Fernando Rayón | 10 de diciembre de 2018
El adelanto electoral es un hecho desde que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa. Me refiero a las generales. Por eso, no debe sorprender que la alcaldía de Madrid sea una de las grandes batallas en el horizonte. Mucho más si coinciden con las generales y europeas, y mucho más desde que supimos que el presidente del Gobierno había llamado a Manuela Carmena por teléfono, no para tantearla -que eso ya lo hicieron otros-, sino para intentar cerrar un futuro pacto poselectoral.
Lo ocurrido después: que Carmena, que no quería presentarse, decidió hacerlo; que advirtió de que lo haría desde una plataforma diferente a Podemos; que ella haría su lista de concejales “como eligen los partidos en cada provincia, o el presidente del Gobierno a sus ministros”, eran la consecuencia de lo vivido en Podemos en Madrid en los últimos tres años. Carmena quería dejar de ser la guinda del partido y tener manos libres para conformar su equipo. Pero, ¿tan malas eran las relaciones?
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Siempre fueron complicadas. Manuela Carmena encabezaba una lista que ella no hizo y los problemas se multiplicaron a lo largo de su mandato. Pero la gota que colmó el vaso fue enterarse de que Pablo Iglesias le estaba preparando sucesor desde hacía tiempo y que planeaba colocárselo de número dos en la lista. El elegido no era otro que Julio Rodríguez, secretario general de Podemos en Madrid, que además muy pronto enseñó sus cartas: relegar a puestos lejanos a la cabeza a los seis ediles de confianza de la alcaldesa, pese a que ella había advertido de que quería contar con ellos. Se trataba de Rita Maestre, José Manuel Calvo, Jorge García Castaño, Paco Pérez, Esther Gómez y Marta Gómez. Y ahí empezó el lío.
Los ediles se tomaron su postergación como un «pulso» por controlar la lista; y Carmena respaldó la vendetta de sus ediles, que decidieron no presentarse a las primarias internas de Podemos en Madrid, que era la llave de su incorporación. Y, de paso, Manuela desautorizaba a Julio Rodríguez como gestor de otra lista de consenso. De hecho, al ser preguntada días después en un acto de la Policía Municipal sobre si el exJemad iría en su lista, no solo evitó pronunciarse, sino que trasladó el mensaje de que no era persona de su confianza.
Naturalmente, Pablo Iglesias, que lleva un tiempo purgando a aquellos «independientes» que fichó, suspendió de militancia en Podemos Madrid a los seis concejales. Mientras, Carmena declaraba “no tengo una vinculación específica con él [Pablo Iglesias], ni necesidad de tener una conversación”. La fiesta estaba servida.
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Unos días después de aquel «zasca», unos y otros están intentando que las aguas vuelvan a su cauce. Podemos ha perdido pie en las negociaciones con Marta Higueras, la número dos de Carmena, para intentar consensuar una lista. Y, por si eran pocos, ha entrado en escena el antecesor de Julio Rodríguez en el cargo, Jesús Montero, que calificó de desatino y esperpento la decisión de la dirección regional de Podemos de Madrid de suspender a los seis ediles. Montero, que fue uno de los creadores de Ahora Madrid, pide al partido que rectifique y Rita Maestre pide que la situación se encauce, pero siempre por el procedimiento de que sea su jefa la que haga la lista.
Y el que creó el conflicto, es decir, Pablo Iglesias, simplemente dice que está seguro de que finalmente habrá una lista unificada de la alcaldesa, la formación morada e IU, para volver a gobernar, y asegura que la clave para mantener la alcaldía en Madrid es “unir muchas piezas diferentes y ser capaces de mantener unido lo diferente, respetando las diferencias y los procedimientos y los estilos de cada uno”. Bellas y hermosas frases si no fuera porque es él mismo el primero que no respeta esa diversidad.
¿Y Carmena y sus concejales? Pues piden que se declare nulo el reglamento de las primarias municipales, que comenzaron este pasado día 20 de noviembre, y que se suspenda el proceso de votación. Nada como renegar de la vieja política para descubrir que, en el fondo y en la forma, la batalla por salir en un buen puesto y ser elegido es lo que manda.
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