Víctor Arufe | 08 de octubre de 2018
Recurrir a monitores de gimnasio sin una titulación adecuada puede tener graves consecuencias físicas.
El pastel del deporte es un dulce muy goloso, hacia su vitrina miran con deseo políticos y empresarios, como si de rostros sonrientes de niños tras un escaparate de chuches se tratase. Pero en el interior de este pastel se encuentran millones de ciudadanos que no saben diferenciar si los monitores de gimnasio que marcan tableta todas las tardes en un negocio local o se anuncian en diversas webs son competentes, o si son otros de esos vendedores de humo formados en pocas horas, o incluso en lo que tarda en quemarse la pólvora de una bomba de feria.
Quizá lo primero que debamos hacer antes de contratar los servicios de un monitor de gimnasio es preguntar por su formación académica. Sí, antes de mirar tarifas, horarios de entrenamiento y otra información que seguramente pase a segundo plano. Cuando uno entrega lo mejor que tiene, su cuerpo y mente, a un entrenador personal tiene que pensar que este sacará lo mejor de él con la máxima eficacia y eficiencia.
Digamos que podemos caer en manos de tres tipos de monitores de gimnasio: los profesionales, aquellos que han obtenido una formación específica para ejercer esta profesión con cualificación y formación; los pseudoprofesionales, que son los verdaderos vendedores de humo y carecen de formación necesaria para afrontar esta profesión; y los voluntariosos, sin formación alguna, esas personas que pronto dicen «lo hago porque me gusta y no molesto ni hago daño a nadie». Efectivamente, en cierta manera tienen razón, lo hacen porque les gusta, pero sí que molestan y hacen daño, pues, al carecer de un mínimo de formación, no sabrán las consecuencias que tiene el esfuerzo físico realizado en cada uno de sus deportistas, pudiendo provocarle algún tipo de daño y, especialmente, inhibiendo su grado máximo de rendimiento. Y esta última es una de las principales diferencias de caer en manos de un profesional, notarás mejoría en pocas semanas de entrenamiento, y sacará lo mejor de ti y de todo tu potencial genético, mientras que el voluntarioso o el pseudoprofesional no conseguirá alcanzar los objetivos que te vendió, no sacará el rendimiento a las máximas posibilidades individuales de cada uno, pudiendo poner en juego la salud.
Los monitores de gimnasio están adscritos al ámbito de las Ciencias del Deporte y estas no son un corpus de conocimiento fácil, no son una ciencia exacta donde 2+2 siempre son 4. Aquí el profesional debe tener una vasta gama de conocimientos en diferentes ámbitos, desde anatomía o fisiología a psicología, pedagogía, planificación del entrenamiento, biomecánica o kinesiología.
Nadie puede convertirse en un profesional competente con un curso de 30 horas
Después, una vez que sepamos la formación, podremos valorar el grado de competencia que tiene cada uno de esos monitores de gimnasio, porque la formación no lo es todo, lamentablemente; hay personas más válidas que otras que saben canalizar mejor la información que desean transmitir a sus clientes/deportistas, que tienen más empatía, que son más agradables y sociables; en definitiva, debemos valorar también su grado de competencia. El hecho de tener un título, como sucede en todas las profesiones, no garantiza que tengamos la excelencia en el servicio, sí cierta seguridad y garantía en este, pero dentro de los titulados hay un abismo entre unos y otros.
En este ámbito, el tamaño sí que importa, nadie puede convertirse en un profesional competente con un curso de 30 horas, aunque algún periódico, como he llegado a ver, ofertase matrículas a 30 euros en cursos online invitando al lector a recortar cupones diariamente para beneficiarse de la formación, obteniendo así el certificado de Experto en Entrenamiento Personal y Nutrición, sí, 2×1.
La publicidad de cursos online poco exigentes seguirá iluminando las retinas de instragramers y pseudoprofesionales
Pero, si lo piensas bien, mientras exista un vacío legal seguirá proliferando este tipo de formaciones, porque, al final, hasta que no se regulen en el ámbito estatal las profesiones del deporte no se podrá frenar el crecimiento de la oferta académica de títulos de entrenadores personales y monitores de gimnasio. Incluso, me atrevo a decir que estos no son negativos, ya que pueden complementar la formación de los graduados y otros perfiles formativos. El problema reside cuando el Gobierno permite acceder a un puesto de trabajo, donde la salud está en juego, a una persona que no posee una formación suficiente para ejercer dicha profesión, este es el principal reto que debemos marcarnos como país: regular las profesiones del deporte y el mercado deportivo estatalmente. Mientras tanto, la publicidad de cursos online, rápidos y poco exigentes seguirá iluminando las retinas de instagramers, pseudoprofesionales que no tienen ganas de dedicar mucho tiempo a los estudios, personas que no saben en qué trabajar y esto les parece atractivo, y otros perfiles de “ninis”.
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