Manuel Llamas | 10 de octubre de 2018
Los usuarios de tren están de enhorabuena. La futura liberalización del transporte ferroviario de pasajeros a partir de 2020 supondrá un punto de inflexión en un sector que, hasta ahora, ha estado marcado por el histórico monopolio de Renfe, una compañía pública cuyas constantes y abultadas pérdidas han sido cubiertas por el contribuyente desde su nacimiento, a principios de los años 40. El Estado tendrá que empezar a competir con otras operadoras privadas debido a una directiva comunitaria, lo cual supondrá importantes ventajas para los viajeros, si bien todo dependerá, en última instancia, de los requisitos y condiciones que acabe imponiendo el Gobierno de turno.
El primer paso ya está en marcha, después de que Competencia (CNMC) otorgara luz verde el pasado septiembre al primer servicio privado de Alta Velocidad, aunque, por el momento, se trata de una línea internacional, cuya liberalización ya está vigente. Esta conexión unirá Madrid y Montpellier, pero también parará en Barcelona, de modo que podrá competir con Renfe en uno de los corredores con más tráfico. Entre otras ventajas, elevará un 50% la frecuencia de los viajes entre Madrid y Barcelona, al tiempo que acortará un 10% su duración y abaratará el precio de los billetes.
España debe subirse al tren de la modernidad ferroviaria . Invertir más para conectar mejor
No es el único. La alemana Deutsche Bahn también pretende explotar la línea entre A Coruña y Oporto desde el próximo año. Pero será a partir de 2020 cuando las empresas privadas podrán empezar a operar en el mercado nacional, tumbando así el monopolio de Renfe. Ya son 27 las compañías interesadas en entrar, de la mano de firmas tan importantes como Acciona, ACS, Ferrovial, Globalia, Alsa o Talgo, entre otras. De hecho, los beneficios de esta apertura se empezarán a notar incluso antes de que se haga efectiva, dado que la futura competencia ya está obligando a Renfe a innovar. Prueba de ello es que la entidad estatal lanzará EVA en 2019, una versión low cost del AVE que abaratará hasta un 25% el trayecto entre Madrid y Barcelona.
Una vez liberalizado, y siempre y cuando se haga bien, las ventajas a largo plazo serán sustanciales tanto para los contribuyentes como para los viajeros. En primer lugar, porque la competencia elevará el tráfico, optimizando así el uso de las costosas infraestructuras de alta velocidad. En Reino Unido, por ejemplo, la demanda del tren se disparó un 40% tras la liberalización, gracias al aumento de la oferta y la mejora del servicio. Esta mayor frecuencia se traducirá, por tanto, en el pago de más cánones por la utilización de las vías a Adif y, dado que el coste de su construcción ha sido muy elevado, el incremento de los ingresos ayudará a amortizar la abultada inversión realizada.
En este sentido, cabe recordar que España posee la segunda red de alta velocidad más larga del mundo, con cerca de 3.000 kilómetros, tan solo superada por China, siendo, además, el país con más kilómetros de AVE por habitante. Pero, al mismo tiempo, también es una de las más infrautilizadas, con apenas 15 clientes por kilómetro, frente a los 50 de Francia, los 83 de Alemania o los 166 de Japón. Esta escasa afluencia de viajeros hace que todas las líneas de alta velocidad presenten “una rentabilidad social o financiera negativa y, por lo tanto, no deberían haberse construido”, según concluía un detallado estudio elaborado por Fedea. Sin embargo, las encuestas revelan que el 46% de los españoles estaría dispuesto a sustituir el coche por el tren si mejoraran el precio y los servicios, reflejando así el enorme potencial de este medio de transporte. Así pues, el incremento del tráfico contribuirá a paliar las deficitarias cuentas del AVE.
Renfe le da la vuelta al Ave para desarrollar un nuevo concepto de Smart Train: Eva. Un producto que aunará la alta velocidad con la digitalización de todos los procesos y que comenzará a funcionar en 2019 entre Madrid y Barcelona.https://t.co/BQ69n4WvlE
— Renfe (@Renfe) February 6, 2018
Pero es que, además, en segundo término, también beneficiará al bolsillo de los pasajeros. Por regla general, a mayor competencia, menor precio. No es la primera vez que sucede. España liberalizó el sector aéreo a mediados de los 90, donde, hasta entonces, tan solo operaba Iberia en régimen de monopolio público, y el resultado ha sido un abaratamiento del 60% en el precio de los billetes, “lo que redunda directamente en un aumento exponencial en el número de viajeros y operaciones”, tal y como señala un informe del Foro Regulación Inteligente.
Sin embargo, pese a estas evidentes ventajas, la operación no está exenta de riesgos, ya que el Gobierno todavía puede imponer grandes barreras y restricciones a los nuevos operadores, manteniendo de facto el monopolio de Renfe, tal y como sucedió con la fracasada liberalización del transporte ferroviario de mercancías en 2005, donde el libre mercado brilla por su ausencia, según la CNMC. Si el Estado opta, finalmente, por esta alternativa, la esperada apertura y sus beneficios se quedarán en simple papel mojado.
Decisiones como la subida del salario mínimo interprofesional o el fin del diésel han provocado un incremento de costes laborales, superior al 20%, que acaban pagando los más débiles.