos hombres de destacado protagonismo, como fue Adolfo Suárez, como presidente del Gobierno de la Transición; Javier Solana, que fue secretario general de la OTAN, o Víctor García de la Concha, director de la Real Academia Española. La distinción es vitalicia y, a la muerte del titular, el collar numerado debe ser devuelto al monarca español, ya que la orden tiene un número fijo de miembros, como orden de caballería que es.
Su vida política sirve para explicar el periodo que llevó a España desde la monarquía de Alfonso XIII hasta la Guerra Civil.