Ramón Fuentes | 04 de marzo de 2018
Aún resuena en el Estadio de El Molinón, desde ahora llamado Enrique Castro Quini, el increíble silencio que más de 14.000 personas otorgaron al Brujo en el día de su despedida.
? Te echamos de menos y lideraremos aquellas iniciativas que los sportinguistas ya nos han hecho llegar, con la idea de seguir estando unidos en torno a ti, "Brujo". Como nos decías, hoy mas que nunca: “Hay que ser un equipo" #SiempreQuini pic.twitter.com/u7arJggXn2
— Real Sporting (@RealSporting) March 1, 2018
El 27 de febrero de 2018 uno de los jugadores más importantes del fútbol español y un mito de este deporte durante los años setenta y ochenta decía adiós a sus 64 años de intensa vida, víctima de un infarto de miocardio. Paradojas de la vida, ha sido su corazón tan grande y lleno de bondad el que se ha parado, poniendo fin a casi siete décadas de intensa actividad.
Futbolísticamente hablando, todo se ha dicho acerca de la carrera de Enrique Castro Quini, estudiante de soldador que acabó convirtiéndose en uno de los mejores delanteros de la historia de nuestro fútbol. Quini estuvo 19 temporadas en el fútbol profesional, extensa carrera que repartió esencialmente entre dos clubes: el Sporting de Gijón de sus amores y el Fútbol Club Barcelona, por el que fue fichado en 1980 como un auténtico galáctico.
Hasta siempre, brujo. pic.twitter.com/wlvNbVIOmr
— David Villa (@Guaje7Villa) February 27, 2018
El Brujo, apodo que se le puso por esa magia para marcar goles, volvería a su Sporting natal en 1984 para acabar retirándose en 1987. Después, Quini adoctrinó a los sportinguistas como delegado del club y posteriormente como responsable de relaciones institucionales, cargo que ostentaba en la actualidad. Sus números como delantero son aplastantes, más aún visto desde la perspectiva de los años. El Brujo logró cinco trofeos de máximo goleador de Primera División en cinco ocasiones, a día de hoy, solo superado por Zarra y tuteando a Leo Messi y Cristiano Ronaldo. Además, logró otros dos trofeos más en la Segunda División. Una lucha constante con la vida.
Este corazón grande que Quini enseñaba sin tapujos cada día es todavía más motivo de admiración teniendo en cuenta la difícil vida que tuvo.
Quini, uno de los nuestros ?? https://t.co/6mJN0rLPCK pic.twitter.com/cesmIE6pzs
— FC Barcelona (@FCBarcelona_es) February 27, 2018
Empezamos por lo acontecido el 1 de marzo de 1981. Ese día Quini había jugado con aquel Barça de Maradona, Marcos, Julio Alberto, su gran amigo Alexanco… ante el Hércules en el Camp Nou. Justo después, se disponía a ir a recoger a su mujer cuando fue secuestrado por dos individuos, comenzando así un cautiverio que duró 25 días hasta que por fin la Policía daba con sus secuestradores en la calle Jerónimo Vicens de Zaragoza y liberaba al Brujo. Sigue en la retina de todos la imagen de un Quini desmejorado saliendo entre lágrimas y su abrazo al entonces presidente del Fútbol Club Barcelona, José Luis Núñez.
Pero jamás Quini tuvo rencor alguno hacia sus dos carceleros, todo lo contrario. El Brujo sufrió el Síndrome de Estocolmo con sus secuestradores, a quienes perdonó desde el momento en que abandonó aquel zulo donde le tuvieron privado de libertad durante 25 días. No solo eso, sino que además renunció a la indemnización que le deberían haber pagado por privarle de este derecho humano. Un síntoma más de la bondad que siempre tuvo, especialmente con los que más lo necesitaban.
Comunicado Oficial: Enrique Castro 'Quini'https://t.co/tkbhSGcfoV#RealMadrid pic.twitter.com/yWysprjDUB
— Real Madrid C.F. (@realmadrid) February 27, 2018
El segundo momento más duro de su vida llegó con el fallecimiento de su hermano Jesús, portero del Sporting del Gijón, en 1993. Y como no podía ser menos, Jesús se marchó también haciendo el bien, regalando al mar ese corazón que también tenía. Jesús perdía la vida en las playas de Cantabria cuando trataba de salvar la vida a un bañista en Pechón.
Y todavía la vida le tenía reservada otra dura prueba al bueno de Quini, otro partido que acabó goleando, como solía hacer en su etapa de futbolista. El Brujo tuvo que hacer frente a dos tratamientos contra el cáncer, uno de cerebro y otro de garganta. Pero ni la quimioterapia, la máquina a la que tenía que estar abrazado durante 24 horas, acabó con su ilusión y las fuerzas por vivir.
El Brujo siguió haciendo magia cada día de su vida, tratando de ayudar a los amigos y los desconocidos sin pedir nada a cambio. Se marcha una de las personas más importantes en la historia de Gijón. Seguro que estos días serán los secuestradores quienes sufran el mismo síndrome que el gran Quini sintió en aquel cautiverio de 25 días. Solo un gran tipo como él es capaz de arrancar estos sentimientos.