Daniel Cepeda | 16 de octubre de 2018
La evolución de la industria de los videojuegos en los últimos años está siendo meteórica. Tanto es así que en muchos casos, sobre todo en jóvenes y adolescentes, está creando graves problemas de adicción. Y no hablamos de una adicción donde estos mismos puedan reconocer que dedican gran parte de su tiempo a un videojuego porque les resulta divertido, sino de un problema que puede arruinar vidas como consecuencia del Pay to Win (Pagar para Ganar).
Antes de pasar a analizar esta adicción a los videojuegos y sus posibles consecuencias, vamos a conocer el concepto Pay to Win y su origen. El Pay to Win se refiere a que aquellos juegos bajo el modelo Free to Play (juegos gratuitos en sus funciones básicas) donde los jugadores que pagan con dinero real obtienen una clara superioridad sobre aquellos que no lo hacen, o donde solo es posible progresar si se paga. Este modelo se hizo popular con el juego Candy Crush, donde tras acabarse las vidas había que esperar una hora o pedírselas a amigos por redes sociales. Pero había una solución mucho más fácil y rápida: pagar por recuperar las vidas. Este juego gratuito, dicho entre comillas, fue muy rentable por estos micropagos.
El contenido prémium llegó un momento en el cual no interesaba a los usuarios, es decir, no pagaban por ello. Por tanto, las empresas desarrolladoras de videojuegos buscaron otra manera de rentabilización. La intención de muchas de estas compañías es que todo el mundo se acerque y pueda probar su juego de forma gratuita. Superado el momento en el cual es tremendamente complicado progresar más en el videojuego toca decidir: invertir mucho tiempo o pagar poco a poco y ahorrarte ese tiempo. La cantidad de horas es tal que los usuarios deciden pagar para seguir en la línea de los jugadores más avanzados.
Hay muchos videojuegos Pay to Win, pero el FIFA con su modo de juego Ultimate Team es uno de los que más adicción ha creado; tanto a los videojuegos como el juego. En esta modalidad se empieza con un equipo humilde y para pasar de nivel es necesario contar con los mejores futbolistas. ¿Cómo se consiguen a las grandes estrellas del fútbol? Mediante coins, que son monedas virtuales que se consiguen jugando, o con FIFA Points, que se consiguen con dinero real. Los futbolistas en muchos casos valen millones de coins, por lo que a los jugadores les resulta más rentable gastarse el dinero real intentado conseguir el mejor equipo posible que emplear el tiempo en jugar partidos.
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La posibilidad de comprar sobres en el FIFA -donde van saliendo futbolistas al azar- ha generado adicción en muchos usuarios. Abrir uno de estos sobres se asemeja al funcionamiento de una máquina tragaperras porque va acompañado de música, luz y sonido para generar más expectación y adicción. El problema crece cuando los youtubers, que cuentan con miles de seguidores, promocionan páginas webs donde se pueden comprar monedas de FIFA más baratas que las que ofrece el propio juego. Además, en estas páginas con dichas monedas puedes apostar a la ruleta, al póker o realizar apuestas deportivas. Debido a la adicción a los videojuegos, o concretamente al FIFA, muchos jóvenes han tenido que dejar de jugar a este videojuego porque robaban dinero a sus padres para apostar o seguir comprando sobres. Ellos mismos, con 19 o 20 años, se han llegado tristemente a considerar ludópatas.
Los adolescentes y jóvenes son consumidores impacientes que están dispuestos a pagar dinero por ahorrarse tiempo y disfrutar de experiencias efímeras y gratificantes. Con todo ello se está creando un perfil de adolescente que ve como algo normal apostar y tener experiencias que son consideradas adicciones. La cultura del esfuerzo en los adolescentes es clave para que se desarrollen y sean competitivos como personas. Este tipo de conductas y comportamientos impedirán, sin duda, cualquier tipo de crecimiento personal y como sociedad.