Juanma Cueto | 18 de noviembre de 2018
Tiene 25 años. El pasado 21 de octubre se proclamó campeón del mundo de Moto GP por quinta vez. Es uno de los mejores pilotos de la historia, va camino de batir todos los récords del motociclismo y es de CERVERA. Sí, con mayúsculas. De CERVERA. Orgullo catalán y orgullo español. Un 2×1 aplicado al DEPORTE. SÍ, al DEPORTE. Con mayúsculas. Marc Márquez lo siente así. No se esconde. Da la cara, fiel a sus valores.
En Cervera calientan motores a fuego?✊? Mañana a las 19.00h arderá la plaza universidad ?@fanclubmm93 #Level7 #IAM93 pic.twitter.com/XDwcxT5TUe
— Marc Márquez (@marcmarquez93) November 9, 2018
A una hora de Barcelona, en la localidad leridana donde nació, el homenaje a su hijo predilecto estaba servido. Tenía que salir al balcón del Ayuntamiento de Cervera para agradecer el apoyo de sus paisanos, pero el alcalde no contaba con la sabiduría, templanza, personalidad y cabeza bien amueblada de su ilustre campeón. La misma que transmite carrera tras carrera en los circuitos. Pidió que retiraran una pancarta a favor de los golpistas catalanes que exigían la liberación de los políticos presos bajo el lema “llibertat, presos políticos”. Ya ocurrió el año pasado.
Marc Márquez es joven aunque sobradamente preparado, es decir, el equivalente a “JASP”, aquel término de un famoso anuncio publicitario de televisión que marcó a una generación. Coincide con sus ideas de rebeldía, inquietud, atrevimiento y ganas de comerse el mundo. No quiso mezclar política y deporte. ¿La Plaza Mayor de Cervera llena de esteladas? Ni hablar. Apostó por mantener su costumbre de no relacionar su imagen con ningún símbolo político. Tuvo su fiesta, pero abajo, con su gente, lejos de la propaganda barata y mensajes a favor de la independencia.
Lo admiro como deportista, pero mucho más como persona, con permiso de Jorge Lorenzo o Valentino Rossi, sus principales enemigos deportivos, que no paran de criticarlo por su polémica forma de pilotar. Su bofetada metafórica a los políticos es la misma que le daría yo, en sentido figurado, a todos aquellos que intentan imponer sus ideas por narices. Esa no es la filosofía. Cada uno que defienda lo suyo, pero siempre con respeto.
Marc Márquez se siente catalán y español. Lo mismo que han manifestado otros deportistas como Pau Gasol, Mireia Belmonte, Dani Pedrosa o Cesc Fábregas. También existen, lógicamente, los que piensan de forma diferente. Pep Guardiola, Marta Vilajosana, Ona Carbonell o Sergi Ten son claros defensores de una hipotética República Catalana.
En Cervera, en 1359, durante el reinado de Pedro III el Ceremonioso, tuvieron lugar las Cortes catalanas que constituyeron la actual Generalitat de Cataluña, denominada en aquella época como “Diputación General”. El sentimiento independentista es mayoritario allí, pero Marc Márquez siempre ondea la misma bandera. La bandera de España, la de Cataluña y la del número 93 que luce orgulloso como campeón del mundo. Es la marca de un fuera de serie de las motos. La seña de identidad de una persona que dice siempre lo que piensa. ¿Políticamente incorrecto, nunca mejor dicho? En las redes sociales lo han machacado por su desplante catalán, pero abundan igualmente los mensajes de ánimo y solidaridad por el gesto valiente de un niño con mentalidad de adulto. Un chaval sano y noble que disfruta de su gran pasión haciendo feliz a mucha gente por sus éxitos continuos.
Voz autorizada. Su rechazo al independentismo es un golpe encima de la mesa. Deporte y política no siempre van de la mano, por muchos intereses que haya. El estilo de Marc Márquez deja huella en los circuitos y en el día a día de nuestra sociedad, ensuciada injustamente por los políticos y sus ansias de poder. Refleja claramente la división de la calle cuando se habla de cuestiones catalanas. El posicionamiento es libre. Fuera manipulaciones. Apoyaré siempre a los defensores de la libertad, con la palabra como aval y, por supuesto, sin violencia.