Max Römer | 19 de septiembre de 2018
Los últimos días han sido de interés espiritual para Venezuela. La visita de 40 obispos a las tumbas de San Pedro y San Pablo (ad Limina Aposturum), así como al papa Francisco, ha dado de qué hablar, máxime cuando la Iglesia en Venezuela se enfrenta a diario con la realidad del hambre, la criminalidad y la presión política que ha desatado el Gobierno de Nicolás Maduro.
La Iglesia en Venezuela, más allá de su labor de acompañamiento espiritual, realiza desde hace muchos años una labor mucho más importante, si desde las bases de la sociedad se observa. Se trata de que a través de los brazos de caridad que la Iglesia en Venezuela posee, entre ellos Cáritas, es capaz de apoyar en el sustento a miles de venezolanos.
Esta acción no es nueva. Desde hace más de sesenta años, la labor educativa de Fe y Alegría se extiende desde su germen inicial, Venezuela, hacia los demás países suramericanos, parte de África, España e Italia. Una labor que busca que el liderazgo sea también cosa de los pobres.
#VisitaAdLiminaCEV en desarrollo la Eucaristía de clausura de la Visita Ad Limina Apostolorum de la Conferencia Episcopal Venezolana. Los Obispos Venezolanos oran por nuestra patria Venezuela y mantienen su compromiso de seguir al lado del pueblo venezolano. Basílica De San Pablo pic.twitter.com/J5h0SXY1f6
— CEV (@CEVmedios) September 14, 2018
Pero, desde que Hugo Chávez ganó las elecciones de 1998, la relación de la Iglesia venezolana con el Gobierno y sus seguidores ha sido más agria que dulce. Los obispos, sacerdotes y monjas no se han callado ante los desmanes del Gobierno, los muchos y diferentes, sobre todo en materia educativa, donde la Iglesia tiene buena parte de los colegios y universidades, siendo, sin rubor alguno, instituciones que destacan y se posicionan en los primeros lugares.
La no complacencia de la Iglesia en Venezuela con las diferentes acciones contra el pueblo, los políticos opositores, la educación y el desabastecimiento le ha traído al clero importantes conflictos con el poder político. Uno de los primeros en no mantener silencio fue el difunto cardenal Ignacio Antonio Velasco García, arzobispo de Caracas. Chávez ya lo había señalado por la pugnaz defensa de las libertades que sostenía Velasco y, en pleno velatorio, apostó a algunos seguidores del chavismo a las puertas de la Catedral de Caracas para que vilipendiaran e insultaran al cuerpo sin vida de Velasco. Apenas corría el año 2003.
Antes, en 2002, monseñor Baltasar Porras, obispo de Mérida, había acompañado a Chávez a entregarse ante la justicia militar por los hechos de abril de 2002 y, por supuesto, una vez que Chávez retornó al poder, también vilipendió al obispo Porras, quien lo que pretendía era paz para el pueblo.
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Las relaciones a lo largo de estas casi dos décadas no han dejado de ser tirantes nunca, al punto que el papa Francisco agradeció el pasado 10 de septiembre a la Conferencia Episcopal Venezolana por la resistencia. Resistencia, una palabra que, en casi veinte años, parece poca cosa, pero que a lo largo de los días es el signo de las instituciones que se mantienen firmes en sus convicciones en Venezuela, pocas por cierto, pero las que resisten, entre las que están algunas empresas, llevan la voz cantante en materia de oposición a la ideología del socialismo del siglo XXI y que, por más que se pretendan silenciar, van dejando un sustrato de cordura y compromiso con un país que, desmantelado como está, siempre mantiene la esperanza en instituciones como la Iglesia en Venezuela.
Resistencia, la palabra que usó el papa Bergoglio, va más allá de las letras que conforman la palabra. Resistir es sostenerse a pesar de todo. Es saber torcerse sin partirse como los juncos. Resistir es también plegarse junto a los débiles, darse, entregarse. Resistir es eso, poder mantener la institucionalidad, el mensaje, la coherencia y, sobre todo, la paciencia de esperar a que las cosas, cambien.
La Iglesia en Venezuela es ejemplo de esa resistencia. Sus obispos van dando la talla en materia de oposición, son bastión de cordura y perseverancia. Una iglesia, la venezolana, al lado del pueblo, de quien la necesite.