Jorge Aznal | 24 de octubre de 2018
De toda la polémica suscitada por el término “mariconez” en la última semana, solo soy capaz de extraer una conclusión positiva. Enseguida la comparto pero, para quien no conozca la razón por la que el vocablo “mariconez” ha irrumpido con tanta fuerza en el debate social -e incluso político-, explico brevemente el origen de la controversia. Todo nace de la petición de María, una concursante de OT 2018, de cambiar el término “mariconez” de la letra de una canción de Mecano de 1988 que debía interpretar junto a su compañero Miki porque le parecía un insulto homófobo.
Ahora sí, voy con el único aspecto positivo que he sacado en conclusión de toda esta polémica: el poder de la palabra en un mundo dominado por la imagen. Esta vez una palabra, una tan en desuso como “mariconez” -que no aparece en el diccionario de la RAE (Real Academia Española)-, ha valido más que 1.000 imágenes. Y eso, como persona que cree en el valor de la palabra antes que como periodista, sí que es un triunfo. El problema es que ese triunfo es pequeño en número y en relevancia en comparación con las derrotas que conlleva.
3. NO CONFUNDAMOS insulto homófobo, con expresión coloquial. Cuando la canción dice: “siempre los cariñitos me han parecido una mariconez”, quiere decir que siempre los cariñitos le han parecido una tontería, bobada, estupidez, y hasta cursilería, y en la frase siguiente dice:
— Ana Torroja (@Ana_Torroja) October 12, 2018
Aún más que en la palabra, creo en la intención de las personas. Por eso, más que quedarnos con una palabra o con una frase, deberíamos fijarnos en la voluntad de quien las pronuncia o las escribe. ¿Hay mala intención en la letra de la canción de un grupo como Mecano que no es precisamente sospechoso de haber sido homófobo? Claramente, no.
Respeto que María, la participante de Operación Triunfo 2018, sintiese como un agravio el uso de la palabra “mariconez”, de la misma manera que cada uno de nosotros estamos en nuestro derecho de sentirnos ofendidos por algo que quizá los demás no entienden. Las derrotas a las que me refiero no proceden tanto del epicentro de la polémica como de sus interesadas ondas expansivas. En la reacción de María hay algo de inocencia. Pero no la hay en quienes aprovechan la menor excusa para montar una teoría conspiratoria a partir de una canción de Mecano… ¡de 1988!
El sustantivo “debate” suele ir acompañado de un adjetivo como “necesario”. En cambio, en este asunto no tiene sentido hablar de debate necesario. De hecho, es tan innecesario que ni siquiera no merece la consideración de debate. Si hubiese indicios de cualquier tipo de ataque homófobo en la letra de la canción, tampoco habría debate, sino una denuncia o condena -también necesarias- de los hechos. Pero aquí lo único que hay es un absurdo e interesado revisionismo.
Como el revisionismo político -que solo puede conducir al camino del enfrentamiento- a muchos se les queda corto con el cambio de nombre de las calles, ahora prueban con el revisionismo cultural. La expresión es en sí misma ofensiva. Dañina. Ridícula. ¿Cómo se revisa una creación artística?
“Operación Triunfo” da la nota como un ‘reality’ y pierde la magia de la edición pasada
No merece la pena pensar en una respuesta a una pregunta que no la tiene. Tampoco la busco en otras preguntas que me surgen, como ¿qué hacemos ahora? ¿Nos ponemos a cambiar las letras de las canciones del pasado una por una? ¿Haremos después lo mismo con los cuadros? ¿Con los libros? ¿Con las películas?
Es una contradicción que aquellos que se autoproclaman adalides de las libertades acaben convertidos en censores. Que la música sea utilizada como un instrumento -político y social- es una triste paradoja que nace de la hipercorrección malintencionada.
Intuyo que el asunto de la «mariconez», elevado a cuestión de estado, no será una estrofa suelta y temo que se convierta en estribillo. Sufro por el mamón de la canción de Hombres G, Devuélveme a mi chica. Lo imagino huyendo despavorido por el túnel del tiempo desde 1985 para intentar no caer en este 2018. Antes que eso, seguro que prefiere retorcerse entre polvos pica-pica.