María Fernández Portaencasa | 30 de julio de 2018
Con este título Come, tell me how you live (Ven y dime cómo vives), la gran Agatha Christie firmó en 1946 una poco conocida y altamente recomendable novela autobiográfica, en la que la escritora, más conocida por su destreza literaria en el mundo del crimen y el misterio, ofrece una vívida imagen de lo que suponía ser la esposa de un arqueólogo en las primeras décadas del siglo XX (colonialismo británico, Orient Express exento de asesinato, y humor incluidos). Sus conocidos veían estos viajes como algo excéntrico y exótico, y se hacían muchas preguntas: ¿Cómo vivís en las excavaciones? ¿En una tienda? ¿Cómo es aquello? Con una visión de la ciencia arqueológica adelantadísima a su época, Christie solía opinar que esta es la verdadera pregunta que la Arqueología le plantea al Pasado: “Ven, y dime cómo vivías”. A veces aparece un palacio, un templo o un sepulcro regio, pero, tal y como la gran dama del crimen expresó brillantemente, el auténtico interés de una excavación reside en desentrañar la vida cotidiana de aquellos que habitaron en el pasado: aquí teníamos las ollas de cocina, con estas agujas de hueso nos recogíamos el pelo, estas tejas cubrían nuestra casa. Y a todas estas preguntas, si se dirigen a la vida cotidiana en la Hispania provincial, encontramos una apasionante respuesta en el yacimiento romano de Los Bañales (Uncastillo, al noreste de la provincia de Zaragoza).
Esta ciudad romana es una de las más singulares de todo el conventus Caesaraugustanus y, a pesar de que no se conoce de manera oficial el nombre que tuvo en la Antigüedad, pues carece de confirmación epigráfica, la teoría más aceptada entre los investigadores es que se trate de Tarraca, urbe federada de Roma que aparece citada en los escritos de Plinio, Ptolomeo y el Ravennate. En cualquier caso, su ubicación era privilegiada, pues se encontraba al pie de la vía que unió Caesaraugusta (Zaragoza) y Pompaelo (Pamplona).
Las excavaciones en Los Bañales, aunque se han iniciado varias veces desde los años 40 del siglo pasado, llevan ya diez años ininterrumpidos bajo la dirección del historiador Javier Andreu y del arqueólogo Juan José Bienes, en el Plan de Investigación asumido por la Fundación Uncastillo y encargado por la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón. En estos años, a las ya conocidas termas y acueducto, erigido este último por la legio IV Macedonica, se han añadido una extensa zona doméstico-artesanal, repleta de casas y tabernae, los espacios comerciales de la ciudad (en uno de los cuales se halló un extraordinario grafito en terra sigillata hispánica que insulta a quien lo lee) y un monumental foro, la plaza pública del que algún día fuese municipio flavio, aunque muy posiblemente iniciado en época tardorrepublicana. Este fue el escenario de autorrepresentación de las élites locales, que construyeron varios recintos de representación, dos de los cuales han dejado importantes evidencias epigráficas, incluida una dedicación a la Victoria Aug(usti), la imagen simbólica del poder del emperador, rodeada de homenajes a sus dedicantes, una familia de cuatro miembros, además de criptopórticos que sustentaban los edificios político-administrativos, y un completo programa escultórico, del que destaca la escultura con uniforme militar (thoracatus) de Domiciano (s. I d. C.). Además, en los últimos años han visto la luz los pedestales ecuestres que Q. Sempronius Vitulus, decurio equitum del ala Tauriana, dedicó a Tiberio en un sorprendente ejemplo a imitación de los modelos romanos, en los que un individuo local alcanza una elevada posición social y deja testimonio de ello en la vida de su comunidad.
“Ciudades del mundo antiguo” . Pinceladas arqueológicas que dan vida a la historia
Pero tal vez sea en las dos últimas campañas de excavación en Los Bañales donde la confluencia entre la vida cotidiana de la gente anónima y el potente desarrollo cívico y urbanístico pueda apreciarse con mayor precisión, pues hace ya más de un año que se viene excavando el sector norte del yacimiento, que ha deparado numerosas sorpresas. En primer lugar, la excavación de una domus, vivienda unifamiliar, ha supuesto el hallazgo de una gran cantidad de pintura mural en excelente estado de conservación. Además de otras estancias de habitación, también han ido apareciendo un cardo (calle con orientación norte-sur) y un decumano (este-oeste), con una pavimentación casi intacta y dos pasos para peatones elevados. Junto al borde de la acera que daba acceso a esta última calle, se levantan dos monumentales columnas toscanas, y se aprecia el resto de otras tantas, que tal vez pertenecieron al peristilo de un templo y en torno a las cuales, en época tardía, fueron adosándose pequeños muros para que el espacio pudiese ser amortizado como zona de habitación. Así, se han hallado también pequeños artefactos domésticos, como una abundante vajilla, elementos de joyería (una fíbula de omega en bronce o un par de pendientes, de nácar, pasta vítrea, oro o gemas) y, más recientemente, un fascinum áureo, amuleto fálico apotropaico que se utilizaba para ahuyentar el mal de ojo, en cuyo extremo izquierdo se representa una higa hispánica (puño cerrado con el pulgar cruzado, alegórico asimismo de los genitales masculinos y cuyo uso, con la misma intención protectora, ha pervivido hasta tiempos muy recientes). Toda esta variedad de soportes y materiales, más allá de los objetos, nos habla de una cultura material interactiva, que daba forma a las mentes de sus portadores tanto como que ellos, con sus manos, los fabricaban, y de una red de comercio y de intercambio económico que trascendía los límites regionales y que da cuenta de un extraordinario desarrollo municipal.
Ninguna de estas realidades sería posible sin la labor dinamizadora llevada a cabo durante toda una década por el Plan de Investigación, que, en colaboración con la UNED de Tudela y la Universidad de Navarra, se esfuerza cada año por mantener un modelo de gestión nada favorecido por las vicisitudes económicas y burocráticas patrias, y, alejándose de los rígidos y tradicionales patrones académicos cerrados, cuenta cada año con la participación (y manutención) de estudiantes, que, en un marco de eficaz socialización del patrimonio, son una parte activa del proyecto. Así es como podemos responder a la pregunta del principio: ven, y dime cómo vives. Así es como se da voz a las gentes del pasado en Los Bañales, porque ¿qué otra cosa es si no la Arqueología?.
Su vida política sirve para explicar el periodo que llevó a España desde la monarquía de Alfonso XIII hasta la Guerra Civil.