Javier Varela | 06 de febrero de 2019
La Copa del Rey nos ha regalado otro Barcelona-Real Madrid. Un nuevo partido del siglo. El duelo entre los dos equipos más importante de España. Ernesto Valverde contra Santiago Solari. Azulgranas contra madridistas… Un espectáculo para los que disfrutan del fútbol.
Desgraciadamente, los que quieren utilizar el deporte como política tendrán una nueva oportunidad de arruinar la fiesta del deporte rey, porque el Camp Nou se ha convertido en algo más que un estadio de fútbol en los últimos años, en los que el auge del independentismo ha aumentado. Y más cuando se juega un partido tan especial, como es el Barcelona-Real Madrid, o rinde visita un rival de postín como el conjunto blanco. Entonces, el estadio del Barcelona se convierte en el escaparate del independentismo, en una especie de mitin político multitudinario y en el escenario de pancartas, gritos y reivindicaciones más propias de otros foros que de un estadio de fútbol.
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Desde hace varios años, en el Camp Nou miles de voces se empeñan en recordar que Cataluña es una república y que no quieren saber nada de España. Lo hacen en el minuto 17 y 14 segundos. La minoría ruidosa derrota a la mayoría silenciosa, ante la permisividad de un club que no termina de ser claro en su posicionamiento. Curiosamente, siguen disputando la Liga española y una competición que se llama Copa del Rey. Todo muy lógico.
El último Barcelona-Real Madrid se convirtió en un sainete independentista. En los primeros minutos del partido se pudo ver una pancarta gigante en la que se podía leer «Solo las dictaduras encarcelan a los líderes políticos» y que contó con el permiso –o, al menos, la vista gorda- del club azulgrana.
Posteriormente, en el minuto 17:14, los aficionados del Barcelona lanzaron al campo globos amarillos como mensaje reivindicativo del Comité de Defensa de la República Barcelona, que pretendía llenar el clásico de amarillo “por la libertad, por la democracia y por Cataluña”, según rezaba el comunicado. El partido no fue suspendido, pero la presencia de globos amarillos –del mismo color que el balón- provocaba desconcierto y una imagen lamentable que LaLiga –tan escrupulosa con otros detalles y otras protestas de aficionados- debería haber evitado o sancionado posteriormente.
El historial reivindicativo en el Camp Nou se remonta a varios años atrás, aunque se recrudeció antes del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, convirtiendo al estadio en un altavoz cada vez más potente del independentismo. En el duelo ante el Éibar en septiembre de 2017, en los primeros minutos del encuentro se pudo ver una pancarta en la que se leía «We want to vote!» (¡Queremos votar!) y se escuchó «Votarem!» (¡Votaremos!), en referencia al ya mencionado referéndum.
El Fútbol Club Barcelona defendió entonces que no pondría ninguna objeción para que puedan verse pancartas en su estadio, al defender la libertad de expresión, siempre y cuando no falte al respeto al resto de espectadores. De hecho, su portavoz, Josep Vives, calificó el Camp Nou como «templo de la libertad» y argumentó que el club siempre estará «con el derecho a decidir».
Un día después de la Diada, en un partido de la Champions League ante la Juventus, se pudieron ver dos enormes pancartas con mensajes independentistas: «SOS Democracia» y «Welcome to the Catalan Republic». Aunque la normativa de la UEFA impide cualquier tipo de manifestación política en los recintos deportivos, el Barcelona no recibió ningún castigo por aquellas pancartas, aunque sí una advertencia del máximo organismo del fútbol europeo. Un año antes, en la temporada 2016-17, la UEFA sí multó con 150.000 euros al Barça por exhibir ‘esteladas’ en el Camp Nou en los partidos de la Champions.
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Pero eso nunca ha impedido que los partidos de la máxima competición sean utilizados como el escenario elegido para hacer reivindicaciones, ante la permisividad del FC Barcelona. En el partido ante el Olympiacos, en la grada se pudo ver una pancarta de 45×46 metros con el lema: “Diálogo, respeto y deporte” y el escudo del Barça, lo que significaba un posicionamiento del club ante la situación social y política de Cataluña.
Así lo confirmó en un comunicado la directiva presidida por Josep Maria Bartomeu, que calificó la pancarta como «una forma de solicitar diálogo y negociación para encontrar soluciones políticas a la situación y desde el máximo respeto a la voluntad mayoritaria de la ciudadanía catalana para decidir su futuro». Palabras extraídas de un comunicado del club cuya Junta mostró su apoyo al Pacto Nacional por el Referéndum, condenó la violencia policial del 1 de octubre y se unió a la mesa de mediación impulsada por el Colegio de Abogados de Barcelona. Desde entonces, muchas han sido las pancartas que se han lucido con orgullo en el Camp Nou.
Por desgracia para el deporte, cada partido del Barcelona en los últimos tiempos cuenta con gritos de “independencia” y «libertad», las ya habituales ‘esteladas’ que inundan las gradas, cartulinas con el mensaje «libertad presos políticos», y todo ello acompañado de lemas como «Justícia», «Justice«, «Free prisioners«, «Europe shame on you», «Free all political prisioners«.
E incluso en algún partido se han llevado a cabo iniciativas como la protagonizada por los principales colectivos que animan al equipo azulgrana entrando en el Camp Nou diez minutos después del comienzo del partido, en protesta por las diez personas que se encuentran en prisión, los ocho integrantes del Govern de Catalunya y los dos Jordis, los presidentes de Òmnium Cultural y Assemblea Nacional de Catalunya. El Camp Nou se ha convertido en un espacio político en el que el independentismo se siente como en casa. Una pena.