Gonzalo Fuentes | 30 de octubre de 2018
Desde que esta original serie apareciese a finales de 2011 en el británico Channel 4, se han producido un total de 19 historias de ciencia ficción, ambientadas en distintas épocas del futuro. Aunque cada capítulo supone una trama independiente, todas están relacionadas con las posibilidades a las que podría llegar la tecnología y el mal uso de ella que sería capaz de hacer la humanidad. La gran novedad con respecto a las temporadas anteriores es el uso del formato “elige tu propia aventura”, en el que el espectador deja de ser un elemento pasivo para convertirse en el sujeto que puede decidir sobre el futuro de los protagonistas de la historia a través de su mando a distancia, paradójicamente, como si de un capítulo de Black Mirror se tratase.
Aunque Netflix previamente ya había apostado por esta narrativa en 2017 en sus series El gato con botas: atrapado en un cuento épico y Buddy Thunderstruck (la cual consiguió una nominación a los Premios Annie), esta es su primera narrativa para adultos que introduce este formato participativo. El director Steven Soderbergh ya había explorado el año pasado la interactividad con HBO a través de su serie Mosaic, un thriller protagonizado por Sharon Stone en el cual los norteamericanos, mediante una app para smartphone, podían elegir al final de cada capítulo entre dos personajes para que continuase la historia.
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Pero la raíz del formato no se encuentra en el medio audiovisual, sino en el literario, y tiene un nombre propio: Edward Packard. Este abogado contaba historias a sus hijas antes de dormir. Debido al cansancio del trabajo, no siempre estaba ocurrente para definir los finales de sus cuentos, por lo que empezó a preguntar a sus hijas cómo creían que debería continuar la historia o qué decisión tomarían ellas si fuesen las protagonistas. De la diversidad de sus respuestas acabó naciendo la famosa saga literaria Elige tu propia aventura, que vendió 250 millones de copias entre los 80 y los 90.
El éxito de estos “librojuegos” llevó a una moda sin precedentes en la literatura juvenil. Así, el juego de rol fantástico Dungeons & Dragons publicó sus propios libros interactivos, bajo el nombre Aventura sin fin; o la saga Pesadillas de R.L. Stine tuvo sus especiales En busca de tus propias pesadillas. También se produjo un salto al mundo de los cómics de superhéroes a través de Marvel, que publicó una serie titulada ¡Tú eres el protagonista!, en la cual el lector se metía en la piel de Spiderman, Lobezno o Capitán América. En España, Jan publicó en 1987 el tebeo de Superlópez La espantosa, extraña, terrífica historieta de los petisos carambanales, con el mismo formato de “elige tu propia aventura”.
La conexión con la serie Black Mirror es obvia, y es que su nombre significa literalmente “espejo negro”, la pantalla apagada que refleja nuestro rostro antes y después de interactuar con un dispositivo como el smartphone, la tableta o la televisión. Esa imagen que no queremos ver porque nos devuelve a la realidad, esa cara que ponemos tras viajar virtualmente, conversar con personas digitales o adquirir productos que se encuentran a miles de kilómetros de distancia. La confrontación entre tecnología y humanidad.
Por esto mismo puede resultar muy interesante que Charlie Brooke haga partícipe y cómplice al espectador (¿o deberíamos decir usuario?) de las decisiones que tomen los protagonistas del relato. Porque nos gusta la interactividad, la sensación de participación y porque una parte de nosotros sabe que en el futuro podríamos acabar siendo los del otro lado de la pantalla.