Antonio Miguel Jiménez | 24 de abril de 2019
Neil Faulkner condensa la historia de la humanidad en 600 páginas y la interpreta a la luz del marxismo del siglo XXI.
El término “radical” del título de esta obra, Una historia radical del mundo, nada tiene que ver con su principal sentido etimológico: “raíz” (radix,-icis en latín). Más bien está relacionado con otra de las acepciones de la palabra. En la cuarta acepción del Diccionario de la Real Academia Española encontramos el sentido que el autor, Neil Faulkner, ha querido darle al adjetivo: “Partidario de reformas extremas”. Es decir, el autor se plantea la historia como el acontecer, exitoso o frustrado, de esas supuestas reformas radicales a lo largo de los siglos. Aquí encontramos un primer sinsentido, pues la historia del mundo no puede ser radical per se, solo puede ser historia, pudiendo ser, eso sí, las interpretaciones que nosotros hagamos de ella radicales, moderadas o esponjosas y de color violeta.
Una historia radical del mundo
Neil Faulkner
Pasado&Presente
688 págs.
39€
El segundo sinsentido parte del primero, pues si la historia en sí no es radical, entonces ¿a qué llama Faulkner radical? Parece que a esas reformas extremas a las que se refiere la RAE, pero esas reformas ¿fueron realmente tan radicales? ¿O se les puede dar un sentido coherente y lógico en el contexto en el que acaecieron? Sin duda, hoy pensaríamos que cortarles la cabeza a Luis XVI y a María Antonieta fue muy radical, pero ¿podríamos vernos en la situación de la clase baja parisina de finales del XVIII, muriendo de hambre, enfermedades y guerras constantes? Posiblemente tuvo un cariz menos radical y más paulatino de lo que pensamos.
En cuanto a la narración, Faulkner comienza de manera sencilla y para todo el mundo, sin aparato crítico ni florituras académicas, desde la prehistoria hasta el presente, pasando por todos los periodos históricos e intentando complacer a todas las culturas, si bien su condición de británico hace que lo anglosajón prime. Hay que romper una lanza a su favor, alabando su habilidad de síntesis, ya que condensa la historia de la humanidad en 600 páginas, cosa que no está nada mal. Aun así, y para ser arqueólogo, dedica más de la mitad del libro a la contemporaneidad (deformación profesional típica de los historiadores marxistas), fulminándose el resto de la historia (y la prehistoria) en unas 230 páginas. Pero, ¿qué ofrece esta obra, además de una buena síntesis de nuestra andadura por el mundo? Pues ofrece una perspectiva más de la historia del mundo: la de un marxista del siglo XXI.
Neil Faulkner realiza aquí toda una serie de interpretaciones partiendo de la base marxista. A estas alturas del partido, esto no es nada nuevo. Esta perspectiva ya no es radical, sino más bien clásica, en cuanto a que hace ya mucho tiempo que las teorías marxistas vienen aportando al método historiográfico, y ya tienen poco de radicales. Cabe señalar que siguen siendo útiles, pero como otra herramienta más de interpretación histórica, ya que, en opinión de este historiador, establecer conclusiones con la única base de la interpretación marxista de la historia es bastante pobre y constreñido.
De cómo entendemos el pasado depende también cómo pensamos y actuamos en el presenteNeil Faulkner
A lo largo del libro, Faulkner hace hincapié en todas las veces que, según él, se han intentado hacer “reformas desde abajo”, pero estas han sido desmanteladas “desde arriba”. Plantea la historia, como buen marxista, desde la óptica de la lucha de clases constantemente, y eso, aunque en algunas ocasiones puede aportar ciertas ideas válidas, lo cierto es que cansa un poco. No siempre se deben todos los procesos históricos a la “lucha de clases” (si se da por hecho que esta existiera en todos los periodos y civilizaciones), aunque sí es cierto que la fricción entre órdenes, clases, facciones, grupos o partidos (en Roma, por ejemplo, el caso Senado-pueblo) ha tenido siempre un papel importante en el devenir histórico, pero junto a otros muchos factores.
Por lo demás, nos encontramos con una narración de la historia del mundo bastante entretenida, con todo tipo de teorías: unas muy buenas, y otras sumamente discutibles (o incluso obsoletas), añadiéndose elementos que son un claro guiño a las corrientes de pensamiento actualmente dominantes. Por poner solo un ejemplo, Faulkner parece afirmar en el apartado dedicado al surgimiento del patriarcado (sí, se puede hablar de patriarcado sin motivación política, no se asusten) que la primera civilización pre-estatal, eminentemente matriarcal, no solo era comunista, sino que además tenía visos de ser eternamente pacífica, y en ningún momento se plantea la ficción de que pudiera haber surgido una sociedad matriarcal y guerrera (recordemos el caso de las amazonas). Parece tenerlo bastante claro, incluso en cuanto a historia-ficción se refiere. En cualquier caso, es un libro que disfrutarán leyendo las mentes críticas.
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