Mariano Alonso | 20 de diciembre de 2018
Ni el cocinero trabaja solo cuando prepara un plato concreto (el cuidado, limpieza y provisión de su lugar de trabajo le lleva mucho de su tiempo), ni el abogado únicamente cuando se pone la toga, ni el profesor cuando imparte sus clases.
Nadie parece discutir que esto sea así, pero todo lo contrario sucede cuando se trata de sus señorías. “El hemiciclo es lo que la gente ve por televisión y pretenden juzgarnos solo cuando estamos allí, precisamente cuando menos productivos somos”, me decía premonitoriamente hace un tiempo un diputado, camino ambos del Congreso para un pleno mañanero.
La portada con una foto de cierta parte del hemiciclo vacío forma parte, desde hace años, del manual clásico del populista mediático. Los tiempos han cambiado y ahora ese discurso se reproduce, redes mediante, en infinitas réplicas. Comentarios desenfrenados coinciden en deducir, con una aparente lógica irrefutable, que el escaño es el principal lugar de trabajo del diputado, ignorando su labor en comisiones fuera de los tres días ordinarios de pleno a la semana o incluso en su despacho, con reuniones y trabajo que den sustento a sus intervenciones. El autor de este artículo acumula tres años de experiencia como cronista parlamentario y casi cuarenta como ser humano. Los suficientes, sobre todo en el segundo caso, como para no caer en la ingenuidad de ignorar que entre sus señorías, como en las redacciones por las que ha pasado, conviven personas particularmente laboriosas con otras que no parecen tener a Alekséi Stajánov demasiado presente en sus oraciones. Pero no hay examen riguroso que permita afirmar, a la ligera, que los diputados trabajan menos que la media.
El chollo de ser diputado en España tras 40 años de democracia
La acusación ha revivido hace unos meses a cuenta de una foto de Uly Martín, publicada en El País, que refleja un instante del pleno celebrado el pasado 23 de octubre. Durante una intervención en la tribuna del diputado de Unidos Podemos Alberto Garzón, apenas se atisban dos o tres diputados. El encuadre muestra, únicamente, la bancada del Grupo Popular, el mayoritario en la Cámara Baja, aunque aproximadamente el 70% de la misma. Martín, un veterano fotógrafo, publicó también la instantánea en su perfil de Twitter, recibiendo algo más de un centenar de comentarios. “Absentismo laboral”, decía Srta. Jiménez; Carolina se sentía “despreciada”; Chiqui afirmaba: “Yo si falto al trabajo porque me da la gana me expedientan”; Belén González proponía que los diputados tuvieran la obligación de asistir “sí o sí a todos los plenos” y “escuchar todas las proposiciones” y así otros tantos.
La sesión plenaria se inicia los martes a las tres de la tarde y se prolonga esa primera jornada hasta las nueve de la noche, aproximadamente. Por la mañana, se ha reunido la Mesa del Congreso y también la Junta de Portavoces, así como varios de los grupos parlamentarios, cuyas direcciones han preparado el lunes la estrategia de la semana. El pleno continúa el miércoles, con la sesión de control al Gobierno, y después con diversas mociones, interpelaciones y convalidación de decretos, lo que sigue el jueves por la mañana. Miércoles y jueves por la tarde, comisiones, que a veces también se celebran los martes por la mañana. Una apretada agenda semanal concentrada en tres días para quienes, en su mayoría, residen fuera de Madrid. El viernes, la actividad parlamentaria es prácticamente nula, salvo algunos actos no parlamentarios. No obstante, los portavoces de los grupos permanecen en su puesto a la espera de cualquier convocatoria en las distintas salas de prensa por motivos de actualidad, o para atender las infinitas demandas particulares de los medios.
La portavoz del Grupo Popular, Dolors Monserrat, asegura defender “el duro trabajo de todos los diputados, sean del grupo que sean”. Señala igualmente que, además de la tarea en las comisiones o en las reuniones sectoriales, también “trabajan en sus circunscripciones, una labor que sobre todo desarrollan los fines de semana. En definitiva, plena dedicación”, asegura. Por su parte, Miguel Gutiérrez, secretario general del Grupo de Ciudadanos, afirma que “la sociedad cada vez está más organizada y quiere participar más en los procesos legislativos”, lo que supone “mantener múltiples reuniones con dichos colectivos, plataformas, asociaciones u ONG”. E, igualmente, subraya que el diputado es requerido con frecuencia para “discursos o intervenciones en foros de debate público o en medios de comunicación”.
Como todas las tareas, la de diputado tiene particularidades, y no siempre privilegiadas. La única representante en el Congreso de Coalición Canaria, Ana Oramas, tuvo que vivir un trance tan doloroso como la muerte de su padre trabajando y lejos de las islas, donde había fallecido. Se votaban los presupuestos generales del Estado de 2017 y su presencia, dado lo ajustado de las mayorías, se hizo imprescindible. Nadie pidió un cambio reglamentario para evitar situaciones así.
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