Antonio Olivié | 03 de octubre de 2018
Frente a quienes sospechan de las nuevas generaciones o ven con preocupación su vinculación al mundo virtual, es interesante reflejar algunas características positivas que pueden aportar a la Iglesia. Este mes de octubre, en Roma, se celebra el Sínodo de la Juventud, que lleva por título «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional». Hay una serie de claves que nos permiten entender por qué es importante este encuentro:
1.- Abiertos a la espiritualidad. No es verdad que los jóvenes de hoy en día no crean en nada. La Iglesia es consciente de que falla la comunicación con ellos, porque la mayoría de los jóvenes se declaran “abiertos a la espiritualidad”, aunque en la práctica desconfíen de la Iglesia por distintos motivos. El documento previo al Sínodo de la Juventud, llamado Instrumentus Laboris, señala que estamos ante “un nuevo paradigma de religiosidad”, descrita como “poco institucionalizada y cada vez más ‘líquida’, marcada por una variedad radical de caminos individuales”. A partir de ahí, es preciso encontrar las vías de conexión.
Sínodo sobre jóvenes: las 7 palabras clave del Instrumentum Laboris
— Synod2018 (@synod2018) June 21, 2018
Publicado el Documento de trabajo de la XV Asamblea General ordinaria del Sínodo de los Obispos: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”#Synod2018https://t.co/STaQUnRdBA
2.- Un aprecio por la solidaridad. Entre los aspectos positivos de los jóvenes de hoy está la revalorización de la solidaridad. La preocupación por los más débiles, por quienes más sufren, es algo que sigue calando en el corazón de los jóvenes. Es una vía de acercamiento a la Iglesia en este siglo XXI que no se debe desaprovechar. En esta línea, el respeto por el medio ambiente y la acogida de los inmigrantes son dos campos que se ven como una oportunidad para acercar a las nuevas generaciones a la fe.
3.- El catolicismo crece en los países más jóvenes. En África, en varios países de Asia y en Iberoamérica, donde se encuentran los países con mayor porcentaje de jóvenes, la Iglesia es una institución apreciada y relevante, que crece año tras año. Los jóvenes que han sufrido persecución en algunos países, como Vietnam, Cuba, Congo o Nicaragua, han experimentado el respaldo de la Iglesia en los momentos más duros. Los países occidentales en los que la población envejece, donde hay miedo a la vida, son los que reflejan más alejamiento de la fe.
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4.- Valoración de la familia. Muchos jóvenes occidentales han crecido en entornos de familias separadas o con madres solteras. Las circunstancias han cambiado radicalmente en los últimos años. Hasta el punto de que el documento previo al Sínodo de la Juventud considera necesaria “una reflexión sobre la figura paterna, cuya ausencia o evanescencia en algunos contextos -en particular los occidentales- produce ambigüedad y vacíos que también influyen en el ejercicio de la paternidad espiritual”. En este entorno, cuando se pregunta a los jóvenes por la institución más valorada, sitúan en primer lugar a la familia. Hay un reconocimiento del valor de esta realidad humana que, en algunos casos, apenas han experimentado.
5.- Quieren una Iglesia valiente, también en cuestiones sexuales. Entre los comentarios que se hicieron en el documento previo al Sínodo, algunos jóvenes aseguraban que las enseñanzas en materia sexual de la Iglesia eran una fuente de alegría. Pero desean que «la Iglesia no solo se aferre a ellas en medio de la impopularidad, sino que también las proclame y enseñe con mayor profundidad». En concreto, piden a los responsables eclesiales claridad y valentía al defender estas cuestiones y que «hablen con una terminología concreta acerca de temas incómodos como la homosexualidad y cuestiones de género, sobre las cuales ya los jóvenes discuten libremente sin tabú».
6.- Participación de la mujer. Las nuevas generaciones, crecidas en un entorno de mayor participación de la mujer en la vida pública, valoran la riqueza de esta igualdad. Son conscientes de que hay espacio para una mayor presencia también en la vida de la Iglesia.
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7.- Nativos digitales. Estamos ante la primera generación que ha crecido con un pleno acceso al mundo virtual, una realidad paralela que, en ocasiones, “expone al riesgo de aislamiento” o a la pornografía. Pero también la Iglesia es consciente de las grandes posibilidades de evangelización a través de las redes sociales. Y esa labor es algo que solo podrán hacer quienes comparten un mismo lenguaje, una misma forma de comunicarse en ese entorno.
El papa Francisco tiene claro que es el momento de aprovechar el talento de los jóvenes para renovar la Iglesia. En los encuentros previos al Sínodo les ha pedido que hablen claro, que realicen propuestas arriesgadas. Ha llegado su hora.