Juanma Cueto | 07 de diciembre de 2018
El fútbol es un negocio. Dinero, dinero y más dinero. Los jugadores son pura mercancía al capricho de sus dirigentes. Su rentabilidad económica es prioritaria para los clubes. Fuera sentimentalismos. Lo importante es el caché. Rendir al máximo durante unos años y, después, una patada en el trasero sin contemplaciones. El factor humano apenas cuenta. No hay diálogo. Frialdad extrema. La firma del contrato está por encima del corazón y las buenas palabras. Hay desconfianza. Lejanía. Falta de transparencia. Todo se basa en los números. Adiós a las segundas oportunidades. Si fallas, a la calle. Vendrá otro y punto. ¿A alguien le importa que vayas al paro?
Presidentes, entrenadores, jugadores, médicos, periodistas, publicistas… Todos, sin excepción, formamos parte de este mundillo podrido por los intereses económicos. Por eso, actitudes como la de Iker Muniain nos llenan de orgullo. Un apretón de manos es suficiente. Acaba de renovar con el Athletic hasta 2024, pero en el contrato no figura ninguna cantidad para romper anticipadamente el vínculo mediante el pago de una cláusula de rescisión. Fidelidad y confianza absoluta. Un gesto que engrandece al “Bart Simpson” del fútbol. Un chaval de 25 años, nacido en Pamplona y que a los doce ingresó en la cantera del Athletic en Lezama. Pasó por las categorías inferiores y en 2007 dio el salto al primer equipo de la mano de Caparrós. Lo descubrieron en Txantrea, decidió ir a Bilbao y a partir de ahí se empapó de los valores de un club ejemplar. El Athletic es su vida. San Mamés, “la Catedral”, su templo sagrado.
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Iker Muniain se fijaba de niño en sus primos, Adrien y Goñi, además de en su compañero inseparable, Íñigo Pérez, fundamental en sus comienzos en la residencia. Amorebieta siempre ha sido como un hermano mayor. Etxeberría era su ídolo y también admiraba a otros jugadores criados en la casa, como Guerrero, Yeste o Javi García, futbolistas que forman parte de la historia del Athletic. Sus raíces han sido clave para renovar su compromiso con el club de su vida. Las cláusulas de rescisión nacieron en 1985 por el decreto 1.006. Solo existen en España, Holanda, China y Brasil para que los futbolistas no acaben en los juzgados.
Iker Muniain es una bendición para el fútbol moderno. Su cariño a unos colores está por encima del dinero, aunque es cierto que ha mejorado su ficha y está entre los mejores pagados de la plantilla. Yo me quedo con gente así. Nostálgicos del balón. Iconos como Santillana, Pirri, Baresi, Ruiz, Maldini, Raúl, Gerrard, Scholes, Kahn, Giggs, Pujol, Lahm o Del Piero. Toda una vida dedicada a levantar trofeos. Torres y Joaquín son otros ejemplos de entrega y pasión por una camiseta. El Niño emigró a otras ligas y ahora juega en Japón, pero el Atlético le pone la piel de gallina como nadie. Joaquín también tuvo aventuras lejos del Villamarín, pero el “hijo pródigo” volvió a casa como un niño con zapatos nuevos. Lo mismo que Navarro aplicado al baloncesto. A los 11 años entró en la cantera del Barça y su mítica camiseta será retirada como homenaje a una figura mundial con pasado NBA. Sergio LLull también rechazó la pasta y un proyecto millonario en Houston por la felicidad de verse rodeado por los suyos en su querido Real Madrid. Felipe Reyes es otro buen ejemplo y qué decir de Rafa Nadal. Valores, valores y valores por encima de un cheque en blanco.
Felipe Reyes . Eterno capitán, hombre de récords y un gigante de sonrisa imborrable
Huyo de megaestrellas como Neymar o Cristiano Ronaldo, que anteponen su ego y nómina al beneficio del equipo. Lo colectivo siempre debería estar por delante del aspecto individual. Ganan y pierden todos. Messi no sería el mejor sin sus compañeros del Barça. Argentina lo sabe bien. Zidane debería impartir un curso para chavales con ganas de comerse el mundo, pero no a cualquier precio. Dimitió, dio un portazo y se marchó del Real Madrid, renunciando a los dos años de contrato que tenía firmados. La conciencia tranquila. ¡Sí, señor!
Iker Muniain se ha ganado el respeto, admiración, cariño y simpatía de todos los que amamos el fútbol en estado puro. Ha sufrido graves lesiones de rodilla durante su etapa en Bilbao y era el momento perfecto para corresponder a un club que nunca lo dejó tirado pese a las zancadillas de la vida. No quiso escuchar ofertas de la Premier, la Bundesliga y el Calzio. Orden directa para sus representantes. Renovar sin cláusula era, según él, “lo más justo” para agradecer el trato inmejorable de una entidad que siempre le ha ayudado. Va camino de los 400 partidos oficiales con el Athletic. El dinero ayuda a la felicidad, pero no es lo más importante. Basta con pasarse cualquier día por un hospital.