Nacho Labarga | 24 de julio de 2018
Hubo una época en la que los ciclistas españoles acudían acomplejados al Tour de Francia. Las gestas de Federico Martín Bahamontes en 1959 y la de Luis Ocaña en 1973 resultaron dos casos aislados entre la constelación de estrellas que brillaban en la Grande Boucle. La siguiente conquista no llegaría hasta 1988. Fue Perico Delgado quien devolvería a España su idilio con el maillot amarillo. El segoviano, adicto a la bicicleta desde pequeño, lo lograría al sexto intento. Ya un año antes se había subido al podio, pero el primer puesto del cajón no lo pisó hasta hace ahora 30 años.
Aquel maillot amarillo significó el destape de un corredor que, como él mismo asegura, comenzó con miedo sus primeras incursiones en la ronda más importante del calendario. Los ciclistas españoles, al igual que los equipos que procedían de nuestro territorio, no tenían el suficiente peso como para ser respetados en el Tour. El propio Perico Delgado, que había ganado la Vuelta a España en 1985, tuvo que salir de nuestras fronteras para probar fortuna en formaciones extranjeras como el PDM. Fue entonces cuando se dio cuenta de que el corredor patrio no debía envidiar en nada al foráneo.
Tras tocar la cima de la gloria en el 87 con PDM, Perico decidió regresar a casa para volver a correr con Reynolds, el conjunto (actual Movistar Team) donde comenzó su andadura como corredor en el 82. De la mano de José Miguel Echavarri, el segoviano recuperó su mejor versión para doblegar a Steven Rooks, Fabio Parra, Steve Bauer, Lucho Herrera y compañía. Tan solo ganó una etapa, la 13ª con final en Villard de Lans, pero su superioridad en montaña y la fortaleza de los suyos le permitieron llegar de amarillo a París.
Eso sí, su camino hacia los Campos Elíseos se vio truncado por la noticia de un escándalo. En plena competición, Perico Delgado vio cómo los medios de comunicación anunciaban un positivo por la sustancia Probenecid. El español no sería sancionado al no estar prohibida por la Unión Ciclista Internacional (UCI), aunque sí lo estaba en las listas de otros organismos deportivos internacionales.
Delgado and Theunisse pic.twitter.com/m0VrEGU6el
— vintage bike shop (@bike_parts_shop) December 21, 2017
Perico, quien reconoce que se tomó una pastilla tras la etapa para impedir la retención de líquidos (muchos ciclistas lo hacían de manera habitual), tuvo que convivir con la presión de su caso durante las últimas etapas de aquella edición. Aunque el resultado no pudo ser más satisfactorio: absuelto y maillot amarillo. Su victoria suponía el inicio o incluso el final de una era, la suya. Tras varios años pegando al poste, Delgado ya podría colgar el jersey amarillo en su vitrina.
«Para mí es un momento de gloria inolvidable, pero ganar fue una sensación para España de decir, somos Europa, rompemos fronteras. Esos miedos que teníamos los españoles, esos triunfos deportivos que llegaban a nivel internacional ayudaban un poco a reivindicar un sentimiento español, de ser igual que todos, de no ser ciudadanos de segunda», contó Delgado en la presentación del documental 30 años de amarillo, estrenado recientemente.
Los que lo conocen de cerca dicen que, si el ciclismo fuera verdaderamente justo, Perico debería acumular al menos tres amarillos en su salón. El del 87, el del 88 y el del 89. Este último lo perdió tras un error de esos que ahora se habrían convertido en virales.
#SigaElTour ¿Qué ciclista español ha ganado el Tour de Francia 5 veces seguidas? Desde la 1a edición de 1903, son 4 los ciclistas que han ganado el Tour de Francia 5 veces, entre ellos, el español Miguel Induráin. Es el único en haberlos ganado seguidos, entre 1991 y 1995. pic.twitter.com/QqTkaxpth7
— Francia Diplomacia (@francediplo_ES) July 13, 2018
Se perdió antes de la crono de Luxemburgo y aquel despiste provocó que le cayera una minutada que después no podría recortar antes de llegar a la capital francesa. Eso sí, aquel año acabaría siendo tercero en el Tour y también se llevaría la Vuelta a España. Conseguiría tres podios más en la ronda española, pero su sucesor ya tenía nombre y apellidos: Miguel Induráin.
Mucho ha cambiado su disciplina desde entonces. Perico, incluso más que el propio «Miguelón», representaba aquel ciclismo épico sin ataduras ni pinganillos. Se envalentonaba cuando la carretera se empinaba y, además, sabía defenderse contra el crono. Pese a que su palmarés no es de los mejores de la historia, Perico ha sabido ganarse un hueco en el corazón de los aficionados y de los españoles gracias a su carácter afable y su manera de entender el deporte y la vida. Actualmente comenta las carreras ciclistas en televisión y es imagen de varias marcas ligadas al deporte. Aunque donde dejó su verdadera marca fue en aquel Tour del 88.