Javier Pérez Castells | 18 de octubre de 2018
Todos hemos observado que hay personas que gustan de madrugar porque se encuentran más activas por las mañanas y otras que prefieren las tardes y las noches. Es lo que los británicos denominan morning types o evening types o, también, alondras o búhos. Los búhos predominan porque el ciclo circadiano del hombre es, curiosamente, algo superior a las 24 horas que tarda la tierra en dar la vuelta sobre sí misma. Siempre me ha sorprendido que no haya existido una adaptación evolutiva para que nuestro día biológico coincida con el día planetario, pero así es.
En el conjunto de la población hay un 10% de alondras y un 20% de búhos muy marcados. El resto está menos definido. Lo que en la mayoría de los casos no es más que una variante de la normalidad, en ocasiones se vuelve patológico. Hace unos años se encontraron tres familias con un problema extremo de afición por madrugar. Se levantaban a las 4:00 de la mañana y se vio que todos tenían mutaciones en el gen denominado PER2 que tiene que ver con el reloj biológico principal.
Dado que la sociedad actual obliga a funcionar a la gran mayoría con el mismo horario, las personas con este tipo de relojes desfasados viven constantemente en un jet lag social. No hace mucho escribíamos un artículo alertando sobre los problemas de salud que les suceden a las personas que trabajan en horarios nocturnos o que cambian de turno laboral. Problemas que llegaban incluso la mayor incidencia de algunos cánceres. Existe una clara conexión entre los problemas psicológicos depresivos y otras enfermedades psiquiátricas con los síndromes metabólicos que obligan a las personas trabajar fuera de su ciclo natural. Sería perfecto que las personas que realizarán los trabajos con horario diferente fueran las que tuvieran las variantes genéticas que las hacen ser alondras o búhos extremos. Pero es improbable.
El cambio de hora y sus dudosos beneficios: ahorros que no compensan los inconvenientes
En los mamíferos, muchos de los ciclos circadianos están dirigidos por el reloj principal, situado en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo. Este reloj recibe información lumínica de la retina y coordina el ciclo de la expresión génica en el resto del cerebro y el cuerpo a través de la señal nerviosa y las hormonas. No es solo una cuestión de qué horas prefiere nuestro organismo para dormir o estar en vigilia. Es que eso implica que la síntesis de determinadas proteínas y moléculas naturales ocurre a determinadas horas y nos prepara, por ejemplo, para la digestión, para el descanso o para la actividad física. Los ciclos de expresión génica en el tracto gastrointestinal, aseguran que los ácidos digestivos y las enzimas se producen en los momentos apropiados.
Recientemente, se han descubierto otros relojes periféricos fuera del sistema nervioso central, en parte controlados por el mecanismo central, pero que también están influenciados por otras señales de tiempo. Hay relojes en la piel, en los riñones o en la córnea y en ocasiones la sincronía de todos ellos puede no funcionar correctamente. Por ejemplo, en situaciones de jet lag (el de los vuelos largos), se piensa que el reloj central se reajusta a la hora local en aproximadamente un día basándose en señales de luz, pero los periféricos pueden tardar más de una semana, con cada órgano ajustándose como buenamente puede. La falta de sincronía entre los relojes centrales y periféricos puede ser patológica y permanente en algunas personas, lo que se ha relacionado con determinadas condiciones de salud, como la depresión.
Pero, volviendo al asunto de las alondras y los búhos ¿es mejor madrugar o ser noctámbulo? Si hablamos de éxito profesional, hay muchos ejemplos de personalidades conocidas que son marcadamente alondras y que sostienen que su éxito se basa en ser enormemente productivos en las primeras horas de su día, cuando la mayoría duerme. Por citar algunos, Bob Iger, el presidente de Walt Disney, que se levanta a las 4:30 todos los días; Tim Cook, consejero delegado de Apple que se pone en pie a las 3:45 horas; o George W. Bush que lo hacía hacia las 4. Algunos de nuestros líderes radiofónicos como Carlos Herrera, dicen encontrarse muy bien despertándose todos los días hacia las 3.
Pero los búhos no deben sentirse mal, porque otros estudios dicen lo contrario. Se ha dicho que están más preparados para aceptar las novedades y para ser creativos. Ejemplos de búhos exitosos son el presidente Barack Obama, Elvis Presley, Winston Churchill y Charles Darwin. Ser una alondra o un búho no debería, en sí mismo, ser un problema. Los problemas de salud provienen de tener que vivir contra el propio reloj.